Las protestas en Brasil. Fuente: Reuters
A pesar del crecimiento económico y los altos niveles de inserción a nivel internacional de los cuales goza actualmente la República del Brasil, su población ha decidido salir a las calles a protestar por los gastos que el gobierno está realizando para organizar la Copa Mundial de Fútbol 2014.
Rusia Hoy consultó a un experto en Ciencia Política por la Universidad Federal de Pernambuco, el brasilero Gills Lopes, quién sostiene que “los motivos principales de las protestas giran en torno a los excesivos gastos de la construcción de estadios para el Mundial 2014 y el pésimo servicio público que proveen principalmente los sectores de salud, educación y transporte público, además de la gran lucha brasileña contra la corrupción”.
Las recientes manifestaciones son las más mayores que ha habido en Brasil en las últimas décadas, superando el millón y medio de personas en las calles. “Este número fue sólo superado por las 'Directas Ya', movimento popular que exigía el fin de la dictadura militar y la convocatoria inmediata de elecciones presidenciales directas, a mediados de los años 80”, agrega Lopes.
Rusia debe prestar atención al desarrollo de estos eventos ya que muy probablemente se estará enfrentando a los mismos desafíos en los próximos cinco años, al tener la responsabilidad de ser la sede de la siguiente Copa del Mundo en el año 2018.
Gills Lopes agrega que la organización del mundial no es la única característica que Rusia y Brasil tienen en común. “Los dos países tienen una estructura similar: gobiernos federales, amplios territorios, y un claro liderazgo a nivel regional que se traduce en la participación de ambos Estados en diferentes foros internacionales como por ejemplo el BRICS”.
Consultado por los motivos que llevaron a esta situación en el país sudamericano, Lopes resalta que “Brasil es generalmente conocido por ser el país del fútbol y del carnaval. Pero también destaca por ser uno de los que más impuestos recaudan en todo el mundo. No sólo eso, según una investigación, entre los 30 países con cargas tributarias más elevadas, Brasil es el que otorga la peor devolución en términos de bienestar para sus ciudadanos”.
En ese contexto, explica el experto, fue el aumento de 20 centavos de real (unos 44 centavos de dólar) a los pasajes en transporte público en la ciudad de San Pablo lo que originó las protestas del pasado 6 de junio en las calles de Rio de Janeiro y San Pablo bajo el lema “¡Es mucho más que 20 centavos!”.
Las fuerzas policiales, en respuesta, reprimieron de manera exagerada, dejando varios heridos. En solidaridad con los manifestantes y en repudio a la forma con la que el Estado recibió el reclamo, gente de otros estados inició una movilización nacional articulada a través de las redes sociales.
En el caso de Rusia, la cuestión principal también pasa por el presupuesto de las ciudades previsto para la mejora de sus infraestructuras y sus servicios públicos.
El experto destaca que “los gastos por la construcción y modernización de los estadios y centros de entrenamiento, así como por la puesta a punto de los aeropuertos, estarán a cargo del presupuesto federal, mientras que las ciudades son las responsables de modernizar sus servicios públicos para garantizar la calidad del hospedaje de la gran cantidad de visitantes que recibirán durante el torneo”. Se prevé que Rusia recibirá alrededor de un millón de turistas, según declaraciones del ministro ruso de Deportes, Vitali Mutkó.
Un informe de Standard & Poor's estimó que sólo cuatro regiones administrativas rusas serían capaces de financiar estos gastos por sí mismas: Moscú, San Petersburgo, Tatarstán y Krasnodar.
Esto constituye uno de los mayores desafíos para el gobierno de Putin, que deberá entonces decidir entre aumentar las inversiones en infraestructura regional o reducir las inversiones destinadas a construir nuevos estadios, a pesar de que el Estado ruso solo aportará la mitad del presupuesto mientras que la otra mitad vendrá de inversores privados.
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La repercusión de las manifestaciones en Brasil creció exponencialmente, llegando a todos los rincones del planeta sin dejar al gobierno brasileño la opción de no actuar.
Gills Lopes explica que “inicialmente, los gobernantes no prestaron atención a las reivindicaciones populares. Sin embargo, las mismas crecieron utilizando la cobertura mediática de la propia Copa de las Confederaciones para llamar la atención nacional e internacional sobre los gastos públicos con la Copa 2014, ya que, hasta ahora, Brasil ha gastado casi 60 millones de dólares, es decir, más que las dos últimas Copas del Mundo juntas. Tras varios días de protestas, las tarifas de los transportes públicos disminuyeron y se retomó el debate público para reevaluar mecanismos de mayor transparencia y mejor acompañamiento de los recursos públicos”.
En Rusia ya se han hecho escuchar voces de descontento acerca de los preparativos para el Mundial debido a los excesivos gastos y las sospechas de corrupción, sin embargo, el mayor problema hasta el momento pasa por las obras de construcción de los estadios, que aunque ya se confirmó que estarán listos a tiempo, algunos de ellos no llegarán a cumplir con todos los estándares previstos por la FIFA.
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