Siendo adolescente, Maresyev se decidió a aprender a pilotar tras ver en el cine de su ciudad de Kamyshin un noticiero sobre los aviadores soviéticos. Por aquel entonces el gobierno central animaba a los jóvenes del país a unirse a clubs de paracaidismo y aviación amateur.
Tras formarse como tornero, sus expectativas de entrar en el ejército de manera inmediata se vieron interrumpidas al ser seleccionado por la rama local del Partido Comunista para participar en la construcción de la ciudad de Komsomolsk-on-Amur, en el frío y lejano oriente.
Alexéi se negaba tozudamente a ir y varios de sus profesores tuvieron que intervenir y advertirle de que una negativa al requerimiento del partido arruinaría su futura carrera.
Uno de ellos consiguió convencerle con un argumento que apelaba a los más fuertes deseos del joven. “Si vas, al trabajar en ese clima tan duro tu circulación sanguínea mejorará y no tendrás ningún problema al intentarlo con eso de la aviación más adelante”. Alexéi aceptó finalmente..
Comienzo de su carrera
En 1940, tras servir una temporada como técnico en una unidad de aviación de frontera en la que según sus propias palabras Maresyev solo colocó la cola de los aviones en la posición correcta de aparcado, consiguió finalmente cumplir su sueño y se graduó en la Escuela de Aviación Militar de Bataysk.
Comenzó a volar como piloto de caza en agosto de 1941 y para marzo de 1942 ya había derribado cuatro aviones alemanes. No obstante su Polikarpov I-16, modelo anticuado que poco podía hacer frente a los modernos cazas germanos, fue derribado cerca de Staraya Russa tras entrar en combate con dos aparatos enemigos. El territorio estaba ocupado por tropas de la Alemania nazi.
Gravemente herido, se ocultó durante dieciocho días en el frondoso bosque ruso, hasta que consiguió llegar, entre fuertes dolores, casi arrastrándose, a la aldea de Plavni, donde fue ocultado de las patrullas germanas por una familia de campesinos que consiguió mantenerle con vida pese a no contar con médico alguno al que acudir.
Una semana después de su derribo, un avión de rescate lo recogió y trasportó a un hospital. Sin embargo los médicos no pudieron hacer otra cosa para salvar su vida que amputarle las dos piernas por debajo de las rodillas. Justo antes de la operación leyó en un periódico la historia de otro piloto ruso llamado Prokófiev-Severski que tras perder un pie había conseguido volver a volar. Él decidió hacer lo mismo.
Pasó un año en una nueva batalla: aprender a utilizar unas piernas prostéticas. También saldría de esta victoriosa. Al cabo del tiempo y tras mucha terapia, consiguió andar en incluso bailar. Cuando la comisión militar encargada de decidir si volvía o no al servicio activo vio esto solo pudieron aceptarle.
Volvió al Escuadrón 63, pero su desconfiado comandante le tuvo dos meses haciendo vuelos de prueba sobre Rusia central y solo entonces se le envió a primera línea. En uno de sus primeros vuelos de combate, derribó tres FW-190 de la Luftwaffe.
El 24 de agosto de 1943, el as sin piernas fue condecorado con la Estrella de Oro de Héroe de la Unión Soviética, la condecoración militar más importante de la URSS. Por aquel entonces conoció a un corresponsal de guerra llamado Borís Polevoi, que en 1947 publicaría la novela Historia de un hombre deverdad (Povest o nastoyaschem cheloveke) basada en la epopeya de Maresyev.
Alexéi Maresyev fue relevado como piloto en 1944 y se convirtió en instructor de vuelo. Había completado 86 misiones de combate, habiendo derribado un total de 11 aviones enemigos. Renunció a la carrera militar en 1946 y pasó el resto de su vida ayudando a los veteranos de guerra soviéticos, de cuya asociación sería nombrado secretario en 1956 y presidente en 1983. También sería miembro del Soviet Supremo.
Por azares del destino, su historia captó la atención del compositor ruso Serguéi Prokofiev, que vio en ella una oportunidad para sacudirse las acusaciones de “formalista antidemócrata” que sufría por parte las autoridades comunistas.
El maestro ruso se basó en la novela de Polevoi para componer una ópera en cuatro actos que se estrenó el 3 de diciembre de 1948 en el Teatro Kírov de San Petersburgo ante un público formado exclusivamente por oficiales culturales soviéticos y que recibió críticas destempladas.
La obra número 114 de Serguéi Prokofiev sería la última. Fue prohibida y no vería la luz hasta su estreno público el 7 de octubre de 1960 en el Teatro Bolshói, más de una década después de la muerte del genial compositor.
En 1949 llegaría la versión fílmica de la historia de la mano de Mosfilm, una película de 96 minutos de duración, calificada por algunos como “drama médico” debido a que gran parte de la historia se centra en la recuperación del héroe en el hospital militar.
Alexander Stolper fue su director y para el papel protagonista se contó con el gran actor Pável Kadochnikov (protagonista en la famosa Iván el Terrible) que interpreta magistralmente el papel de Alexéi Maresyev. La película, al igual que el libro, se convertiría en un ejemplo de heroísmo y sacrificio para los escolares de toda la URSS. Uno de los momentos clave en la cinta es aquel en el que “Meresyev” (sí, el nombre del piloto se alteraría levemente para poder añadir dramatismo al guión) baila frente a la comisión de doctores encargados de darle el visto bueno para volver a pilotar. Cuando le preguntan “¿Cómo es capaz de hacer eso?” él responde “¡Bueno, soy un hombre soviético!”. Maresyev llevó mal la fama durante el resto de su vida, asegurando “el hecho de ser una leyenda me irrita”.
La película completa en: kinofilms.tv (V.O)
Maresyev llevó mal la fama durante el resto de su vida, asegurando “el hecho de ser una leyenda me irrita”.
El 19 de mayo de 2001, centenares de admiradores y admiradoras se reunieron en el Teatro Central del Ejército Ruso para celebrar el 85º cumpleaños de su héroe. Resultó imposible.
Maresyev había sido ingresado esa misma mañana en un hotel moscovita a causa de problemas coronarios. Murió una hora y media antes del inicio la ceremonia de homenaje. Al llegar la noticia al teatro muchos de sus compañeros veteranos rompieron en lágrimas mientras que la Orquesta de las Fuerzas Armadas Rusas guardó un minuto de silencio por el hombre de verdad.
En 2005 la increíble historia de este piloto tullido inspiró un cómic obra de Evgueni Gusev.
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