Viaje al corazón de las ‘kommunalki’

Son una reliquia de los tiempos soviéticos. Las 'kommunalki' (pisos comunales) nacieron para paliar el problema de la vivienda surgido tras la revolución y acabaron por convertirse en un elemento clave para entender la sociedad y la cultura rusas. De un día para otro, familias enteras empezaron a vivir bajo un mismo techo. En las 'kommunalki' se comparte cocina, lavabo y mucha intimidad. La solución, que se creía pasajera, se aprovechó luego como una herramienta más de control y vigilancia. Son el último reducto de la historia oral de la Rusia del siglo XX. La arquitecta petersburguesa Elena Alexandrova y el cineasta italiano Francesco Crivaro han buceado por las casas comunales de San Petersburgo y entrevistado a sus moradores. El resultado es el documental ‘The age of kommunalki’.

Una realidad en la sombra

Esta forma de vida resulta casi un misterio fuera de Rusia. Sólo encontramos su rastro en la literatura y el cine. “A mí también me resulta extraño este desconocimiento”, se sorprende la arquitecta.

Fuente: Underdog Film.

 “Es un tema que ni al mundo académico ruso parece importarle. Y creo que es urgente   estudiarlo, teniendo en cuenta que, en Europa, por ejemplo, existen muchos proyectos nuevos que se basan en la vida en comunidad, y la experiencia soviética podría ser muy enriquecedora. Sin embargo, casi nadie ha oído hablar de las kommunalki y la culpa la tiene,  en gran medida, el Telón de Acero. Después de la Perestroika se percibieron como una reliquia del régimen anterior, algo del pasado que no era motivo de orgullo. Por eso, en general, los inquilinos no son muy dados a mostrar cómo viven en sus habitaciones. Es una cuestión delicada donde se mezclan muchos sentimientos”.

Para Crivaro, a pesar de que el comunismo durante la Guerra Fría fue un tema muy presente en los medios de comunicación, casi nunca se mostró realmente cómo era la vida cotidiana en las ciudades. “Este rodaje me ha permitido conocer de primera mano, como extranjero, la influencia de las kommunalki en la sociedad rusa contemporánea. Es innegable que la experiencia comunista convirtió el país en un inmenso laboratorio de ingeniería social único en el mundo. Es imposible entender Rusia sin conocer la vida en las kommunalki.

Las kommunalki, protagonistas de un documental

La aventura se inició con un viaje en vespa de Turín a San Petersburgo. Entonces Alexandra le enseñó a Francesco la kommunalka donde había vivido hasta los doce años. “Al año siguiente volvimos pero con las cámaras, el cuaderno y empezamos un blog. Vivimos allí porque mi familia todavía tiene derecho a dos habitaciones. Fue nuestra primera localización. Luego visitamos las habitaciones de amigos, de amigos de amigos… Hasta un total de veinte durante un intenso mes. La mayoría están situadas en el centro, en edificios de los siglos XVIII y XIX. A veces nos dejaban grabar una entrevista, otras sólo los interiores. Luego, al volver, le presenté el trabajo a mi profesor de Etnografía urbana y me dio el visto bueno para que fuera el tema de mi tesina”.

“Lo más importante era encontrar un punto de vista que articulase el documental», comenta Francesco. “Vivimos un tiempo en una kommunalka y experimenté de primera mano la dinámica de la vida cotidiana allí. Luego tuvimos que buscar gente que nos abriera sus puertas. Entablábamos conversación y les explicábamos nuestro proyecto. El documental se iba adaptando a las circunstancias, ya que en su interior se esconde de todo. Por como nacieron, las kommunalki se pueden considerar un acto de imposición. Algunas veces los testimonios conseguían realmente transmitir lo que sólo se puede conocer por la experiencia directa. En lo que a ojos de un europeo sería una pesadilla también se puede encontrar mucha humanidad”.

El futuro de las kommunalki

Alexandrova opina que, para las autoridades municipales, la percepción de esta tipología de vivienda es muy negativa: el objetivo prioritario es liquidarla cuanto antes mejor.

“Cada año se presentan proyectos para mejorar las condiciones de vida de los inquilinos, pero todos pasan por una ayuda financiera para el realojo de los inquilinos en bloques de edificios del extrarradio. Lo que no entienden es que, para personas con ingresos medios y bajos, una habitación de una kommunalka es la única opción para vivir en el centro de la ciudad. El precio de una habitación en el centro histórico de San Petersburgo es de 30.000 €, mientras que un piso en los suburbios cuesta más del doble. Lo mismo sucede con el alquiler. Esta es la razón por la cual la gente aún está dispuesta a vivir en una kommunalka. Y hablamos de estudiantes, familias jóvenes, pensionistas, artistas, profesores, trabajadores temporales… Si liquidamos esta tipología de vivienda mucha gente perderá la oportunidad de vivir en la ciudad y se verá obligada, si puede, a vivir en los ‘monstruos’ de hasta treinta plantas que se levantan en los suburbios. Nada que ver con el centro de una de las ciudades más bellas del mundo”.

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