Evgueni Yufit. Fuente: PhotoXpress
En un reciente artículo Vladímir Sorokin en jugaba con la idea de que el samizdat y el underground podían vovler a Rusia debido al creciente conservadurismo y autoritarismo del Kremlin.
El samizdat, como ustedes saben, era la literatura prohibida que se pasaba de mano en mano, circulando a través de canales no oficiales. El underground se refiere sin embargo a un grupo de movimientos artísticos que aparecieron a finales de los años 70. De entre todos ellos, nos vamos a centrar en los necro-realistas, posiblemente el grupo más transgresor.
Este movimiento emergió en la entonces Leningrado en torno a 1980. Originalmente, un grupo de jóvenes comenzaron a explorar experimentos irracionales, organizando en trenes discusiones sobre medicina forense, reproduciendo comportamientos animales en público y mostrando imágenes de cadáveres y películas de supuestos suicidios. Otras de sus performances era ‘apalear’ a uno de los miembros en la calle, tirar maniquíes desde edificios altos o correr desnudos desde estaciones de metro.
Según el antropólogo de la Universidad de Berkeley, Alexéi Yurchak, los necro-realistas comenzaron estos actos llevados por el lúdico objetivo de provocar y por la curiosidad de estudiar las reacciones de la gente.
Evgueni Yufit, Andrei Mertvy, Vladímir Kustov, Oleg Kotlnikov, Konstantín Mitenev, Yuri Krasev y Andréi Panov querían provocar pero sin arriesgarse a hacer nada claramente ilegal o políticamente subversivo.
Evgueni Yufit joven. Fuente: Kinopoisk.ru |
La mayoría de ellos disfrutaba de un buen trabajo, estaban legalmente registrados y no mantenían contactos con disidentes. Según sus propias palabras, sólo buscaban sentir la alegría de forma idiota (‘tupoe vesele’) y experimentar la idiotez de forma enérgica (‘energíchnaya tupost’).
De acuerdo con Yurchak, la primera intervención de los necro-realistas fue en el invierno de 1978, cuando un grupo de jóvenes andaban vagabundeando por el centro de Leningrado, cerca de un cine. El director del cine los vio y les dijo que si limpiaban la nieve de la entrada les dejaría entrar gratis a ver una película.
Los jóvenes aceptaron y comenzaron a trabajar con las palas. A los pocos minutos se fueron quitando la ropa, uno por uno, hasta que todos se quedaron desnudos. Esta situación espontánea y absurda pronto se tornó en provocación absurda, ya que los jóvenes comenzaron la tirar nieve por todos lados.
El nombre de ‘necro-realistas’ se le ocurrió a Evgeni Yufit años más tarde en una noche de juerga. Eran los tiempos dorados del underground en Píter, con bandas como Kino y Akvarium, películas como Assa e Iglá, y personajes de la calaña de Serguéi Kuryojin y Timur Nóvikov.
Eduard von Hofmann “Atlas of Legal Medicine” 1900
También los necro-realistas fueron producto de su tiempo, del desmoronamiento de la URSS, de la idiotez y falta de legitimidad del sistema, del aburrimiento, del cinismo de la gente y de las consecuencias físicas que todo esto causaba (alcoholismo, falta de productos básicos, infecciones, adicción al tabaco…).
De alguna manera, los necro-realistas sólo exageraban lo que veían a su alrededor, jugando con la ambivalencia de la muerte, de las ausencias y presencias, y de los límites del cuerpo humano en general.
“Nosotros intentábamos crear, de forma inconsciente, situaciones que rompieran los esquemas familiares de percepción, para sentirnos fuera de los límites y de los estereotipos sociales… sin embargo, por entonces ninguno de nosotros pensaba en esos términos, ni siquiera sobre asuntos estéticos”, reconoce Yufit, años más tarde.
El carácter transgresor de las actividades estaba relacionado con la propia decadencia del régimen, con la descomposición del sistema y la falta de legitimidad de la gerontocracia en el poder.
Yurchak explica que los necro-realistas eran transgresores porque sus actuaciones no se hacían en un teatro, sino que las practicaban en su vida cotidiana y tenían consecuencias reales.
Evgeny Yufit. Foto A. Bezukladnikov
Además, ni la policía ni la gente en general entendía las intervenciones. Los necro-realistas no eran vistos como peligrosos políticamente, sino como un grupo de individuos que mantenían un comportamiento que no podía ser reprimido, debido a su carácter inexplicable e incoherente.
Este tipo de arte tenía como principal objetivo el de explorar los límites del Estado, de vivir en los márgenes de la sociedad. Olesya Turkina, crítica de arte, destaca cómo los necro-realistas expresaban las dudas de la sociedad a través de su cuerpo.
Fuente: youtube / necrorealism
El investigador de la universidad de Warwick, Iván Gololóbov, considera que el grupo ha influido en el lenguaje artístico del país, sobre todo a través de sus películas. Gololóbov nos explica además que a finales de los años 70 la muerte estaba ausente del ojo público. Cuando se hablaba de la guerra de Afganistán, ésta era presentada como una operación de paz y nunca aparecían combates. Poco a poco la muerte fue ganando presencia en los debates, hasta que se hizo evidente con varios conflictos en varias repúblicas de la Unión Soviética y más tarde en Chechenia.
Yurchak confirma que fue la última transgresión de la vida soviética, una transgresión basada en exagerar de forma grotesca las patologías (despolitización, cinismo, problemas de salud…) de la sociedad.
Los necro-realistas hacían presentes situaciones que eran inimaginables pero también cotidianas, suspendiendo el orden político con intervenciones que iban más allá de ‘soviético’ o ‘antisoviético’. A pesar de no tener ambiciones políticas, sus intervenciones cotidianas se volvieron transgresoras, demostrando la contingencia del régimen.
Durante la Perestroika, el grupo alcanzó cierta popularidad. Sus miembros empezaron a aparecer en televisión y a exponer en galerías rusas y de occidente. Críticos de arte y periodistas presentaban como ‘artistas’ a los miembros del grupo; algunos de ellos incluso han hecho carrera como cineastas y artistas en la Rusia postsoviética.
Las transgresiones no duran mucho. Necesitan a los límites y requieren nuevos comportamientos que oscilen en los márgenes de las normas.
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