¿Cómo reaccionarán los precios del petróleo al bombardeo de Yemen?

La violencia vuelve a Oriente Próximo y se especula que haya una presión al alza. Fuente: AP

La violencia vuelve a Oriente Próximo y se especula que haya una presión al alza. Fuente: AP

El estallido de la violencia en el país árabe ha hecho que numerosos analistas rusos especulen con la posibilidad de que suban los precios del petróleo y la consiguiente recuperación económica. Sin embargo, para salir de la crisis económica Rusia necesita reformas y no puede confiar exclusivamente en los acontecimientos externos.

Oriente Medio acaba de confirmar, una vez más, su reputación como zona de conflicto permanente. En esta ocasión, el foco es Yemen. Una coalición de diez países liderados por Arabia Saudí, han intervenido oficialmente en el conflicto de Yemen, llevando a cabo una serie de potentes ataques aéreos contra posiciones de las milicias.

Como viene siendo habitual en estos casos, los analistas describen escenas apocalípticas, llegando a prever una guerra sin cuartel entre las dos hegemonías regionales, los chiitas de Irán y los sunnitas de Arabia Saudí. Algunos inversores demasiado susceptibles empezaron inmediatamente a dibujar un futuro para el Mar Negro en el que se cerrase el tráfico de petróleo. Dado que más de la mitad de las reservas de oro negro del mundo se concentran en esta región, es comprensible que los mercados se hayan tambaleado.

Pero este retroceso fue bastante poco convincente y los precios volvieron a la normalidad justo al siguiente día de actividad en la Bolsa. Parece que los inversores, o bien dudan de que se produzca una escalada de violencia, o bien tienen confianza en que, visto que existe abundancia de petróleo, una escasez temporal podría paliarse fácilmente con las reservas de emergencia y la revitalización del boom del esquisto.

En cualquier caso, esta visión es diametralmente opuesta a la reciente estrategia de precios de Arabia Saudí, que tiene como objetivo desbancar del mercado petroleo a los neófitos estadounidenses que están donde nadie les ha llamado. Eso para no mencionar que el torbellino regional es precisamente lo que necesitaba la economía iraní, ya tambaleante, para empezar a tener una verdadera montaña de problemas. 

Antón Siluánov, ministro de Finanzas de Rusia, cifró en 4,1 billones de rublos (unos 68.000 millones de dólares) la merma provocada por la caída de los precios del petróleo, pero subrayó que más de la mitad de las pérdidas (2,3 billones de rublos o unos 38.000 millones de dólares) se compensaron con la depreciación del rublo. Los ingresos presupuestarios cayeron un 10% en los primeros dos meses de 2015. 

El refrán dice que cuando alguien tiene problemas se agarra a un clavo ardiendo, y eso parece ser así ya que, a pesar de la reacción, más que moderada, del mercado del petróleo, la caída de precios a causa del conflicto de Yemen, que duró un solo día, provocó una respuesta emocional totalmente desproporcionada. Muchos analistas rusos se aferraron al agravamiento del conflicto de Medio Oriente con un entusiasmo mal disimulado, como diciendo que el descenso de los precios del petróleo pronto tomará la dirección opuesta y los negocios se desarrollarán como siempre. 

En ese preciso momento, casualmente o no, resultó que el Ministerio de Desarrollo Económico de Rusia estaba dispuesto a cambiar sus predicciones a corto plazo por otras mucho más optimistas. Si recordamos, desde principios de marzo el rublo ha subido un 10 %, y el Gobierno ya ha empezado a hablar de una estabilización definitiva de los mercados y de un crecimiento económico en fechas tan cercanas como el 2016. 

Sin embargo, las estadísticas de los dos primeros meses de esta año no empujan al optimismo: la producción industrial se ha estancado, descienden los ingresos domésticos, el comercio al por menor y el transporte de mercancías. Sería raro afirmar que la prosperidad construida sobre los dramáticos e impredecibles sucesos de Yemen puede ser conceptualmente sólida. 

Después de todo, se analice como se analice, la clave para solucionar los urgentes problemas económicos de Rusia no yace en la arena, a miles de kilómetros de sus fronteras, sino dentro del propio país.

Con la llegada del fin de semana, las noticias sobre Yemen han desaparecido virtualmente de los titulares, cayendo hasta las páginas centrales de los periódicos online. Eso no significa, ciertamente, que este inveterado conflicto haya sido relegado a la categoría de “lo de siempre”: en cualquier momento podría estallar de una manera tal que todo el mundo se preguntaría de dónde ha venido. 

Sin embargo, la realidad es que el mercado del petróleo no es igual que en los años 60 y 70. Hoy en día es mucho más policéntrico y se adapta a las vicisitudes de Oriente Medio, lo que significa que, cuanto más grande sea el shock inicial en los mercados, más profunda y negativa será la subsiguiente caída en el mercado de valores, dictada por factores que son nuevos pero altamente relevantes. 

Pero incluso si el bonus yemení causase un aumento visible en los precios del petróleo que durase una temporada, como los muchos miles de millones de petrodólares que Rusia recibió durante la última década, arderá rápidamente en los motores del sistema económico ruso o se otorgará a algunos beneficiarios que probablemente lo convertirán en parte de la fuga de capitales.

Al mismo tiempo, las autoridades podrán tener el pretexto para seguir con su estrategia de no hacer nada que esperaban desde hace tiempo, y nuevos argumentos para alentar la ilusión de que en general todo está bien y que la crisis dentro de poco se resolverá sola. Por tanto, el empeoramiento de la situación en Oriente Medio es tan perjudicial para los intereses de Rusia como nunca antes. 

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Artículo publicado originalmente en Russia Direct.         

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