Estudiante universitaria noruega habla sobre las particularidades del sistema educativo ruso y sobre la mentalidad del país. Fuente: Aleksánder Utkin / Ria Novosti
Soy de Stavanger, ciudad noruega de 110.000 habitantes. Por eso al principio iba por Moscú y solo pensaba: Dios mío, ¿qué hago yo aquí? Todo es tan grande, y cuando te ves en Nóvi Arbat, piensas: estáis de broma, ¿no? ¡Menuda carretera en el centro de la ciudad! Incluso en Stari Arbat, que se parece a las calles europeas, todo es grande y está muy concurrida.
Siempre he querido viajar, viví un año en Francia, después en Eslovaquia, estuve estudiando en Ginebra. Y un par de años después pensé: ¿Qué puede haber más loco que la idea de ir a Rusia? Comprendí que no sabía nada del país. A pesar de que es un vecino geopolítico importante de Noruega, en mi país la gente sabe pocas cosas sobre Rusia: la información llega desde un único canal de televisión que solo habla de Putin, y en las crónicas el periodista lleva un gorro con orejeras.
Comprendí que tenía que salir de la zona de confort, y me vine a Rusia. MGIMO me pareció la mejor universidad, tenía un plan de estudios en inglés de dos años. Me aceptaron enseguida y ahora estudio con gente de Alemania, EE UU, Tailandia, Luxemburgo, Hungría.
La educación en Rusia y en Europa es muy diferente. En Noruega se hace hincapié en el desarrollo del pensamiento crítico de los estudiantes. Lees algo y después reflexionas: ¿Por qué está dispuesto así? Y en los exámenes te hacen preguntas del tipo “¿Cómo puede explicar esto?”, “¿Por qué sucedió así?” El estudiante debe comprender en realidad la lógica de lo sucedido.
Mientras que en Rusia en un examen te preguntan: “¿Qué ocurrió en esta fecha?”. Las respuestas a estas preguntas están muy limitadas, tienes que aprenderte las cosas de memoria. Dudo de que en Europa se fuera a perder el tiempo en eso. Me parece que el sistema educativo ruso es insuficiente a la hora de enseñar a pensar a los estudiantes.
En Rusia, la mayoría de los conocimientos no los recibo en clase, sino hablando con la gente, viendo sus reacciones. Por ejemplo, estando aquí he comprendido cómo relacionarme correctamente con los compañeros rusos.
En clase al principio sonreía, era amable, hacía todas las preguntas con expresión suave. Y los profesores rusos no me prestaban ninguna atención. Entonces empecé a ser más 'agresiva', cambié mi forma de hablar desde la cortés a 'sé de qué estoy hablando'. ¡Y empecé a recibir mis mejores notas! Con los rusos no hay que ser amable o encantadora, aquí una tiene que expresar claramente su punto de vista y mostrarse segura.
El MGIMO tiene sus cosas buenas. En Ginebra, por ejemplo, estudiábamos en aulas enormes y nadie se atrevía siquiera a hacer preguntas. Pero aquí estamos en clases pequeñas y podemos comunicarnos continuamente con los profesores. Y en general aquí todo es más informal. Mientras que en Ginebra, para hablar con un profesor había que fijar oficialmente el encuentro.
Más diferencias de la educación en Rusia: me llamó muchísimo la atención que al principio nos prometieron una lista con las asignaturas que íbamos a estudiar (y que me gustó mucho), y que después fue cambiando. En Europa hubieran sido mucho más serios.
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Además, aquí no nos enseñan nada de teoría, y yo estaba acostumbrada al enfoque teórico que a continuación permite analizar correctamente la situación actual. Sin embargo, estamos continuamente escribiendo ensayos, lo que es una novedad para mí. Y otra cosa muy extraña: ¡nos ponen positivos por la asistencia! ¡Estaba en estado de shock!
En cuanto al dominio del inglés por parte de los profesores rusos… Algunos tienen buen nivel, pero una vez hubo una situación divertida. Una profesora pronunciaba continuamente la palabra ‘core’ como ‘sore’, para ella la ‘с’ inglesa era igual que la ‘c’ rusa [/s/] y no conseguíamos entenderla.
Otra vez tuvimos un curso sobre las relaciones ruso-norteamericanas y en mi grupo estudian algunos estadounidenses. La profesora que daba la clase era toda una mujer soviética con recuerdos de la Guerra Fría. Nunca me había reído tanto en clase. La profesora no intentaba criticar duramente a los EE UU, pero decía con tanto ardor que Rusia es una gran superestado, una importante potencia mundial... Al principio los estudiantes norteamericanos intentaron rebatirla, pero después desistieron.
La primera vez que llegué a Rusia a principios del curso escolar, me encontré con varias dificultades. No había nadie esperándome en el aeropuerto, tuve que buscar un taxi yo sola. En la residencia el portero no sabía inglés. Y después me llevaron a una habitación con una chica rusa, la habitación era simplemente horrible. Todo era tan viejo, sucio, una única cocina en toda la planta.
Y a saber por qué ¡pero había una alfombra en la pared! Después me trasladaron a la parte de la residencia para los estudiantes extranjeros, donde todo era bastante mejor. De todas formas, al poco tiempo me mudé a un piso de alquiler. También me di cuenta enseguida de que no era nada elegante en comparación con las chicas rusas, que llevan tacones y vestidos caros. Rusia es el único país donde existe tal código de vestimenta femenino. En Noruega todos somos iguales, idénticos, si te pones algo lujoso parecerás bobo.
Algunos de mis amigos me preguntaban por qué me venía a Rusia. Yo respondía, ¿y por qué no? Y su perplejidad llegó a molestarme. Rusia es un lugar realmente interesante. Estoy aprendido ruso, me gusta estar aquí. Y tener en mi curriculum una línea de estudios en Rusia es muy útil para mí, en Noruega van a valorarlo.
Publicado originalmente en ruso en Moskóvskie Nóvosti.
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