Esta construcción fue uno de los más de pérfidos y secretos proyectos de Stalin.
A. Savin / WikipediaEn 1937 en uno de los apartamentos de la Casa del Malecón, un escolar moscovita, Lioba Fedótov, predijo la fecha exacta de la Segunda Guerra Mundial, para la que aún faltaban cuatro años, y no solo eso, sino también acontecimientos de un futuro lejano como el vuelo del hombre a la Luna. El diario lo encontró años más tarde el cineasta y dramaturgo Lev Roshal, entre papeles polvorientos en la Casa del Malecón y lo que leyó en ellos, le conmovió.
Pero el don de predecir el futuro en la Casa el Malecón estaba destinado a otra persona. Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin, por cuya orden se construyó en esta casa un portal al futuro.
Una tarde de octubre de 1926, en la dacha gubernamental a las afueras de Moscú, el secreto Consejo Mágico, creado por iniciativa de Stalin, estudiaba la posibilidad de algo que hacía tiempo le inquietaba al líder: cómo aprender a predecir los acontecimientos futuros, la llave hacia un poder sin límites.
Los magos del Kremlin le aseguraron a Stalin que el poder de predecir el futuro era totalmente posible, pero que para ello era necesario construir un edificio con ciertas peculiaridades y que sería, en cierta manera, un punto energético, una puerta que sirviera de enlace a otro tiempo.
Stalin duda, le parece demasiado fantástica la idea en un primer momento, pero el Consejo Mágico le asegura la veracidad de la misma basándose en casos de tales casas mágicas que ya existieron en los tiempos antiguos.
Definitivamente, Stalin, debido a su desmesurada ansiedad por conocer el futuro y poseer un poder ilimitado accede a construir un edificio de tales características. Busca a la persona a la que se le puede confiar este proyecto. Esa persona existe, es el arquitecto Borís Iofán, que trabaja en el extranjero, dispone de conocimientos de construcción de antiguas edificaciones y tiene experiencia en erigir edificios monumentales.
Stalin le pide personalmente abandonar Italia para venir a Rusia. En ese momento, el Consejo Mágico le proporciona a Stalin la fecha exacta en la que debe colocarse la primera piedra de la casa-mausoleo: el 20 de enero de 1928. El lugar para la construcción debía encontrarse a poca distancia del Kremlin a la vista del propio Caudillo y poseer una excepcional energía.
Después de muchas discusiones, el Consejo determina el lugar exacto donde debía iniciarse la construcción: en la orilla derecha del río Moscova, ocupando las calles de Bersenévskaya naberézhnaya y la de Serafímovich.
Rituales mágicos en un lugar con historia
En tiempos de Iván el Terrible, el opríchnik Maliuta Skurátov, construyó una mansión con estancias subterráneas y por debajo del río se construyó un túnel que conducía al Kremlin y por el cual se llegaba a los aposentos del zar. Precisamente sobre este túnel, los magos decidieron erigir esta enorme construcción y el mismo túnel utilizarlo como portal hacia el futuro. Para reforzar el poder energético, los magos planearon construir un nuevo sistema de pasos subterráneos, conservando para ello los ya existentes laberintos.
Durante la construcción de la Casa del Malecón se llevaron a cabo rituales mágicos que le proporcionaron una fuerza y energía sin precedentes y entre diez magos decidieron el lugar exacto de ubicación del portal al futuro que debía abrirse para Stalin un determinado día a una hora concreta.
El dueño del Kremlin controló personalmente cada etapa de la construcción de la casa, de la cual, muchas partes se llevaron a cabo por la noche mientras era vigilada por los funcionarios del NKVD y a los obreros los cambiaban cada día. Pero el proyecto general, por orden de Stalin, nadie lo vio aparte del Consejo Mágico y del arquitecto Iofán.
Una de las particularidades que se pueden observar en el plano de la Casa del Malecón es que visto desde arriba, el edificio tiene forma de llave, lo que en la magia significaba el paso a otra dimensión, al conocimiento del futuro.
Hasta la fecha de hoy existen otros detalles de la construcción de la Casa del Malecón que ni siquiera conocen los trabajadores de mantenimiento del edificio, así como tampoco los pasos subterráneos y laberintos. Una de las curiosidades de la casa es que falta el zaguán n.º 11. Después del n.º 10, inmediatamente le sigue el n.º 12. No es un error de los constructores, sino un plan premeditado de los magos. El número 11 se asocia con el planeta Urano, que simboliza cambios impredecibles, revoluciones y levantamientos.
La Casa del Malecón. Vista del plano superior. Fuente: lastdjedai.livejournal.com
Al eliminarlo, aumentaba la fuerza energética del portal mágico al futuro que quedaría precisamente entre el n.º 10 y el 12.º. De ahí debía partir el subterráneo que conduciría hasta él y por donde debía pasar el Caudillo.
La Casa del Malecón debía construirse con rapidez, Stalin no podía esperar. Según los magos, la puerta tenía que inaugurarse el 8 de junio de 1937, el día de un eclipse de sol, pero para eso debían llevar a cabo rituales mágicos e instalar a todos los inquilinos.
Se prestó gran atención a la luz del edificio. Iofán propuso que la Casa fuera roja, para armonizar con el Kremlin, pero los magos le disuadieron firmemente de la idea afirmando que la casa solo podía ser gris.
El color gris nivelaba las conciencias de las personas que habitan la casa, hacía sentir incomodidad, depresión, cansancio, y en segundo lugar, apagaba la voluntad y no les daba la posibilidad de oponerse a la única persona que quiso que llegaran aquí. Es el color de los ritos de magia negra.
Los primeros inquilinos empezaron a experimentar extraños e inexplicables sucesos y el mágico edificio-mausoleo parecía exigir víctimas como ofrendas.
Los plazos acuciaban, a causa de un incendio se retrasaron las obras, pero a finales de noviembre de 1931, tres años después del comienzo de la construcción, se inauguró. Era el edificio de viviendas más grande de Europa. Los magos advirtieron a Stalin de que esa casa con tanta fuerza energética podía influir en la psique de los residentes y provocar infundado miedo, pánico o dolor. De hecho, hubo muertes súbitas, ahogos, desmayos, ataques de miedo y suicidios.
A Stalin le importaban poco estos “detalles”, puesto que para él la vida humana no tenía gran valor. Al contrario, esta peculiaridad de la casa le daba la oportunidad de controlar y someter a sus residentes. Por esa razón, decide que en la casa viva la élite gubernamental y militar del país, así como personalidades del mundo intelectual, que se instalarían en 1931. En el caso de artistas e intelectuales, como se sabe, representaban una amenaza para el sistema y debían estar controlados y vigilados.
En 1931, se instala la familia Fedótov. Nada más instalarse Lioba sintió la necesidad irrefrenable de dirigirse al sótano, como si le impulsara una fuerza desconocida, para buscar el paso subterráneo que conducía al Kremlin.
Stalin espera con ansiedad el día de atravesar el portal, dirigir el tiempo a su favor y predecir el futuro.
Llega el día soñado: 8 de junio de 1937, día de un eclipse total de sol. Los magos consideran que ese día el portal se abrirá solo unos pocos minutos, tras lo cual las puertas se cerrarán, minutos que serían suficientes para poder entrar solo una persona y recibir el don de la predicción del futuro.
Se dice que los eclipses de Sol y de Luna siempre conllevan determinadas consecuencias fatales, por eso, no se recomienda una semana antes del eclipse realizar ninguna empresa. Pero los magos no prestan atención a esa fatalidad y aconsejan a Stalin darse prisa. El día indicado, Stalin abandona su despacho del Kremlin y desciende al túnel, por el que pasó en un tiempo Maliuta Skurátov, para llegar al punto escondido bajo la Casa del Malecón.
Ese mismo día a la misma hora sale de su casa y se dirige por el túnel aquella persona que estaría destinada a arruinar los planes del Caudillo: el escolar moscovita, Liova Fedótov cuya curiosidad infantil le llevó hacia el sótano. Más de una hora Liova Fedótov vaga por los pasillos de los sótanos de la siniestra estructura, cansado y agotado no cesa en su empeño de encontrar el pasadizo subterráneo que conduce al Kremlin, lucha contra el miedo y sigue adelante, se encuentra una puerta, intenta abrirla e inesperadamente pierde el conocimiento como por una especie de descarga eléctrica.
Una vez recuperado el conocimiento, intenta con dificultad recordar lo que le ha pasado y se apresura a casa sin saber que ha recibido el don de la predicción del futuro.
Mientras tanto, Stalin, inesperadamente se encuentra con una puerta de hierro, intenta abrirla, pero la puerta no cede y sigue intentándolo pero sin éxito, como si una extraña fuerza se lo impidiera.
Stalin enfurecido, llama a los magos. Estos ya saben que el portal se ha abierto para otra persona de la casa pero ignoran para quién...
Todos los derechos reservados por Rossíiskaia Gazeta.
Suscríbete
a nuestro boletín
Reciba en su buzón el boletín informativo con los mejores artículos sobre Rusia: