El teatro Sputnik, nueve años apostando por la dramaturgia rusa contemporánea

En diciembre de 2012, la Sala Beckett de Barcelona programó las lecturas dramatizadas de las obras de dos dramaturgos rusos contemporáneos, Yaroslava Pulinóvich y Mijaíl Durnenkov. Fue la primera vez que se realizó en España un intercambio cultural de estas características. En Inglaterra, el Sputnik tiene algo más de recorrido. Centrado exclusivamente en la nueva dramaturgia del país eslavo, este proyecto se ha erigido como la propuesta más original fuera de Rusia. Además de traducir y llevar a la escena nuevas producciones, el Sputnik prepara ya la segunda edición del Festival de Teatro Ruso. RBTH ha charlado con su director artísitico,Noah Birksted-Breen.

 

"El sueño de Natasha" de Yaroslava Pulinóvich

¿Cómo nació el proyecto Sputnik?

Fue una iniciativa de la actriz Leila Gray y mía, en tanto director. Queríamos llevar a escena textos rusos, aunque no estábamos seguros de encontrar propuestas que se adaptaran a nuestros gustos. Ambos hemos estudiado ruso en la universidad y queríamos combinar nuestro amor por el teatro con nuestro interés por la cultura rusa. Rápidamente encontramos la obra de Oleg Bogaev Rússkaia Naródnaia Pochta [Correo público ruso]. Luego Leila se fue a vivir a Alemania pero yo decidí seguir con el proyecto.  

¿Pensaron que era una decisión demasiado arriesgada apostar exclusivamente por la dramaturgia de un país concreto?

Existe una expresión en ruso que viene a decir que hay cosas en la vida que te divierte hacerlas o en las que crees a ciegas, pero que no por ello te hacen la vida más fácil, más bien te la complican. Desde luego dirigir una compañía que sólo programa obras de otro país no te hace la vida más fácil. Pero creo que presentando obras que son muy distintas en estilo y contenido a las de aquí pongo mi humilde granito de arena en la evolución del teatro de mi país. 

¿Aspira a mezclar ambas tradiciones?

Parte del esfuerzo apunta en esa línea. En mi caso, reconozco la influencia que he recibido de la escuela de dirección escénica rusa, aunque mi base es la británica. Pero sí, me gustaría promover actividades que fusionaran las dos tradiciones y así diversificar el proyecto Sputnik, aprovechando la experiencia que he ido acumulando en este tiempo.

¿Cuál ha sido el criterio de selección hasta ahora?

Intento escoger las obras que muestren la variedad de la dramaturgia rusa, aunque la mayoría pertenecen a lo que podríamos llamar una “nueva ola” de dramaturgos en torno a Liubimovka, el festival de teatro creado en 1990. Estos creadores no estaban de acuerdo con la manera como los trataban los directores de los teatros rusos.

También reclamaban tener más oportunidades para estrenar sus obras. Sin embargo, dentro de este grupo hay una variedad muy grande de estilos, del drama poético al realismo psicológico, de las lecturas dramatizadas a las sátiras políticas futuristas.

¿Es la dramaturgia contemporánea rusa un espacio de libertad creativa y experimentación?

Me temo que el teatro ruso, en general, es bastante conservador. Hay algunos directores de escena originales pero no hay mucho espacio para el dramaturgo. Esto ha cambiado algo en los últimos años, especialmente desde que el responsable de cultura de Moscú, Serguéi Kapkov, ha priorizado los estrenos que buscan la innovación. No se puede decir lo mismo fuera de la capital, donde las autoridades parecen tener miedo a los cambios. Creo que sólo hay unos pocos teatros donde se puedan encontrar propuestas realmente nuevas. 

¿Qué opinión le merece la labor desempeñada por el Instituto de Traducción ruso?

Puede que no sea muy objetiva dado que he recibido por parte del Instituto la subvención para traducir tres obras. Desde luego ha sido un apoyo muy importante para la compañía. Parece que Rusia ha entendido que una manera de promocionar su imagen es haciendo posible que llegue a otros países. Es algo que el British Council lleva haciendo muchos años. Y parece que el Instituto de Traducción está siguiendo la estela, al menos para llegar algunos vacíos en lo que respecta a la promovían de la cultura rusa en el exterior.

¿Cree que los europeos tienen una idea clara de lo que sucede en Rusia?

"Una hora y dieciocho minutos" de Elena Gremina

Los ingleses en general, y los jóvenes en particular, saben muy poco de lo que sucede en Rusia. Durante muchos años la realidad rusa no ha tenido presencia en los noticiarios y su cultura apenas llegaba, a excepción de un nicho de mercado muy concreto. Ahora la gente ve algunas noticias sobre Rusia en los informativos, la mayoría sobre aspectos sensacionalistas.

Lo bueno es que ha vuelto el interés por Rusia, lo malo es que se conoce muy poco, más allá de los tópicos. Por eso uno de nuestros proyectos es el intercambio de profesionales de cada país para ayudar a tender puentes y formar un grupo de creadores que sepa acercarse a la realidad del otro sin clichés.

Como director británico, ¿con que se encuentra al enfrentarse a un texto ruso?

Una de las diferencias más importantes de la dramaturgia rusa –no siempre, pero bastante a menudo- es que el dramaturgo espera que el director aporte una gran concepto a la producción, que enriquezca el texto de alguna manera u otra. El director ruso no sólo interpreta el texto, también crea todo un mundo. Eso a veces juega a favor del texto y otras en contra, depende de la habilidad del director. Esto ha cambiado bastante.

Pero es diferente en Gran Bretaña, donde el texto es “sagrado”. También se refleja en que el dramaturgo ruso pone desafíos al director, por ejemplo, incluyendo indicaciones que son casi imposibles de llevar a la práctica. Lo que intentan es provocar una respuesta creativa por parte del director.

¿En qué nuevos textos o autores están interesados ahora?

Ahora estamos trabajando en la organización de una nueva edición del festival en 2015 que mostrará el trabajo de cinco dramaturgos rusos, procedentes de distintos teatros. Se realizará en colaboración con el Theatre Royal Plytmouth, el teatro público más importante en Gran Bretaña después del National y la Royal Shakespeare Company.

Invitaremos a directores, coreógrafos y artistas británicos para que dirigían lecturas dramatizadas. Estamos buscando la inversión suficiente para que el festival pueda celebrarse en otros países simultáneamente. Estamos teniendo en cuenta obras de los últimos quince años, no solo las más recientes, porque hay algunas muy buenas que no han tenido la oportunidad de ser descubiertas en Occidente. En ocho meses tendremos hecha la selección.

¿Las producciones del Sputnik han salido fuera de Gran Bretaña?

Sólo hemos realizado una pequeña gira por Rusia en 2008: dos funciones en el Festival Kolyada de Ekaterimburgo y dos más en el Teatr.doc de Moscú con la obra de Oleg Bogaev.

La producción era claramente distinta a las rusas, pero nos dijeron que habíamos captado la esencia de la obra. Ésta tiene muchas referencias a la vida soviética, en especial las canciones.

En Rusia se suelen cantar hasta el final porque tiene un efecto nostálgico. Eso no hubiera resultado en Gran Bretaña, así que trabajamos las letras para que interactuaran con la narrativa de una forma más textual.

¿Tienen alguna colaboración estable con algún teatro ruso?

Sputnik no tiene vinculación formal con ningún teatro ruso pero sí tenemos muchos contactos informales con gente vinculada a ellos. Uno de nuestros asesores artísticos es Elena Kovalskaia, crítica teatral y directora del Festival Lyubimovka durante muchos años.

Más información en Sputnik Theatre.

Las imágenes son cedidas por Sputnik Theater.

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