En realidad, Putin no ha expresado nuevas ideas, sino que mostrado una postura más decisiva en asuntos internacionales. Una vez más se ha referido a las preocupaciones de Rusia respecto a la expansión de la OTAN, la creciente influencia de organizaciones islamistas y a la crisis del sistema internacional creado tras el fin de la Segunda Guerra Mundial.
También advirtió acerca de la influencia hegemónica de “determinados poderes” (se refería a los EE UU) y reiteró las razones de la postura rusa en Ucrania.
Sin embargo, no es cierto que haya habido un triunfante retorno de Putin, por la simple razón que nunca se ha ido. El hecho es que tanto Rusia como Occidente continúan viendo el mundo como un vasto escenario eurocéntrico (no en el sentido geográfico, ya que se incluye Norteamérica, pero sí en cuestiones de civilización, cultura, política y economía).
Pero este sistema, que dominó el mundo tras la Segunda Guerra Mundial, se desmorona ante nuestros ojos. De modo que, la "exclusión" de Putin no significaba que hubiese abandonado la política mundial. Más bien al contrario, en los últimos dos años el prestigio y la influencia de Rusia han crecido significativamente, sobre todo en el llamado Sur Global.
Al mismo tiempo, los EE UU comienzan a comprender que 45 años de apoyo a grupos contrarios a la presidencia de Assad en Siria han fracasado y que además han facilitado el surgimiento de movimientos que son muy agresivos en contra de Occidente.
Occidente tendrá que reconocer que el régimen de Asad es un mal menor, comparado al Estado Islámico o al posible colapso absoluto de Siria. Es duro de reconocerlo para ellos, ya que da la razón al presidente ruso y subraya la importancia de Rusia a la hora de tratar de resolver la situación en Oriente Próximo.
Al mismo tiempo, EE UU comenzó hace tiempo a repensar su política en Oriente Próximo, sobre todo en los primeros años de la presidencia de Obama. La culminación de este nuevo acercamiento fue el acuerdo con Irán y el reconocimiento de facto de la fallida estrategia anterior.
¿Significa esto que podrá llegarse a un acuerdo en otros lugares, incluida Ucrania? Sí y no. Un acuerdo en Oriente Próximo no implica un cambio automático, pero la dinámica del conflicto ucraniano empuja a Occidente en esa dirección.
Hay tres razones básicas para ello. En primer lugar, los líderes europeos están horrorizados por la cantidad de refugiados que llegan desde Siria y no quieren un éxodo aún mayor desde Ucrania. Además, ya ha quedado claro para todos lo poco eficaz que es Ejército ucraniano. Y por último, hay una creciente irritación en Occidente por la falta de reformas reales y el aumento de la corrupción en Ucrania. Estos factores podrían contribuir a que haya un progreso.
Sin embargo, las elecciones presidenciales de 2016 en los EE UU hacen que aumenten los riesgos para Obama si hace cualquier concesión a Moscú. Los medios estadounidenses ya dicen que ha cedido ante Putin en Oriente Próximo.
La Asamblea General de la ONU de este año ha sido importante porque se celebraba el 70º aniversario, pero ha adquirido mayor importancia porque se ha podido ver el contraste respecto al futuro que hay entre Putin y Obama.
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Artículo publicado originalmente en Russia Direct.
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