Según la versión oficial la persona que atentó contra el líder de la revolución el 30 de agosto de 1918 fue la resentida y fanática eserista Fanni Yefimovna Kaplán.
Foto de archivoFanni Yefimovna Kaplán perteneció al movimiento revolucionario desde los 15 años. Al principio se adhirió a los anarquistas por influencia del hombre del que estaba enamorada, Víktor Garski bandido ordinario que en algún momento llegó a ser un anarquista más que por convicciones políticas serias, por rentabilidad. Fue él quien involucró a Kaplán en el atentado contra el gobernador general de Kiev. La bomba que prepararon les explotó a ellos mismos, él huyó pero Fanni no pudo, resultó herida y fue juzgada.
Por el fallido atentado se le aplicó la pena de muerte que luego se conmutó a cadena perpetua debido a la minoría de edad. La enviaron al campo de trabajos forzados más duro de Rusia, a la prisión de Akatúi donde perdió la vista casi completamente. Salió en libertad después de la amnistía declarada en la Revolución de Febrero como una revolucionaria socialista convencida.
Hasta el 6 de julio, los socialrevolucionarios o eseristas y los bolcheviques estaban en un mismo bloque, pero tras estallar el llamado motín izquierdista eserista, empezó en esencia una guerra civil. En ese momento no se habían cumplido las promesas del Partido ni el programa agrario. La gente se sentía engañada.
El 30 de agosto de 1918 tras el atentado contra el jefe de la Cheka en Petrogrado, Moiséi Uritski, a Lenin le aconsejan vívamente abstenerse de acudir a mítines. Yákov Mijáilovich Sverdlov le recuerda a Lenin que los bolcheviques no pueden temer al enemigo y que el pueblo no entendería que los comunistas mostraran debilidad. Lenin se dirigió a la fábrica de Míjelson en la que debía pronunciar su discurso, sin escolta alguna. Al salir, una mujer lo paró y habló con él unos dos minutos. Al dar Lenin el último paso hacia el coche se lanzó el primer disparo.
Yákov Mijáilovich Sverdlov (en el centro) junto a Lenin.
Dominio públicoLa versión del atentado por parte de Kaplán está construida solo sobre declaraciones de testigos. Ninguna pista, ninguna evidencia física. A primera vista no hay nada extraño en esto si no hubiera una evidente confusión de los hechos, de la cronología y de los detalles del suceso. Entre las personas que declararon se encontraba el chófer de Lenin, Piotr Guil, en cuya primera declaración afirmaba haber visto alzarse la mano de una mujer que apuntaba con un revólver a Lenin, revólver que luego lanzó al suelo y ella desapareció entre la multitud. El chófer declaró unas cuantas veces más y cada vez de forma diferente. Para confundir más las versiones, la Browning con la que supuestamente disparó Kaplán apareció a los tres días, cuando le aplicaron la sentencia.
En 1918 no se llevó a cabo ninguna peritación balística ni de huellas dactilares. No hay ninguna prueba de que Kaplán sostuviera el revólver en las manos en ningún momento. Lo único que se sabe en nuestros días es que la bala extraída del cuello de Lenin en el año 22 había sido disparada desde una Browning. El único hecho que confirma que disparara Kaplán es el reconocimiento de la propia terrorista que afirmó haber disparado por propia convicción, no saber cuántas veces, ni con qué revólver, cuando no había razón para esconder tales detalles.
La Browning que se encontró al tercer día después del atentado contenía cuatro cartuchos de seis posibles. Lo que quiere decir que de ese revólver no se produjeron más de dos disparos. Sin embargo, en la chaqueta de Lenin había tres agujeros de disparo y este hecho era difícil de discutir. Las marcas de bala en la chaqueta no coincidían con las heridas del cuerpo.
Los organizadores de un supuesto montaje debían explicar obligatoriamente el orificio sobrante en la chaqueta de Lenin. Para esto había que demostrar que hubo tres disparos y no dos y que, de hecho, correspondía al protocolo de la inspección de la pistola.
Las pruebas se encontraron. Como recordamos, más cerca que nadie de Lenin en el momento del atentado se encontraba otra mujer, que en el camino de la fábrica al coche discutía con el líder sobre la injusticia bolchevique. Tras los disparos, nadie se acordó de ella, pero sí cuando hubo que explicar los tres agujeros de bala en la chaqueta de Lenin. Como está escrito en los archivos de la investigación, la mujer atendía por el nombre de Popova, y el tercer disparo rozaría la chaqueta de Lenin pero no llegó al cuerpo, sino que hirió a Popova. Y en esta versión se apoya e insiste la Historia del periodo soviético.
Aun así, esto no convenció a nadie y muchos investigadores promovieron la idea de que la chaqueta había sido anteriormente atravesada.
Se afirma también que los bolcheviques arrestaron a Kaplán simplemente como sospechosa y luego se apresuraron a fusilarla. Declararon que era eserista, mientras que el Partido de los eseristas negaba su afiliación y exigía una investigación y un juicio. Realmente en el momento del atentado, Kaplán no pertenecía al Partido y que ella fuera la persona designada para disparar es dudoso ya que los eseristas eran profesionales en la preparación de actos terroristas y es poco probable que le encomendaran el atentado a una persona con tales deficiencias visuales como tenía ella. Lo que es cierto es que de alguna manera participó en el complot. Una vez cumplida su misión, Fanni Kaplán desaparecería para siempre.
Las circunstancias de la muerte de Kaplán se dieron a conocer tiempo después y surgió otra versión de quién podría estar detrás del atentado al líder del proletariado.
Sverdlov era entonces un joven de 34 años que llegó a ser, literalmente en un año, la mano derecha de Lenin y primer sospechoso de la organización del atentado. Aunque no se sabe si participó en la preparación del atentado o no, lo que está claro es que podía beneficiarle.
El propio Lenin sabía que había muchos enemigos deseando acabar con ellos e incluso le consultó a Trotski si podrían Sverdlov y Bujarin tomar el mando en caso de que la Guardia Blanca los asesinara a él y a Trotski. El aire de Moscú olía a atentado más que nunca. Lenin lo presentía o lo sabía y desconfiaba en extremo de los médicos que le habían tratado. Entendía que lo querían despojar del poder.
Según testimonios modernos, en agosto de 1918 en las manos de Sverdlovsk se concentraba todo el poder soviético de forma fáctica pero no oficial, pues el presidente del Sovnarkom y cabeza del Gobierno seguía siendo Lenin. 1918 fue el escenario de la lucha entre dos líderes del Partido Lenin y Sverdlov. Después del atentado, Sverdlov empezó a comportarse de una manera extraña. Precisamente él fue el que sacó a Kaplán de la cárcel de la Cheka, en Lubianka y la instaló en el Kremlin, tras lo cual le ordenó al comandante del Kremlin que le dispararan.
A Kaplán la arrestaron tras someterla a varios interrogatorios, y no antes del 31 de agosto ni más tarde del 3 de septiembre llega la orden de Sverdlov al Kremlin. El 3 de septiembre la fusilaron de forma más cruel que misteriosa ordenando que desaparecieran sus restos. Le pegaron un tiro en un callejón en el recinto del Kremlin, rociaron el cuerpo con gasolina, lo echaron en un barril de hierro y prendieron una cerilla. Una barata incineración para los tiempos que corren. Incluso prescindieron de un médico que confirmara la muerte como era habitual. Esto hace pensar que lo importante era no simplemente obligar a Kaplán a callar, sino evitar el procedimiento de identificación del cadáver a los testigos del atentado.
A la versión oficial de los disparos de Kaplán Lenin se mostró incrédulo e incluso quedó sorprendido al saber la noticia del asesinato de la terrorista, lo cual no deja de ser sorprendente tampoco.
Para hacer más confuso el asunto, el presidente del Comité Central, Yákov Mijáilovich Sverdlov muere de repente en la mañana del 16 marzo de 1919. Media hora antes de morir Sverdlov visitó a Lenin. De qué hablaron, no se sabe. Luego, en silencio, le estrechó la mano y después murió.
Tras la defunción, Lenin llamó a Trotski y le comunicó: “Ha muerto”. Según dicen, Lenin no pronunció ni una palabra de compasión por la muerte de Sverdlov. En el día del enterramiento junto a los muros del Kremlin, aparece en imágenes grabadas, Iósif Stalin. También estuvo en el enterramiento de Lenin, pero por alguna razón las imágenes se borraron. El 8 de julio de 1922 hay un juicio especial para los eseristas derechistas en Moscú. Se borraron las imágenes del proceso y más tarde se consiguió recuperarlas con ayuda de los ordenadores, gracias a las cuales se ha podido saber quiénes fueron los que prepararon el atentado contra Lenin y quién disparó: el militante eserista Grigori Ivánovich Semiónov organizó el atentado y envió a la fábrica a la asesina, Lidia Vasílievna Konopliova, militante y amiga de Semiónov, la que disparó a Lenin. Empezaba el terror rojo y para ello había que encontrar un motivo.
En el archivo central del FSB se conservan los materiales de la investigación que hoy revelan la verdadera conspiración de 1918. Hacía falta no solo matar a Lenin sino también culpar del asesinato y firmar una pena de muerte. Ambos, Grigori y Lidia desde 1918 sirvieron en la Cheka y en el mismo año de 1918 entraron en el partido de los eseristas como clásicos provocadores. La tarde del 30 de agosto de 1918 a Lenin lo dispararon dos personas, el chekista, Alexánder Protopopov y la militante Lidia Konopliova. Hubo otro implicado Konstantín Úsov. Aunque en ese momento quedaron en libertad, todos serían después fusilados en el 37.
Si volvemos al asunto de Kaplán, sabemos que en 1906 con 16 años, se enamora de Garski. Cuando salió de prisión lo primero que hizo fue buscar a su amado. Se reencontraron pero él le comunicó que su amor por ella había muerto. Él era todavía anarquista. Ya no la necesitaba e incluso era peligrosa. Aún así aprovechó el incondicional amor de su antigua amiga. El 28 de agosto Garski llega a Moscú y se encuentra con su cercano conocido Sverdlov y seguramente este último le ofrece participar en el atentado.
Fanni Kaplán ya había estado en prisión 11 años por asumir un crimen que no cometió y la persona por la cual hizo esto era Víktor Garski. Es posible que le comunicaran que Garski participaría en el atentado y una vez más, como esclava de su destino y aún enamorada, asumiría una culpa ajena o quizá fuera un acto suicida por el abandono de Garski y la soledad en la que se vio sumida. El 18 de agosto, medio ciega, acudió Fanni Kaplán adonde le indicaron.
Fanni Kaplán en 1890.
Dominio públicoSe sabe que a la insistente pregunta que le hiciera el comisario de policía: “¿Si usted no disparó por qué asistió al lugar del atentado?”, Fanni solamente encogió los hombros y contestó: “¿Y qué falta le hace saber eso?”.
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