Un ‘balagán’ en los montes de Toledo

Los cazadores se sirven de pieles y palos para vivir. Fuente: Julián Jaén

Los cazadores se sirven de pieles y palos para vivir. Fuente: Julián Jaén

El 8 de mayo tuvo lugar un hecho sin precedentes en España, en el Etnomuseo privado de los pueblos indígenas de Siberia, situado en los montes de Toledo, se inauguró un ‘balagán’, es decir, una vivienda tradicional yakuta. El acto resultó ser emotivo y festivo a la vez.

¡Por fin! Después de años de lucha es una realidad el poder contar con esta magnífica edificación en el Etnomuseo. La participación fue muy numerosa y se pudo disfrutar de música, y como no, de una degustación de platos y bebidas, tanto de Siberia como de España.

Inauguración ritual del balagán

El 4 de agosto tuvo lugar la inauguración ritual llevada a cabo esta vez por un grupo de 13 yakutos que vinieron expresamente para tal fin. Ataviados con sus vistosos trajes y adornos procedieron entre cantos tayuk, ofrendas y letanías a dar gracias al lugar, a las fuerzas de la naturaleza, que todo lo gobiernan, y a que alguien haya tenido la iniciativa de construir un balagán en esta tierra, tan alejada de la suya. El chamán procedió a bendecir el nuevo hogar y a todos los presentes, mientras sonaba de fondo una arpa de boca, que evocaba la lejana tundra, el sonido del viento y el galopar de los caballos, animal sagrado para los yakutos. Se les veía emocionados. La inauguración culminó con una comida tradicional yakuta, que las mujeres yakutas habían preparado.

Durante dos intensivas jornadas, los yakutos se afanaron en dar autenticidad y completar la construcción del balagán, que nosotros habíamos construido con nuestras propias manos. Hicieron una chimenea según su tradición, crearon un ambiente interior a su uso, construyeron un pequeño porche y colocaron un poste totémico, donde suelen atar los caballos, pero que tiene un gran simbolismo para ellos. En definitiva, en dos días transformaron lo que habíamos construido en un auténtico hogar yakuto. ¡Mil gracias, por dejarnos semejante legado en el Etnomuseo!.

 ¿Cómo surgió el interés por el balagán? 

Andaba por la tundra con una temperatura de menos 20 grados, agotada, al límite de mi resistencia, empezando a notar los pies fríos y la cara helada, cuando de pronto a lo lejos divisé una imagen  envuelta en una nebulosa blanquecina, un bulto de formas regulares como una gran caja, pero de grandes dimensiones.

Yakutia se convierte en el centro de turismo por el frío infernal (Galería de fotos)

Según me iba acercando su silueta era más clara y reconocí una vivienda de planta rectangular, de techo plano, con pequeñas ventanas y una humeante chimenea. Apreté el paso ante la idea de encontrar a alguien y un lugar caliente. Según me iba acercando se hacía más atractiva la idea de poderme refugiar en un lugar cálido, y seguramente con gente hospitalaria, como suele darse por estos lares. Me empezó a llegar un suave aroma a guiso de carne, que me levantó definitivamente el ánimo y me dio fuerzas para apretar el paso.

Golpeé suavemente con los nudillos la puerta de madera revestida de pieles, nadie contestó, volvía llamar con más fuerza y al fin se abrió la puerta, dejando a la vista un cálido ambiente hogareño, que olía a limpio y a comida. Apareció en primer plano una mujer de unos 50 años robusta con rasgos mongoles muy marcados, vestida con una especie de bata estampada de flores multicolores que le quedaba muy ajustada, aprisionando sus abultados pechos,  se quedó extrañada al verme. Naturalmente, se notaba que yo no era yakuta, por lo que se dirigió a mí en ruso, creyendo que era rusa.

 

Carmen Arnau exhibe historias, documentos, tocados. Fuente: Julián Jaén

Me presenté y le dije el motivo de mi presencia en la tundra de Yakutia, me miró incrédula,  no salía de su asombro, y enseguida me invitó a entrar, cerró rápidamente la puerta para que no se colara el intenso frío y me ofreció su hospitalidad. Mientras me quitaba las gruesas ropas de abrigo, el gorro, las botas, etc. ella fue rápidamente a echar más leña a la chimenea, empezó a trajinar con cacharros, y en un momento había dispuesto una palangana con agua caliente para que me lavara y mientras lo hacía, preparó la mesa con varias viandas y me hizo sentarme a comer sola, únicamente compartió conmigo el té muy caliente y un traguito de vodka.

Nunca en mi vida he agradecido tanto una acogida así, ni nunca una vivienda me ha hecho sentirme tan a gusto, tan resguardada del frío y de las inclemencias del tiempo. Esta gente de la tundra ha conseguido hacer de un balagán la casa tradicional de los yakutos, un remanso de paz, de bienestar de armonía, un refugio ideal para un hábitat con un clima tan riguroso como el de Yakutia. En ese momento, en esa visita, en ese día, me enamoré de esta vivienda: el balagán, y deseé alguna vez poder construir uno igual en mi tierra, en España. Desde el año 2004, lo tuve en mente, y ha sido ahora en el 2013 que tras muchas vicisitudes de diversa índole lo he podido construir en el Etnomuseo de los pueblos indígenas de Siberia, en la localidad de Ventas con Peña Aguilera, provincia de Toledo.

Carmen Arnau Muro es antropóloga especialista en los pueblos indígenas de Siberia y directora del Museo Etnográfico y del Etnomuseo, ambos sobre Siberia.         

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