Sede del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (Nueva York). Fuente: wikipedia / Presidential Press and Information Office
En el año 2000, 189 países firmaron en Nueva York la Declaración del Milenio, que derivó más tarde en los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), el conjunto de ocho objetivos y 21 metas más ambicioso jamás aprobado para mitigar la pobreza en el mundo. Hoy sigue siendo el último gran pacto de la historia de la humanidad.
Trece años después, el plazo, sin embargo, se acaba. El acuerdo establecía que para el 2015 todos los objetivos debían cumplirse. A nivel agregado, el mundo ha cumplido tres metas con antelación (pobreza, agua y tugurios) y ha sido capaz de conseguir mejoras importantes en otras cuantas.
No obstante, el cumplimiento para el 2015 de muchos objetivos parece lejano, a menos que los gobiernos amplíen los esfuerzos. Pero ¿qué ha pasado en Rusia?
Los ODM adaptados a Rusia
Los ODM son una hoja de ruta en la que, en esencia, los países desarrollados asumen como objetivo propio avanzar en países en desarrollo.
Rusia es una excepción en esta división. Miembro permanente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y del G-8, la Federación enfrenta retos agudos en algunos ámbitos.
Por ello, aunque no han sido ampliamente operativizados por el gobierno, el país fijó en 2005 unos ODM adaptados a su contexto. Su cumplimiento ha sido disímil.
Erradicar la pobreza extrema y el hambre
Gracias al crecimiento de los salarios reales y las pensiones y las políticas sociales, Rusia erradicó en 2007 la pobreza extrema (personas con menos de 1 dólar diario). Sin embargo, el 11% de los rusos vivía en 2006 por debajo de la línea nacional de pobreza.
Como a nivel global, los progresos en la erradicación del hambre no han sido, en cambio, consistentes. En 2011, el 5% de los rusos sufría desnutrición.
Educación
La Federación ha logrado la meta de acceso universal a la educación primaria. No obstante, los avances en el acceso equitativo a educación de alta calidad han sido incompletos, y la dinámica en la calidad es negativa, especialmente en la secundaria y profesional.
Igualdad de género
Como el nivel global, el país ha cumplido la meta en educación primaria. Además, en contraste con el mundo, también ha satisfecho la meta en empleo no agrícola.
La Federación ha estrechado asimismo la brecha en la esperanza de vida y los salarios entre hombres y mujeres. Sin embargo, como globalmente, la meta de participación política está lejos de cumplirse.
Esperanza de vida, y mortalidad materna y de niños menores de 5 años
La esperanza de vida ha crecido en Rusia, gracias a la extensión de un sistema de salud cuyo desafío es la calidad. A diferencia del mundo, Rusia cumplirá en la reducción de la mortalidad materna y de niños menores de cinco años. Pese a ello, ambas siguen siendo altas.
Combate al VIH/Sida y otras enfermedades
La meta referente al VIH/Sida ha mostrado un comportamiento negativo, aumentando tanto el porcentaje de la población entre 15 y 49 años con VIH como la tasa de mortalidad.
Aunque se ha mantenido la incidencia de la tuberculosis, su prevalencia y las muertes se han contraído significativamente, por lo que la meta podría cumplirse, como en el mundo. A pesar de ello, la situación sigue siendo grave.
Sostenibilidad ambiental
Rusia ha consolidado porcentajes de cobertura boscosa (50%) y acceso seguro a agua potable (97%) internacionalmente elevados.
Sin embargo, la presión sobre los recursos naturales es en Rusia sustantiva: la intensidad energética por unidad de PIB y las emisiones de dióxido de carbono son significativas, y la cobertura de la infraestructura de saneamiento (70%), aunque mayor que en el promedio mundial, decididamente mejorable.
Alianza para el desarrollo
A nivel global, la Ayuda Oficial al Desarrollo ha disminuido como porcentaje de los ingresos de los países donantes y en términos reales. En cambio, los países menos desarrollados están accediendo a preferencias arancelarias en el comercio con los países ricos.
Como miembro de selectos grupos globales, Rusia ha jugado un papel protagónico en las relaciones internacionales. Además, desde hace unos años, es un donante de creciente relevancia, tanto en términos financieros como técnicos, en contraste con otros muchos países, como España.
Desigualdades regionales
El comportamiento regional ha sido complejo. Las regiones menos desarrolladas son las que más han avanzado en salud y telecomunicaciones. Pero la desigualdad de género en el ámbito económico y político y la tuberculosis han crecido en algunas regiones. Además, ha habido polarización económica al interior de muchas de ellas, tanto en términos geográficos (áreas urbanas frente a rurales) como demográficos.
¿Y después de 2015?
Es probable que ni en Rusia ni en el mundo se cumplan todas las metas. Aunque se cumpliesen, el desafío sería todavía mayúsculo. Sin esfuerzos continuos, además, los ODM cumplidos podrían revertirse. Y luego están los temas no tratados y los emergentes.
¿Qué se puede hacer? Por el momento, robustecer los esfuerzos, debilitados desde 2008. Y debatir. En 2012 el Secretario General de Naciones Unidas, Ban Ki-Moon, creó un panel de alto nivel para formular la agenda de desarrollo después de 2015. Entre los 30 miembros, se encuentra la rusa Elvira Nabiullina, asesora económica de Putin.
El debate
Parece haber convergencia en varios puntos. Se busca, para empezar, un pacto ambicioso y simétrico, pero práctico y trufado de números, el hecho diferencial y el gran logro de los ODM. La cuantificación de los objetivos ha permitido movilizar recursos, hacer seguimiento y obligar a los distintos actores a rendir cuentas a la opinión pública.
También parece haber consenso en los dos primeros objetivos: culminar la tarea en cuanto a la pobreza extrema, erradicándola definitivamente, y avanzar con lo incumplido, como el hambre.
Hay más dudas sobre su contenido. Primero, sobre qué se incluye. La mayoría de los analistas es partidario de reforzar algunos temas, como el cambio climático, y añadir otros nuevos, como la equidad, la gobernanza y la seguridad.
También hay dudas sobre cómo se logra. El punto de partida obliga a ser exigente, pero el contexto no invita al optimismo. De máxima urgencia, los nuevos temas son también extraordinariamente difíciles.
Todos saben, sin embargo, que ya no es suficiente con la receta clásica de cooperación prescrita en los ODM: ayuda, comercio y cancelación de la deuda, aunque sea el principio.
Los ODM post-2015 deberían abordar las políticas internacionales y nacionales que tienen efectos negativos en los países en desarrollo. Además del cambio climático, están el blanqueo de dinero y el fraude fiscal, el apoyo a regímenes represivos, la venta de armas o la migración laboral.
El desafío es hercúleo. Pero no existe excusa. Con sus lagunas, los ODM indican lo que puede suceder cuando la comunidad internacional se compromete con objetivos cuantificables específicos. Al frente están algunos pocos números. Detrás, varios cientos de millones de personas.
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