La Jitrovka, el distrito criminal de Moscú de hace un siglo

Antiguo mercado de Jitrov. Fuente: http://subscribe.ru

Antiguo mercado de Jitrov. Fuente: http://subscribe.ru

La Jitrovka era un barrio en el centro del antiguo Moscú situado alrededor de la plaza del mismo nombre en el territorio de la ciudad blanca que existió entre los años 1820 y 1930.

Era una zona que poseía una gloria y una fuerza especial durante la época zarista y a pesar de que se escribió mucho sobre ella, la única prueba que quedaba de su existencia era el llamado Jitrovski pereulok (callejón de Jitrovó). Gracias a los esfuerzos de muchas generaciones del espacio soviético sufrió diversas transformaciones.

Después del incendio de 1812 muchos barrios quedaron destruidos, entre ellos, la Jitrovka. Los antiguos dueños de las casas carecían de recursos para la reconstrucción y arreglo de los edificios y durante unos años permanecieron vacíos.

En poco tiempo fueron habitados por mendigos, que los consideraban como un lugar óptimo para vivir. En 1823 el general retirado Nikolái Zajárovich Jitrovó compró una finca inacabada, no muy lejos de la suya propia y solicitó al gobernador de Moscú, Galitsin, el permiso para la construcción de un mercado cerrado para el comercio de carne y verduras.

Comenzaron los trabajos pero en 1826, Nikolái Zajárovich murió súbitamente y los herederos no continuaron su proyecto. El famoso mercado de Jitrovó, que se situaba en la plaza Jitrovka, recordaba vagamente a las imágenes de un nublado día londinense.

Al menos una vez al año, antes de Navidad, a la plaza cerrada llegaban campesinos de las afueras de Moscú a vender carne congelada. La plaza se empezó a llamar Jitrovka en honor al general fallecido, Jitrovó, que no pudo finalizar su proyecto de mercado y toda la zona igualmente se vino a llamar Jitrovka.

Se convirtió en un lugar público y próspero, y poco después, en un centro de bandidaje, pues en tropel llegaban gentes indocumentadas a buscar empleo o entraban a trabajar con pasaportes falsos como barrenderos y luego aprovechaban para robar en las casas.

No hace mucho tiempo, en uno de los sótanos de un edificio de Moscú, mientras se hacían reformas, se encontró un tesoro: dinero, un anillo y valores. El lugar del hallazgo hacía pensar que dicho tesoro estaba relacionado con un delito. Se investigó el caso y se pudo saber quién lo había escondido ahí.

Resultó que hace 100 años todos los periódicos moscovitas habían escrito sobre el crimen. Se trataba de un asesinato y su consecuente robo posterior. Al asesino lo encontraron en una de las casas de la Jitrovka.

A finales del siglo XIX y principios del siglo XX, no había en Moscú un lugar más criminal que la plaza Jitrovka, por ella deambulaban los delincuentes más peligrosos. Se oían numerosas leyendas de este lugar, pero lo que realmente se cocía dentro permaneció como un misterio durante mucho tiempo. Encontrar a un delincuente o incluso arrestarlo no era asunto fácil. Se los podía buscar en las pensiones nocturnas, en los burdeles, o en el famoso mercado de la Jitrovka.

Entre ellos, miles de vagabundos, mendigos profesionales, maleantes y rateros de todos los colores. Solo los policías más duros se atrevían a rondar por la zona y para mantenerse a salvo, su territorio lo escoltaban los mismos ladrones, los cuales, a cambio, recibían su recompensa.

La Jitrovka era el lugar más siniestro de Moscú en el siglo pasado. Por los laberintos de pasillos, pasajes y tortuosas escaleras que conducían a las casas de huéspedes la iluminación era inexistente. No se recomendaba a nadie ajeno aventurarse por ellas.

En la Jitrovka había continuas redadas, además de la policía, pululaba por allí la llamaba ‘brigada móvil’ que se ocupaba de los carteristas, ladrones de animales, y otro tipo de delincuencia menor.  En la zona se podía encontrar toda una gran fauna de malevaje, atracadores callejeros que desnudaban a la gente, ladrones de estación de tren y desvalijadores de casas.

Centelleantes como las brasas que se consumen en una chimenea apenas se divisaba, entre la niebla, la multitud de vagabundos junto a comerciantes, que sentados en filas, calentaban en grandes cacerolas sus grasientos salchichones para hacer un caldo que llamaban ‘alegría de perro’, gourmets de la Jitrovka que en la fiesta de las sobras comían guiso de patatas con tocino rancio, despojos de carne de cerdo y panceta en el mejor de los casos.

En 1923 la Jitrovka dejó de existir junto con todas sus guaridas, sus hospicios, prostíbulos y tabernas. Solo dejaron que se quedaran los mendigos y los inválidos en el hospicio Rumiántsev.

Las tenebrosas casas de laberintos y pasajes se reformaron para los trabajadores y la brumosa plaza de infames delincuentes solo sobrevivió en las composiciones de los clásicos, en las leyendas populares y en la imaginación de los moscovitas.

El territorio que comprende la histórica Jitrovka incluye tres iglesias, seis fincas con casas aristocráticas de los siglos XVI-XIX y todas las casas de la vecindad conocidas por el famoso libro de Guiliarovski Moscú y los moscovitas, entre ellas, los hospicios que tomaban el nombre de los dueños de los edificios como el de Yaroshenko, de Bunin o el de Rumiántsev y diferentes tabernas como la de Katorga, Sibir o Peresylni.

En el 2008 ocurrió algo inesperado: los habitantes del antiguo barrio quedaron espantados y el pánico cundió ante la noticia de que existían planes de construir un edificio de cemento y cristal en su lugar, planeado para 2.500 empleados y un aparcamiento para 250 coches.

Los residentes de la zona unieron sus esfuerzos  para reunir firmas y oponerse a tal aberración y en su lugar reconstruir la antigua plaza Jitrovka. Se derribó el edificio de la Universidad Electromecánica que ocupaba su lugar y afortunadamente el cuento acabó felizmente. Hoy en día se puede volver a pasear por la Jitrovka reconstruyendo en la imaginación las imágenes de su nebuloso pasado.

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