Dibujado por Niyaz Karim
Antes de ello, en Rusia se utilizaba para designar a los automóviles la palabra 'máquina'; de modo que la frase 'Él tiene una máquina' significaba inequívocamente que esa máquina no era ni de coser, ni para lavar la ropa, sino que se trataba de un automóvil, y poseer uno en aquella época le confería a su propietario un alto estatus social. Pero cuando todo el mundo comenzó a tener coche, dejó de haber motivos para sentirse orgulloso de ello; por el contrario, la gente comenzó a referirse a los coches con menosprecio, como si fueran algo meramente auxiliar y secundario, y entonces se les empezó a llamar irónicamente 'tachka'.
La expresión 'coger una tachka', por lo tanto, se convirtió en sinónimo de 'coger un taxi': y como no había taxis oficiales suficientes, bastaba con quedarse de pie en el bordillo de la acera y levantar la mano: casi de inmediato se detenía enfrente un coche cuyo conductor estaba dispuesto a ganarse algo de dinero por llevarte.
Si en 1970 por las carreteras rusas circulaban sólo coches de fabricación nacional, en los años 80 se empezó a importar cada vez más automóviles del extranjero. Y lo importante no era de qué marca eran los coches, sino el hecho de que fueran extranjeros. En la lengua rusa este hecho se reflejó con la aparición de una nueva palabra: 'inomarka' ('ino' es la abreviatura de 'inostránnaya', 'extranjera', y 'marka' significa marca). Entonces, ser propietario de una 'inomarka' (y no solo de un coche) se convirtió en un rasgo de alto estatus social. Llamar a un 'inomarka' despectivamente 'tachka' tenía todavía más efecto.
En los años 90, cuando empezó a haber cada vez más 'inomarkas', estos comenzaron a distinguirse entre ellos y los más representativos adquirieron la variante rusa de su nombre. De este modo, Mercedes pasó a llamarse irónicamente Merin, que contiene las tres primeras letras: por un lado es una abreviatura fácil y cómoda y por otro lado era una manera más de tratarlo de forma irónica y despectiva, ya que la palabra rusa 'merin' significa 'caballo castrado'.
La marca alemana BMW recibió también su nombre ruso, en esta ocasión a partir de la primera de sus siglas: Bumer. A diferencia de 'merin', la palabra 'bumer' no existía antes en la lengua rusa; sin embargo, tras la aparición a finales de los años 90 de la película de culto Bumer, esta palabra adquirió un significado especial. Y es que BMW era una marca especialmente valorada por las organizaciones criminales, y la película Bumer, de hecho trata de cuatro amigos que intentan sin éxito escapar de la justicia viajando en un BMW por el interior de Rusia. El Bumer se convirtió tristemente en símbolo de la época de bandidaje sin límites de los años 90.
En la Rusia de hoy en día, las marcas de coches más populares son probablemente las japonesas: Toyota, Honda, Nissan, etc; para designarlos se suele utilizar el nombre genérico diminutivo cariñoso 'yaponka' (que significa básicamente 'mujer japonesa').
Los grandes vehículos 4x4 (que, por cierto, predominan en las calles asfaltadas de las ciudades) son generalmente llamados jeeps, y las marcas más caras de coches no se han reunido bajo un nombre genérico, han quedado simplemente como Bentley, Mazerati o Infiniti. Y a modo de ejemplo de la estratificación social por marcas de coches servirían las declaraciones de una joven conductora de un Audi que se queja ofendida de que el conductor de un Opel o un Volkswagen intenta ligar con ella.
Hace poco, el multimillonario Mijaíl Prójorov hizo un intento de recuperar los coches de fabricación nacional en las carreteras rusas, al anunciar los planes de lanzamiento de un nuevo automóvil cuyo nombre contendría una sola letra, aunque esta sólo existe en la lengua rusa: se trata de la letra Ё. En alfabeto latino, este sonido se representa con dos letras: 'io', que corresponden a su pronunciación. El alfabeto latino, sin embargo, no logra transmitir el doble sentido de la letra Ё, que pronunciada sola tiene un matiz sexual, ya que es la primera letra de la palabrota rusa más popular.
Los nombres de automóviles son un ámbito en el que siempre aparecen dobles sentidos. Justo después de la Segunda Guerra Mundial, en la URSS se comenzó a fabricar un vehículo al que se pretendía llamar Ródina (que significa Patria en ruso). Se dice que, al enterarse de ello, Stalin hizo notar: “entonces se podrá preguntar: ¿por cuánto has vendido tu Patria?”, por lo que el nombre del coche se cambió a Pobeda ('Victoria' en ruso).
Otro caso parecido tuvo lugar en los años 70, cuando se comenzaron a fabricar automóviles rusos Zhigulí para su exportación, pero resultó que al oír este nombre (que hace referencia a una región geográfica del Volga), a los clientes les venía a la mente la palabra italiana 'gigoló'.
Y lo mismo sucedió en el sentido contrario: el nombre del consorcio coreano SsangYong, en su pronunciación rusa, se asocia en gran medida a una palabra no muy agradable relacionada con el proceso de la evacuación urinaria, por lo que, evidentemente, para los modelos de esta compañía en Rusia se utilizan otros nombres.
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