Poder latino en la Plaza Roja

La banda mexicana se presentó en cuatro ciudades durante 2010 y registró los mejores momentos en el álbum 'Desde Rusia con amor'. El componente de la banda, Paco Ayala, habla con Rusia Hoy sobre su experiencia en el país, la sorprendente recepción del público y los puntos de contacto con Argentina.

¡Mo-lo-tov! ¡Mo-lo-tov!” El grito de la multitud es atronador. No recuerda al ministro de Relaciones Exteriores de Iosif Stalin; mucho menos a la bomba callejera que lleva su apellido. Celebra a cuatro músicos llegados desde México con la ilusión de conquistar el país más extenso del mundo. La gira de 2010 por Moscú, San Petersburgo, Kazán y Perm (que también se llamó Molotov entre 1940 y 1957) quedó registrada en Desde Rusia con amor, el disco con lo mejor de una banda pesada, picante y festiva. Fueron 10 días inolvidables.

En clubes cerrados o en festivales para 50.000 personas, Tito Fuentes, Paco Ayala, Miky Huidobro y Randy Ebright disfrutaron de un público que hizo pogo (mezcla de baile y salto grupal) como en los mejores shows del D.F. o Buenos Aires. Cuando sonaba “Rastamandita”, las chicas subían desnudas al escenario. Tito aprendió algo valioso: “A los rusos no les digas que se encueren, porque se encueran en dos segundos”.

Esta segunda visita llegó gracias a “la afortunada invitación del ministro de Cultura de ese país”, cuenta Miky. Habían pasado una década sin pisar esas tierras pero los músicos volvieron a hacerse entender gracias a su característico spanglish y difundieron su sueño de unidad en temas como “Voto latino” y “Gimme tha power”, con un cambio oportuno en la lírica: “Que se sienta el power mexicano, que se sienta ¡con los rusos como hermanos!”.

Paco cree que “el mensaje de nuestras canciones ha ayudado a que ciertos temas parezcan música referencial. Sabemos que han sido adoptados en otros países como himnos en situaciones de movilidad social”. Desde Rusia… fue disco de oro en México y ganó el Grammy Latino al mejor álbum de rock a fines del año pasado.

El DVD que lo acompaña muestra a los músicos conociendo la Plaza Roja, saludando a los fans en la calle, divirtiéndose en el bus de gira y conociendo el subterráneo ruso. Hay una sensación de extrañeza constante, que Tito resumió así: “El alfabeto es cirílico, ni puedes leer los letreros, te sientes en otro planeta”. Aunque el sentimiento predominante es que “el sólo hecho de estar allá fue grandioso”. Algunas de las escenas más sorprendentes fueron una cena que incluyó pizza de caballo y el momento en que se dieron cuenta de que el productor de la gira, Nikita Kaláshnikov, era nieto del inventor del AK 47.

En diálogo con Rusia Hoy, Paco cuenta su experiencia.

¿Qué fue lo mejor que les pasó en Rusia?

Sin duda, volver y comprobar que gente que fue a estos conciertos había estado en el de 2000.

¿Con qué canciones reaccionó mejor el público?

La gente se prendió mucho con “Puto” y “Frijolero”. “Perro Negro” fue una gran sorpresa: sin entender nada, se conectó primero a través de la música, luego tratando de cantar los temas.

¿Hay puntos en común entre los públicos argentino y ruso?

¡Las mujeres! ¡No sé cuáles son más guapas! También la energía y las ganas de divertirse. A los rusos les llegó tarde la información musical rockera de Occidente. Sin embargo, parece que tienen la misma cultura rockera de un argentino, que desde chavo ya está escuchando buena música en casa.

¿Cómo sabe la pizza de caballo?

No está tan buena. La carne es muy dura, pero cuando es lo primero que vas a comer en 20 horas, en realidad no sabe tan mal.

¿Qué tal les pareció Nikita Kalashnikov?

Es un personaje, y contribuyó a que todo pareciera fácil en un mundo donde nadie te entiende. Es un gran tipo.

¿Hay planes para volver a Rusia?

Quedó la invitación abierta para volver. Esperemos que sea pronto y a más ciudades.

 

Un grito de rebelión

Formada en 1995, la agrupación azteca rompió moldes desde su disco debut de 1997, ¿Dónde jugarán las niñas?, un grito potente y contagioso en un México que escuchó fascinado esa combinación de fiesta y crítica a los políticos y a los medios. Aunque el Gobierno y la cadena Televisa obstaculizaron su difusión, Latinoamérica los recibió con los brazos abiertos. Desde entonces llevaron el mensaje a todo el mundo. Este año se propusieron la expansión. En enero y febrero Paco y Tito fueron jueces de las audiciones de la Academia Fermatta, una escuela musical que brinda apoyo financiero a sus aspirantes más destacados. Y además de preparar su próximo disco, planean abrir un bar-restaurante en la capital mexicana. Pero el foco está puesto en formalizar el mensaje de resistencia. Un ejemplo es Gimme the Power, el documental donde su música funciona como hilo conductor en un relato que mira con desagrado el legado de los expresidentes Vicente Fox, Carlos Salinas de Gortari y Felipe Calderón, además de explorar los desafíos de la libertad de expresión.

La película fue presentada por los propios músicos en el Centro Cultural Konex de Buenos Aires, una ciudad que ya los adoptó.

Al igual que en Rusia, la química con el público argentino es instantánea. Como segundo tramo de la presentación del disco en vivo, a fines de 2012 convirtieron al Club GEBA en una caja de resonancia y un juego de luces hipnótico que incluyó una colaboración con los locales Illya Kuryaki, “Madafaka”, que dejó a todos con ganas de más. Este año Molotov llegó a Salta, Cosquín y el histórico Luna Park. Fue su primera vez en ese estadio emblemático. “Era una deuda pendiente -reconoció Paco-. Hemos tocado en todo tipo de escenarios y festivales en Argentina, pero nos faltaba hacer un show nosotros solitos”. Un amor que crece y es bien recompensado, en Latinoamérica y en Europa del Este.

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