La Convención, aprobada en 1961, fue
enmendada en 1972 para permitir a los países firmantes, entre ellos
Bolivia, continuar durante otros 25 años con el cultivo de la hoja de
coca para su masticado.
El país andino se acogió a esta
cláusula, que también exigía la prohibición del masticado de coca
expirados los 25 años en 2001, pero la incumplió una vez terminado el
plazo, según el comunicado del Kremlin, citado por agencias rusas.
Tras salirse de la Convención, La Paz manifestó su intención de
volver a sumarse al tratado con la condición de que se permita el
masticado y el uso medicinal en Bolivia de la hoja de la coca, planta
que también se usa para producir cocaína.
Rusia, no obstante,
considera que esta salvedad, de ser aceptada por la comunidad
internacional, entrará en contradicción con el objetivo de la
Convención, al considerar que abrirá las puertas al incremento del
tráfico de la cocaína.
"Además, la aprobación de esta cláusula
creará un precedente peligroso que podrá ser aprovechado por otros
Estados para instaurar regímenes más liberales en el control sobre los
estupefacientes que el previsto por la Convención", cita el proyecto de
ley ruso.
Al menos otros 62 países, además de Rusia, deberán
oponerse a la cláusula exigida por Bolivia para que este país no vuelva a
la Convención, ya que esta petición de reincorporación solo puede ser
rechazada por un tercio (63) de los 191 países miembros del acuerdo.
Hasta donde se conoce, Estados Unidos, el Reino Unido y Suecia han presentado formalmente objeciones a la petición boliviana.
Las Naciones Unidas deben informar los próximos días 10 y 11 si
Bolivia será readmitida en la Convención Única sobre Estupefacientes de
1961.
La Junta de Fiscalización de Estupefacientes de la ONU
(JIFE) también fue crítica el año pasado con la decisión de Bolivia de
denunciar la Convención y luego pedir su readmisión con la salvedad
sobre la coca porque el organismo cree que hay un riesgo de que otros
países pidan legalizar otras sustancias vetadas.
El masticado
de la hoja de coca, también conocido en Bolivia como "acullico", es una
arraigada costumbre de los indígenas andinos que está recogida en la
Constitución de país como patrimonio cultural.
Bolivia es el
tercer productor mundial de hoja de coca y cocaína, tras Colombia y
Perú, y el mayor proveedor para el Cono Sur, según la ONU
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