¿Se juega al fútbol en la Rusia oriental?

Entrenamiento del Vladivostok, 26 de febrero. Fuente: fcle.ru.

Entrenamiento del Vladivostok, 26 de febrero. Fuente: fcle.ru.

La respuesta es sí, pero bastante menos que en la mitad ‘europea’ del país. Aunque oficialmente sea el deporte nacional, en lo que a fútbol se refiere Rusia está dividida en dos.

Los números cantan… A pesar de que cuatro de las nueve ciudades más pobladas quedan al Este de la línea imaginaria que marca Ekaterimburgo, comúnmente considerada frontera entre Asia y Europa, ninguna tiene equipo de fútbol en primera división.

Nos referimos a Novosibirsk, 1,5 millones de habitantes, la propia Ekaterimburgo (1,5 mill), Omsk (1,2 mill) y Cheliábinsk (1,2 mill). Esta temporada es la primera en ocho años sin representantes orientales entre los 16 equipos que conforman la máxima categoría del fútbol ruso. Una mancha que quedará subsanada el próximo curso con el ascenso ya

confirmado del Ural de Ekaterimburgo, pero el desequilibrio igualmente persiste y con él un problema de fondo.

En la mitad asiática del país reside bastante menos gente que en la mitad ‘europea’, pero igualmente supone una población de unos 40 millones, similar a la de, por ejemplo, toda España, campeona de Europa y del mundo.

Otro termómetro sería precisamente la selección nacional, entre cuya rotación habitual de 25 jugadores sólo encontramos dos procedentes de la Rusia oriental: Andréi Yeshchenko, criado en la cantera del Zvezdá Irkutsk, y Víctor Faizulin, natal de Najodka, en el extremo Oriente.

Por otra parte, de las 11 ciudades que serán sede del Mundial que Rusia organizará en 2018, no hay ninguna oriental excepto la ‘fronteriza’ Ekaterimburgo. Naturalmente hay un cierto componente práctico en esa elección (distancia, infraestructuras previas, diferencia horaria), pero no deja de ser representativa.

Los motivos para este desequilibrio del fútbol en Rusia son variados. El primero y más evidente es la climatología, en la mitad oriental del país hace más frío, un hándicap para deportes al aire libre. No es casualidad que el fútbol en Siberia sea igual o menos popular que deportes indoor como el hockey hielo, el voleibol o la lucha grecorromana.

En la tercera ciudad más poblada del país, Novosibirsk, la temperatura media es negativa durante seis meses al año. Otro factor sería el económico, la Rusia oriental sencillamente está menos desarrollada y escasean los recursos para invertir en fútbol base.

Además, la población está muy atomizada, dificultando el acceso a instalaciones deportivas a una distancia razonable. Con motivo de la organización del Mundial de 2018, el Kremlin anunció la puesta en marcha de un ambicioso programa para la promoción del fútbol en Rusia con el objetivo de aumentar el número de jugadores y aficionados. Dentro de dicho plan se encuentra la construcción de 82 campos de césped artificial en ciudades de la mitad oriental (un tercio del total proyectados para todo el país), más estadios cubiertos en Novosibirsk, Ekaterimburgo y Krasnoyarsk.

Otra diferencia es que en la Rusia asiática no hay oligarcas dispuestos a derrochar en clubes de élite, catalizadores habituales de afición y atención mediática. En casi un siglo de historia, la liga nacional de fútbol (antes soviética) no ha visto ningún campeón oriental, ni siquiera se ha acercado.

No es que no haya clubes, de hecho los hay muy veteranos, como el Sibir Novosibirsk fundado allá por 1936, pero el nivel es bajo. Desde que se constituyó la liga Premier tras la caída de la URSS, sólo cuatro equipos del Este han pasado por la máxima categoría.

El mayor logro a nivel de clubes del fútbol de la Rusia oriental fue quizá el subcampeonato de Copa del Sibir en 2010, que además le otorgó plaza para la Europa League. El 11 de agosto de ese mismo año, a las 19:00, hora local, 14:00 horario centroeuropeo, la ‘capital’ de Siberia acogió el encuentro de fútbol de competición europea más oriental de la historia.

El equipo ruso ganó 1-0 al PSV Eindhoven pero perdió 3-0 en la vuelta, quedando eliminado en la ronda previa… para alivio de la UEFA, para la que la presencia de un equipo tan al Este suponía un reto organizativo sin precedentes.

Los clubes de Moscú y San Petesburgo viven también felices sin rivales del lejano oriente en la liga nacional y por eso miran con temor al SKA-Energia de Jabárovsk, vecino de Vladivostok, equipo de segunda división (FNL) inmerso en la lucha por el ascenso a la Premier a falta de sólo cinco jornadas.

Para racionalizar los viajes, la liga continental del hockey hielo (segundo deporte nacional) divide sus equipos en dos conferencias. Sin embargo, la medida resultaría difícilmente aplicable al fútbol cuando entre los 33 mejores equipos del país (si sumamos la 1ª y la 2ª división) sólo hay cuatro orientales. Una diferencia abismal con el hockey hielo, en cuya liga continental 10 de los últimos 17 títulos han ido a la conferencia Este.

En definitiva, el desarrollo del fútbol en la Rusia asiática avanza lento, su suerte está ligada a los esfuerzos gubernamentales por la organización del Mundial de 2018. La receta son campos de césped artificial que aguanten el frío, trabajo de cantera y bastante paciencia.

Eso, salvo que surja una estrella por ‘generación espontánea’ capaz de generar afición por sí sola o que un oligarca de provincias se empeñe en hacer campeón al equipo de su ciudad (tipo Anzhi). O quizá, sencillamente, el fútbol no está hecho para jugarse Siberia.

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