Entre las bambalinas del nuevo Mariinski

Descubrimos cómo se trabaja en el recién inaugurado teatro de San Petersburgo. Fuente: Rossíyskaya Gazeta

Descubrimos cómo se trabaja en el recién inaugurado teatro de San Petersburgo. Fuente: Rossíyskaya Gazeta

El recién inaugurado teatro Mariinski es el nuevo templo de peregrinaje en San Petersburgo. Aficionados al ballet y a la ópera acuden a las modernas representaciones y contemplan el ónix de color ámbar, un cuarzo mineral de un metro de altura, que da la vuelta al auditorio. Ahora mismo durante el Festival “Estrellas de las noches blancas” muchas personas acuden en masa en dirección al Canal Krjukova. Pero, ¿qué ocurre entre bastidores del Mariinski 2? Nosotros hemos dado una vuelta por el interior.

Sobre el escenario reina la tensión. El director Vasili Barjatov da las últimas instrucciones. El joven de cabellera rubia gesticula impetuosamente con sus manos y observa estricto a sus cantantes. Las últimas órdenes se realizan con gran concentración. Es el ensayo general de Rusalka, la ópera de Alexander Dargomyzhski, con la que el 24 de mayo se inauguró el festival Estrellas de las noches blancas.  Los cantantes sólo han tenido tres semanas para ensayar. afirma: “Naturalmente es un gran honor inagurar el nuevo escenario con un estreno, pero tampoco es fácil ser el primero”, afirma Vasili Barjatov. Algunos artistas creen que necesitaban más tiempo para probar todas las posibilidades técnicas.

El director Valeri Gérgiev afirmaba: “Muchas personas quieren ir al Mariinski cuando visitan San Petersburgo el fin de semana y la mayoría de las entradas llevan agotadas desde hace días”.

Por lo que se necesita obligatoriamente un segundo escenario para poder ofrecer más funciones. Además, no se puede permitir que cuando se representan piezas como El anillo de los Nibelungos, se cierre el teatro durante días porque los trabajos de reconstrucción son muy caros.

En el nuevo teatro Mariinski  se puede trabajar con tres escenarios al mismo tiempo; a través de plataformas elevadoras se pueden intercambiar unos con otros en menos de cinco minutos y todo discurre sin hacer nada de ruido.

El productor jefe Boris Janukjan añade: “Podemos poner en posición las escenografías de dos piezas a la vez. Esto significa que teóricamente podemos representar dos piezas diferentes el mismo día”. Todavía no se ha utilizado, pero teóricamente sería posible.

Las personas que hacen especial al Mariinski

Aparte de la técnica las personas son las que realmente constituyen el Mariinski. Se trata de individuos como Oxana Makarinka que desde hace tres años dirige un par de bloques más allá  la confección del vestuario. En un patio trasero del callejón Matvéeva se extiende la sastrería sobre dos pisos. Aquí, cerca de 150 empleados cosen, bordan, tiñen, lavan y planchan.

Para Rusalka trabajaron durante el fin de semana de modo que todo estuviera listo a tiempo en el estreno. “Normalmente necesitamos de dos a tres meses para un estreno, pero durante el festival tenemos tres estrenos, eso quiere decir, que trabajamos día y noche”, dice Makarinka.

En el vestuario se aprecia lo adinerado que es el teatro Mariinski, que junto con al teatro Bolshói en Moscú es el más reputado de toda Rusia.

“Las piedras de plástico no brillan tanto”, opina la experta de 37 años, “por eso a menudo tomamos  piedras Swarovski de vidrio y ese cristal se diferencia naturalmente de las de plástico. Estas resplandecen mucho más y de manera más hermosas. La diferencia sobre el escenario es claramente visible”.

En la corona de Rusalka ha trabajado una mujer en la sección de sombreros durante una semana. Se podría pensar que se trata de puro lujo y así es el famoso teatro Mariinski.

Aquí trabajan personas desde hace veinte o treinta años, como Svetlana Nepeijwoda. La maquilladora se preocupa de los solistas masculinos y asegura que es como pintar un cuadro. “En cine se elige a los personajes si se parecen al personaje principal, en el teatro no es la apariencia lo decisivo sino la voz”, opina la maquilladora.

A menudo tiene que convertir un hombre mayor en un joven o viceversa y justamente eso le gusta especialmente porque “hace el trabajo interesante”. Cuando se le pregunta cómo ha cambiado el trabajo en los últimos treinta años, responde: “Antes era suficiente con ponerse en el escenario y cantar. Hoy en día todo tiene que moverse y por eso también los cantantes están en continuo movimiento, es decir, el maquillaje tiene que responder mejor”.

En continuo movimiento también está la protagonista de la pieza, Irinia Matáeva. Ella interpreta a Rusalka y señala de manera crítica: “Es difícil cantar en el nuevo Mariinski, porque es complicado sopesar la acústica para nosotros, los cantantes. Se tiene que reunir mucha fuerza porque todavía se tiene que dar más. El mayor número de plazas también puede suponer una carga. Ahora se intenta a través de cortinas de un metro de alto establecer algo similar a una barrera de sonido. En caso contrario quizás los cantantes no aguantarían hasta el último acto.

El jefe de producción Boris Janukjan, que es responsable sobre todo del atrezzo en el escenario, dice: “El antiguo Mariinsky tiene 150 años y una gran energía propia. En el nuevo no existe todavía esta energía, pero también está claro que todo los edificios antiguos fueron en algún momento nuevos”.

La cantante de coro de 26 años Yevguenia Puschkáreva añade: “Es cierto que el nuevo escenario  parece aún algo falto de sangre, pero eso no es en absoluto tan malo porque nosotros tenemos en nuestra mano llenar el teatro con vida y con nuestra música”.

Para ello los cantantes y bailarines tendrán muchas oportunidades durante el Festival “Estrellas de las noches blancas”, el cual durará hasta finales de julio. 

Consulte el programa completo del festival (en inglés).

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