12 libros de 2012 que no puedes perderte

En este año que termina se han publicado tanto clásicos como obras contemporáneas.

1. El libro negro, Ilyá Ehrenburg y Vasili Grossman

Galaxia Gutenberg. Traducción de Jorge Ferrer

 

8. La familia Golovliov, Mijaíl Saltykov-Schedrín

Editorial Nevsky, traducción de María García Barris


 Schedrín puso negro sobre blanco la decadencia de pequeños terratenientes rusos de la segunda mitad del siglo XIX. Pero con la inteligencia analítica que destila nos permite leer el texto como un retrato atemporal de las relaciones mediadas por la avaricia y la mezquindad. En ese contexto, el daño, siempre que se pueda ejercer, se ejercerá. Anna Petrovna es la madre que gobierna con mano dura Golovliovo, a hijos y a siervos, a quienes arrastrará hacia la deshumanización. La casa de los Golovliov es el lugar donde el tener vence sobre el ser, la hipocresía sobre la verdad. Sus miembros quieren escapar de ella a toda costa, pero los acaba destruyendo a todos. Schedrín atrapa por su intensidad, tanto por los personajes como por el estilo, ambos reflejos de un microcosmos donde no existe espacio para la generosidad o la empatía. Incluso el paisaje, clínicamente depresivo, parece ser parte de la cárcel de unos personajes inconscientes de su humanidad perdida.

 

9. El club de los asesinos de letras, Sigismund Krzyzanowski

Ediciones del Subsuelo, traducción de R. Cañete

"Yo diría que el lector no logra tener ideas, que los profesionales de la escritura, más fuertes y experimentados en estos menesteres, le han arrebatado el derecho a tenerlas. Las bibliotecas han aplastado la fantasía del lector, mientras los profesionales de la escritura han colmado las estanterías y nuestras cabezas hasta los topes".

Sigismund Krzyzanowski (Kiev, 1887- Moscú, 1950), que nunca vio publicadas en vida sus más de tres mil páginas escritas, concibió para El club de los asesinos de letras una ficticia sociedad secreta cuyos miembros se reúnen para contar historias que nunca pondrán sobre el papel. Esta es su manera de mantener virgen la fantasía. Porque los libros, en lugar de ser la herramienta para diseminar las ideas, las confinan. Las letras son las celdas del pensamiento libre y, por ello, deben ser destruidas. Así, sus miembros se reúnen en una habitación con estanterías vacías y comparten historias. Durante las sesiones los que ejercen de oyentes darán sus opiniones al autor, cuya narración estará plagada de interrupciones, digresiones y continuas revisiones. Permanente en todo el libro, la interrogación sobre cómo mantener la propia verdad a salvo de la de los demás. Porque los personajes principales de Krzyanowski no son individuos de carne y hueso, sino una idea que, agazapada en el cerebro, pugna por salir al exterior. Un delirio de prosa de este Borges soviético.

 

10. El alcohol y la nostalgia, Mathias Énard

Mondadori, Traducción de Robert Juan-Cantavella

Esta es la historia de un triángulo amoroso que se rompe con "una de esas llamadas telefónicas que todos tememos en plena noche". Mathias tiene que partir a Moscú para acompañar los restos de su amigo Vladímir. Jeanne, la tercera en discordia y antigua amante, le espera en la capital donde vive después de recibir una beca de estudios. El duelo y el frío es el arranque del viaje físico y mental por el tiempo descuartizado del Transiberiano. Después de Zona, la novela-río formada por un torrente-frase de 400 páginas, Énard vuelve a montarse en un tren para deshacer la madeja de la historia y los destinos cruzados de los grandes espacios geográficos. En Zona atravesó la Europa del siglo XX y en El alcohol y la nostalgia une Moscú con Novosibirsk para llevar los restos de su amigo. Mathias no sólo se desliza por las vías férreas y el paisaje dilatado de la estepa desde "esa jaula panorámica con vistas al campo". También por la gran literatura rusa, los estratos de la Historia enterrados en la nieve, los recuerdos de tres personajes unidos por el amor, las drogas, el vodka y los estragos de la juventud. El final es tan duro como el ecuador del invierno en Siberia.

 

11. Animales animados, Serguéi Tretiakov, Aleksadr Ródchenko y Várvara Stepánova 

Editorial Gustavo Gili, traducción de Mateo y Rebón 
Son pocas las ediciones que se encuentran en español de uno de los géneros más prolíficos de la literatura rusa, la infantil. Y no deja de sorprender debido al enorme capital creativo e intelectual que se ha invertido en este ámbito, tanto en poesía, cuento o ilustración. Pero aún más asombroso es que llegue a nuestras manos un libro que, por distintos motivos, no llegó a ver la luz en vida de sus autores. Hablamos de los poemas infantiles del escritor y dramaturgo Serguéi Tretiakov, quien, interesado por la novedosa modernidad de la fotografía, encargó a su compañero y amigo Aleksandr Ródchenko que creara una serie fotográfica a partir de sus versos.

Con ayuda de Várvara Stepánova, este revolucionario de la cultura visual creó una serie de 30 placas de vidrio que no se limitan a ilustrar, sino que cada una de ellas constituye un teatro de bolsillo poblado por unos niños, Vania y Katia, que, junto con sus amigos, juegan a transformarse en todo tipo de animales sirviéndose de utensilios cotidianos. Una invitación a descubrir de modo creativo el mundo para los más pequeños. Artículo sobre Animales animados en Rusia Hoy.

 

12. Mis universidades, Maksim Gorki

Automática, traducción de Enrique Moya

Para poner punto final a estas recomendaciones, nada mejor que el libro que cierra la trilogía autobiográfica de Gorki, con cuya primera entrega se presentó la reciente editorial Automática. Gorki narra con la misma fuerza dickensiana que en los dos títulos anteriores (Infancia y Por el mundo) su viaje a Kazán, donde espera cursar estudios superiores y su periplo entre 1884 y 1888. No llegó a pisar la universidad sino que siguió alimentando su experiencia vital a base de trabajos de mala muerte y encuentros con una variopinta galería de personajes en la "universidad de la vida". 

Artículo sobre la editorial Automática en Rusia Hoy.

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