Cartografías del poder ruso

Es una imagen convertida ya en ritual. En cada toma de posesión, el nuevo presidente de la Federación de Rusia penetra solemnemente por la Sala de San Andrés, antiguo salón del trono del Kremlin. Avanza por una alfombra roja que parece interminable mientras le dan un caluroso aplauso los invitados: altos mandos del ejército, de la iglesia, conocidos rostros del ámbito de la cultura y la ciencia. La televisión capta hasta el más mínimo detalle. Todo se mide al milímetro en esta gran puesta en escena. Las imágenes de la retransmisión dan la vuelta al mundo. El fotógrafo Armin Linke nos descubre este y otros espacios donde se concentra el poder en toda la extensión de la palabra.

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Armin Linke (Milán, 1966) vive entre Milán y Berlín. Es un artista que trabaja tanto en cine como en la fotografía, combina diferentes medios para difuminar la frontera entre ficción y realidad. Actualmente trabaja en un archivo permanente sobre la actividad humana y los más variados paisajes naturales y artificiales. Su instalación multimedia sobre el actual paisaje alpino, fue premiada en la novena Bienal de Arquitectura de Venecia y en el Festival de Graz de Arquitectura.
Es profesor en la HFG Karlsruhe, y profesor invitado de las Artes y Diseño de la Universidad IUAV de Venecia, investigador afiliado al Programa de Artes Visuales del MIT Cambridge.

“La fotografía se compone de muchas decisiones que tienes que tomar en un abrir y cerrar de ojos con la ayuda de la intuición —explica Armin Linke sobre su modus operandi—. La planificación es importante: antes de improvisar necesitas saber perfectamente lo que quieres hacer. Es algo parecido al teatro o la música, primero necesitas unas pautas para luego saltártelas si hace falta”.

La serie que presentó en 2011 con ocasión de la IV Bienal de Arte Contemporáneo de Moscú era una variante —el mismo esquema trasladado a otras coordenadas— del proyecto “Body of the State”, un encargo del Ministerio de Patrimonio y Actividades Culturales italiano.

En él, retrató con su cámara los principales organismos estatales, prestando una especial atención a la arquitectura. Algunos son espacios conocidos porque aparecen con regularidad en los medios de comunicación: parlamentos, zonas de reunión, salas reservadas a actos protocolarios, gabinetes de prensa. Pero también hay otros que están en la penumbra y que, junto con los primeros, conforman el mapa completo del poder, la suma de los 'paisajes interiores' por donde transitan y habitan quienes toman las decisiones y sus subalternos.

El proyecto no se limita a la política, abarca otras instituciones de la capital italiana: salas del Vaticano, de la Televisión pública (RAI) o del poder judicial. Apenas hay presencia humana, pero en sus fotografías se puede analizar todo el ceremonial y la puesta en escena. En otras palabras, la imagen que emana del poder.

En Rusia, Armin Linke ha hecho lo propio en las salas oficiales de la Duma, el Ministerio de Interior, la Agencia de noticias TASS, la Ciudad de las Estrellas o la Biblioteca Estatal Lenin.

Fue el emperador Constantino VII quien, según el filósofo Giorgio Agamben, estableció los protocolos para que “hasta el más mínimo gesto, adorno, ornamento, palabra, silencio o lugar escapara de sus fórmulas rituales y todo fuera meticulosamente catalogado”.

Algo parecido hizo Pedro el Grande. Con sus innumerables leyes y reglamentos, organizó su imperio y la imagen que quería proyectar de él. Para ello, legisló la arquitectura, el arte, el urbanismo, la moda, el protocolo. Armin Linke, tanto en Roma como en Moscú, identifica aquellas localizaciones que considera esenciales para definir un mapa de la autoridad, donde el poder se hace visible a través de la actividad que genera, las ceremonias, la toma de decisiones. Por eso, son semánticamente tan densas. A primera vista estos espacios parecen suntuosos decorados.

El pasado mes, Armin Linke presentó en la galería Triumph de Moscú el proyecto “Russian Spatiographies”. Para la exposición, completó el material producido para la Bienal con imágenes tomadas en sendos viajes a Baikonur, ciudad a 200 kilómetros del mar de Aral donde se encuentra un cosmódromo de la época soviética, y a Nadym, en Siberia.

En Baikonur se realizaron los históricos lanzamientos de vehículos espaciales como el Sputnik 1 o del primero que pilotó una mujer, la cosmonauta Valentina Tereshkova.

En Nadym se produce el 40% del gas ruso. La combinación entre los recargados interiores de Moscú y los vastos espacios semidesiertos admite muchas lecturas. “El poder que se concentra en algunos lugares luego se disuelve gradualmente en cosmódromos vacíos, fábricas desvencijadas y pabellones de exposiciones que no se utilizan para el fin que le fue asignado —explica el fotógrafo—. Un país con un territorio tan extenso, con una historia que se remonta muchos siglos atrás, está rodeado por su propio vacío, donde la presencia del hombre se revela por su ausencia, y el contraste entre los interiores dorados y los campos áridos, crea una imagen de una Rusia que está suspendida entre el pasado y el presente”.

Más información en la página oficial de Armin Linke.

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