Sorokin: “En Rusia los escritores honrados siempre tendrán problemas con el poder”

Entrevista con el autor ruso durante su visita a la Feria del Libro de Buenos Aires. Fuente: Antonella Goñi

Entrevista con el autor ruso durante su visita a la Feria del Libro de Buenos Aires. Fuente: Antonella Goñi

Vladímir Sorokin ha interrumpido la escritura de su nueva novela -a la que le dedica todas las mañanas desde el desayuno hasta el almuerzo-, para visitar la Feria del Libro de Buenos Aires (del 25 de abril al 13 de mayo). En la terraza de su hotel disfruta del buen tiempo de la ciudad mientras responde con buen ánimo a las preguntas de la periodista. La ironía y la media sonrisa que lanza a la entrevistadora están continuamente presentes durante la conversación.

El escritor ruso presentó sus dos novelas publicadas en español El Hielo y El día del oprichnik, en las que habla del pasado y del futuro de su país pero no del presente. Un hecho que resulta extraño en la Argentina donde se multiplican en las estanterías los libros sobre cada hecho destacado del momento. Por ejemplo, de la elección del Papa Francisco se han presentado diez libros en la Feria. 

Las dos novelas traducidas al español El Hielo y El día del oprichnik, ambas en Alfaguara y traducidas por Yulia Dobrovolskaia y José María Muñoz Rovira, comienzan con escenas muy violentas ¿Qué pretende conseguir de sus lectores con ese efecto? 

Quiero provocar un sobre-efecto. En cada libro propongo una cuestión, una pregunta y que quede bien expuesta. El medio para proponer esa cuestión es distinto y la violencia no es el único recurso. 

En ambos libros desde luego que está la violencia, pero El Hielo trata también de las sectas totalitarias. En esa novela hablo sobre la historia de siglo XX que, como saben, estuvo especialmente unida a la violencia. 

No hay que olvidar que solamente en la Segunda Guerra Mundial murieron 50 millones de personas. En EE UU ya está publicada la trilogía completa y espero que también llegue a editarse en español. 

El Hielo es el primer volumen de una trilogía en la que una especie de secta se dedica a buscar a sus hermanos dejando cadáveres con el tórax hundido allá por donde pasan.

La novela la empezó a crear en Japón, donde impartía clases. Una noche de verano muy calurosa, Sorokin estaba caminando por una angosta calle de la ciudad, cuando se abrió una puerta de la que salió un cocinero derramando un balde de hielo en la calle.

En El día del oprichnik la cuestión es otra, es un intento de ver una de las posibilidades del desarrollo de Rusia; qué podría suceder. 

Sin embargo no desvincula la violencia con un futuro próximo. 

Yo nací y crecí en un país totalitario donde el aire estaba impregnado de violencia y eso se veía desde el colegio. En el jardín de infantes se notaba en la forma de tratar a los niños. Desde el principio la violencia ha sido unos de mis temas, pero quiero dejar claro que no es el único tema. 

Usted fue procesado en Rusia después de publicar su libro Manteca de cerdo azul, pero en ese sentido no ha cambiado mucho su literatura ¿No tiene miedo a las represalias? 

En 1975 cuando tenía 20 años ingresé en el círculo underground artístico de Moscú. Eran literatos, pintores, artistas que no integraban el paradigma soviético de aquel tiempo. 

Las exposiciones se realizaban fuera del circuito soviético, en círculos y salones literarios cerrados y las obras se publicaban en occidente, como ocurrió con mi novela La Fila. 

Cuando murió Brezhnev, llegó Andrópov llegó al gobierno. Había sido el jefe de la KGB y en nuestro circulo empezaron los allanamientos, la presión del KGB y otras delicias (ríe). 

En ese momento entendí muy bien que el escritor en Rusia, en todos los tiempos, ha tenido dos vías: o escribe o tiene miedo. En Rusia siempre los escritores que hacen honradamente su trabajo tuvieron, tienen y tendrán problemas con el poder. Es una especie de alpinismo. No puedes ser alpinista si tienes miedo a la altura. Entonces quédate en casa. Mira las montañas por el televisor. 

El día del oprichnik es una recreación de Rusia en el año 2027 donde gobierna un soberano con la ayuda de la oprichnina, una especie de guardia real creada en el siglo XVI por Iván El Terrible. 

La escena que le inspiró esta novela ocurrió en invierno. Sorokin tenía un perro. En una ocasión le llevó un gran hueso que tenía trozos de carne pegados, se lo tiró sobre la nieve y se quedó observando al perro. Este comenzó una danza muy extraña alrededor del hueso, esa imagen con un sol intenso le inspiró para comenzar a escribir al día siguiente la novela que terminó en sólo dos meses.

En su caso incluso sus libros llegaron a ser quemados frente al Bolshói ¿Eso le inspiró para crear la escena de El día del oprichnik en que una vidente quema los libros para calentarse?

El proceso de la quema de mis libros es muy conocido y eso ha ocurrido en todos los tiempos. Es todo lo que puedo decir. 

Pero precisamente en esa escena la vidente dice que los únicos libros que deberían publicarse son sobre oficios (carpintería, albañilería…). Y también  en El Hielo habla de una biblioteca con millones de libros que sólo sirven para mantener la locura colectiva ¿Hasta qué punto se toma en serio la literatura?

No soy clarividente y no respondo por la virtud de la vidente. Yo los libros los tomo con mucho respeto. Ahora hay procesos mucho más destructivos para los libros, el libro de papel se está perdiendo bajo la presión de los libros electrónicos, y esto es peor que cualquier hoguera. 

Como usted ha comentado, sus primeros libros fueron editados antes en Francia y Alemania que en Rusia y como vemos ahora no se sigue llevando bien con el poder ¿Se considera un escritor incómodo?

Por ahora no me molestan (sonríe), pero siempre digo, por ahora. Las tendencias de la Rusia actual de Putin provocan expectativas muy oscuras. Todo puede suceder. 

Por ejemplo, hace poco salió una ley sobre la prohibición de palabras obscenas en el cine, el teatro y la literatura. Esto ya es una etapa de la vuelta de la censura. Hay que tener en cuenta que la obscenidad es una parte importante de la vida en Rusia. 

Si el escritor va a describir la vida de los militares o de los pibes de la calle se ve obligado usar el lenguaje de Esopo, y eso no es honrado, nos hace volver al tiempo de la tradición soviética. Es un paso atrás muy grande. 

En ese sentido, El día del oprichnik escrito en 2006, recrea una posible Rusia en el año 2027 que sería como una vuelta a la Edad Media y ya habla de la aplicación de esa censura sobre las palabras obscenas ¿Cree realmente que el futuro de Rusia pasa por un retorno al pasado?

La novela más bien habla de un devenir del medioevo. Es suficiente con leer lo que escriben los periodistas y los políticos para comprobar que es un lugar común. 

Fuente: Antonella Goñi

Todos hablan sobre el retorno del tiempo soviético y más atrás, a la Edad Media. Yo nombraría al régimen que se está construyendo ahora como un feudalismo iluminado. Lo que hay ahora son señores feudales con iPhone (risas); van en Mercedes, usan el iPad, pero la mentalidad es feudal. 

En estas dos novelas publicadas en español habla del pasado y el futuro de Rusia, ¿por qué no habla de la actualidad?

Hubo muchas discusiones sobre ese tema en las revistas literarias. Hay una tendencia a escribir mucho sobre la antiutopía y en este caso no conozco ni una sola novela importante rusa que describa el presente. En eso consiste el problema. 

Creo que la explicación es que nuestro presente es tan grotesco que si se describe en directo resultaría una tautología (una afirmación obvia, redundante). Nuestra vida actual ya es una novela (ríe) por eso la gente escribe sobre el pasado o el futuro. 

Usted ha escrito también óperas y guiones de cine y utiliza esa forma de escribir en sus libros…

Creo que eso renueva mucho la sangre literaria, no quiero plantarme en una mesa literaria prosaica. A veces hay que meterse en las aguas de otro género, eso hace que se renueve el instrumental. 

Con  solo estas dos novelas publicadas en español ¿un lector argentino puede llegar a entender su obra?

Mis libros han sido traducidos a 25 idiomas. Por ejemplo La Tempestad recibió en China el año pasado el premio a la mejor novela extranjera y Manteca de cerdo azul salió ganadora en una votación anónima de Twitter como la novela más extraordinaria no extranjera. Si los chinos y japoneses las entienden supongo que en Argentina deberían entenderlas. 

¿Deberían ser entonces esas sus siguientes novelas publicadas en español?

Van a salir en breve. La Tempestad va a ser la próxima. 

¿Qué le interesó de Argentina para aceptar la invitación de la Feria del Libro?

Es el segundo día que estoy acá y me gustó mucho la gente. Siento el calor humano. Ayer viajé en el subte y dos señoritas me pisaron el pie bastante fuerte, ni siquiera se disculparon, creo que justamente eso es el calor humano (ríe). En Europa esto hubiese provocado caudales de disculpas. Así sentí el aire argentino. 

Me habían invitado dos veces y rehusé a venir, pero es que no soy aficionado a ver a los lectores en directo, me parece que el escritor no tiene nada que añadir. Si hubiese algo que añadir quiere decir que dejó de escribirlo. Aunque a veces pasa. 

Pero alguna vez hay que aceptar la invitación. Además odio ser turista, hay que estudiar no superficialmente sino desde adentro y para eso no tengo tiempo porque estoy escribiendo una nueva novela, pero sin falta volveré. Sería mejor volver cuando la termine.  

¿Qué conoce de la literatura argentina?

Lamentablemente puedo hablar de la literatura hispánica, pero todavía no conocí la argentina. Me parece que traducen muy poco al ruso. Conozco a Cortázar y Borges, pero he leído más a Lorca, Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado. Cuando vuelva a Rusia voy pedir en la librería libros argentinos y voy a tratar de visitar la calle Corrientes.

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