Monasterio de Novodévichi. Fuente: Vladímir Astápkovich / Ria Novosti
La historia del cementerio de Novodévichi es inseparable del monasterio del mismo nombre que lo alberga. Lo fundó en 1525 el gran príncipe Vasili III, en honor a la unión de la ciudad de Smolensk a las tierras rusas. El nombre indicaba que era el monasterio femenino más nuevo de los que existían en Moscú. En ruso novi significa 'nuevo' y dévichi es el adjetivo derivado de la palabra que significa 'muchacha'. Es decir, que la traducción sería 'nuevo monasterio de las doncellas'.
Hay varias versiones sobre el origen del nombre del cementerio y del monasterio. Una de ellas sería su proximidad con el llamado Devichie pole o 'campo de las Doncellas'. O puede ser que fuera en honor a la primera abadesa, Yelena Devóchkina, que representaría un importantísimo papel en su historia incluso cien años después de su muerte.
Hay una cosa clara, el destino del monasterio y del cementerio de Novodévichi con sus enigmas y extraños acontecimientos en gran medida lo determinaron las mujeres que pasaron sus vidas aquí. Según la tradición rusa de entonces, si a los 23 ó 24 años una mujer no se había casado, estaba obligada a recluirse en un monasterio.
En el monasterio de Novodévichi están enterradas mujeres famosas de diferentes épocas como la zarina Sofía, hermanastra de Pedro El Grande, la progenitora de los Románov y la hija pequeña de Iván el Terrible, entre otras. Las hijas de los zares viudas estaban obligadas a prolongar su infeliz existencia en este lugar. Especialmente duro fue para la zarina Sofía, una gran mujer, inteligente, amante de la libertad, que no cedió en nada con respecto a su hermano Pedro I.
Sofia fue la primera zarina rusa que se permitió relaciones extramatrimoniales y no lo ocultaba. Algo nunca visto en aquella época. Estaba preparada para ser una futura dirigente, hablaba cinco idiomas y tenía conocimientos de Física, Matemáticas y Astronomía cuando su hermano Pedro apenas sabía escribir. Sofía supo cómo huir de la jaula del Kremlin, pero no disfrutó de la libertad por mucho tiempo. El monasterio de Novodévichi se convirtió para ella en una nueva cárcel. Aquí la encerró su hermanastro Pedro I.
Se cuenta que hasta en el monasterio encerrada fue capaz de mantener relaciones con sus amantes haciendo uso de un pasadizo subterráneo secreto que comunicaba el monasterio con Devichie pole o 'campo de las Doncellas'.
La tristeza femenina de siglos esparcida por el viento sobre el cementerio de Novodévichi no desapareció con la muerte de las mujeres que sufrieron su existencia aquí, así como tampoco el amor que ellas no pudieron entregar a nadie. Y aunque nadie crea que la buena suerte puede darse en un lugar como este, los guías del cementerio cuentan la creencia de que al apoyarse cualquier mujer en la llamada torre de Sofía y pensar en un deseo, este se cumplirá. Es un hecho demostrado que en el cementerio se concentra una energía determinada, donde parece como si el sufrimiento de las mujeres que yacen aquí enterradas hiciera que se cumplieran los deseos de las que lo visitan.
En mayo del 2005, en una de las maternidades de Moscú, ocurrió un suceso, a primera vista, habitual. Nació una niña a la que llamaron Nadezhda. La madre de la recién nacida inmediatamente asoció el nacimiento de su hija con el monasterio de Novodévichi y le pidió insistentemente a su marido que cumpliera una extraña orden: llevar una rosa al cementerio de Novodévichi a la tumba de Nadezhda Alilúyeva, la que fuera la segunda mujer de Stalin.
Pues durante siete años, la supuesta estéril mujer, había intentado dar a luz un bebé, sin éxito, hasta que visitó el monasterio de Novodévichi y se encontró con una misteriosa mujer que le susurró: “Tendrás una hija”. Dicha mujer apareció junto a la tumba de Nadezhda Alilúyeva sobre la cual, en un tiempo hubo una rosa negra de hierro fundido. Rosa que la supuestamente estéril mujer había visualizado en sueños.
Nadezhda Alilúyeva no tuvo una vida fácil y su muerte misteriosa despertó entonces no pocos rumores. Uno de ellos es que el propio Stalin le disparó en medio de una pelea conyugal, al parecer porque se permitió criticar la política inhumana del líder en relación a los campesinos. Otra de las versiones es que ella misma se disparó al saber que había sido traicionada por Stalin. Discernir la verdad entre estas versiones no era fácil y la conclusión oficial fue: suicidio.
La fuerza que emana de todas las mujeres enterradas aquí es algo que está por aclarar, lo que es indudable es que en el monasterio y en el cementerio hay una poderosa protectora.
Enigmáticas historias
Aún a finales del siglo XIX, las monjas del monasterio de Novodévichi contaban leyendas de fantasmas de abadesas protectoras. Tres figuras femeninas vestidas de negro que se deslizaban por el cementerio sin pisar el suelo aparecían para prevenir de una inminente desgracia. En el monasterio estaban seguros de que eran la primera abadesa del monasterio, Yelena Dévochkina, considerada santa y también aquí enterrada, la abadesa Dominika y la novicia Feofania.
En tiempos de Pedro I, en una ocasión unos ladrones irrumpieron en la catedral de Smolensk, en el monasterio de Novodévichi, para robar los iconos adornados con piedras preciosas. El guardián del monasterio no se despertó de su profundo sueño hasta que oyó una voz poderosa y misteriosa de mujer que le advirtió del peligro y le ordenó hacer sonar la campana grande. Así lo hizo el guardián y los ladrones salieron corriendo asustados. Al informar al zar de lo ocurrido, este mandó arrestar a todos aquellos que en sus vestimentas tuvieran restos de cera de velas. Los saqueadores acudieron a un bazar para vender las piedras preciosas y ahí los atraparon.
Estas monjas fantasmas protectoras siguen cumpliendo con su deber hasta el día de hoy. En una ocasión una mujer se libró de la muerte cuando misteriosamente su reloj se retrasó una hora, tiempo durante el cual sucedió una tragedia en su propia casa de la que podía haber resultado muerta.
El cementerio proporciona asimismo sueños premonitorios. Esto lo sabía bien Yelena Serguéyevna Bulgákova, también enterrada en el cementerio de Novodévichi al lado de su marido, el autor de El maestro y Margarita. Se dice que después de un paseo por el cementerio de Novodévichi, Mijaíl Bulgákov tuvo un sueño, en el que le pedía a su escritor favorito, Nikolái Vasílevich Gógol el siguiente deseo: “Cúbreme con tu capa de hierro”. Yelena Serguéyevna, al cabo de unos años, colocó en la tumba de Bulgákov una gran piedra funeraria que había estado situada junto a las puertas del cementerio de Novodévichi. Muchos testigos cuentan que pasado un tiempo la piedra se dio la vuelta y la cruz apareció invertida. Como se supo después, esa piedra perteneció a la antigua tumba de Gógol, piedra que se desperdició al trasladarlo a otra sepultura. De esa manera, el sueño de Bulgákov de una capa de hierro protectora se hizo realidad. Yelena cumplió todos los deseos del testamento de su marido, publicó la obra y también una secreta petición...
En la primavera de 1968 un residente de San Petersburgo visitó el cementerio de Novodévichi para colocar en la tumba de Bulgákov un ramo de flores. La novela El maestro y Margarita acababa de ser publicada y el visitante era uno de sus primeros lectores, que emocionado con la novela, decidió visitar la tumba del escritor. De repente, una mujer mayor apareció ante él y le comunicó el último deseo de Bulgákov: la mitad de sus honorarios de autor debían ser para aquella persona que después de la publicación de la novela acudiera a a su tumba a dejar flores. Esa mujer mayor era Yelena Serguéyevna.
Había tenido un sueño en el que sobre la tumba caían pétalos de flores y a la mañana siguiente, en el cementerio, junto a la tumba encontró al visitante. Y como le había encargado Bulgákov, le concedió al afortunado petersburgués la mitad de los honorarios.
Otra de tantas enigmáticas historias es la de una de las limpiadoras del cementerio que sufría de glaucoma y se encontraba al borde de la pérdida total de la visión cuando sucedió un milagro: una voz le susurró dejarse mojar por el agua de lluvia y recuperó la vista en gran parte. En otra ocasión ocurrió una cura milagrosa de un niño que sufría de leucemia, cuya madre rezaba mientras paseaba por el cementerio y al poco tiempo recibió dinero de un fondo para la operación de su hijo.
Hoy en día, el cementerio de Novodévichi es uno de los lugares más visitados de la capital, con más de siete hectáreas y 26.000 personas enterradas: personajes que cerraron la historia de la Rus, del Imperio ruso, de la Unión Soviética, y finalmente, de Rusia.
Todos los derechos reservados por Rossíiskaia Gazeta.
Suscríbete
a nuestro boletín
Reciba en su buzón el boletín informativo con los mejores artículos sobre Rusia: