El
pasado viernes 18 de octubre, Andréi escribió en su Facebook su última carta:
"Me tengo que ir. Mí último libro ya está escrito, su manuscrito está en
buenas manos. Alina, Givi, Vadim, queridos míos, gracias. Y gracias a todos los
que amé y amo, eso es lo más hermoso en la vida.
No voy a pedir disculpas, porque siempre pensé que ser o no ser es una decisión
de cada uno. Para no dejar lugar a ninguna especulación, explicaré brevemente
que dos paros cardíacos, un derrame cerebral y la diabetes me provocaron muchas
molestias. Debido a una parálisis parcial, la posibilidad de caminar, pensar y
trabajar se hacía cada vez más difícil para mí. Llevar la vida de un vegetal no
era para mí. Así que, realmente, llegó el momento”.
Sus últimos versos los publicó en su página web en la noche del jueves.
Andréi Shiryaev nació el 18 de abril de 1965 en Kazajistán. Vivió allí hasta que se trasladó a Moscú. Hace más de diez años se instaló en Ecuador, en San Rafael. Había estudiado periodismo en la Universidad de Sverdlovsk y continuó sus estudios en el Instituto Literario de Moscú, en el departamento de poesía.
Fue miembro de la Unión de Escritores de Moscú. Tuvo numerosos trabajos: periodista, ingeniero de sonido en televisión y editor. En el país latinoamericano se dedicó al turismo y a organizar un concurso de literatura fantástica llamado “Ecuador”. Es el autor de varios libros editados en Rusia y Kazajistán.
En el año 2000, Andréi dejó Rusia por temor de que volviera "el telón de acero", y se trasladó a Ecuador para estar "más cerca de sus queridos Borges, Márquez y León de Greiff".
"La muerte de un poeta siempre es una tragedia. Un verdadero poeta trae al mundo armonía. Con la muerte de un poeta, incluso, con la muerte voluntaria, no sólo se rompe el hilo de la armonía, pero se multiplica el caos", escribió Pável Basinskiy sobre A. Shiryaev.
Unos versos de Andréi.
***
Top of Form 1
La nube
a la montaña se aproxima,
el avión a la nube se acerca.
En este juego simple, ¿importa
saber quién y cuánto sobrevivirá el otro?
El fraternal cielo, sábana mojada.
Las estrellas caen a la arable tierra hombro a hombro.
Mi semilla, la de un cosmopolita,
pido que la entierren en el Espacio. Ese es mi deseo.
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