Cómo vivir con un frío glacial... y salir airoso

Las colinas Vorobiovy es uno de los lugares favoritos de los moscovitas. Allí las familias suelen disfrutar del invierno montando en trineos, esquiando y patinando sobre hielo. Fuente: M.Julia

Las colinas Vorobiovy es uno de los lugares favoritos de los moscovitas. Allí las familias suelen disfrutar del invierno montando en trineos, esquiando y patinando sobre hielo. Fuente: M.Julia

La nieve se acumula, el termómetro muestra marcas para el asombro y el arsenal de abrigos sale a relucir. Llega el invierno, y los rusos lo aceptan con resignación. Pero la vida se transforma. Cambian los modos de entretenimiento y el esfuerzo se centra en adaptar hogares y carreteras para sobrevivir al frío. Si bien Rusia es para muchos sinónimo de frío, y con razón, el país se extiende desde las regiones polares hasta las zonas subtropicales, donde la temperatura media en enero se sitúa en torno a los 15°C. Así ocurre en Sochi. Por el contrario, los 470 habitantes de la localidad de Oimiakón (Yakutia) tienen que soportar temperaturas de 50°C bajo cero.

Cuando en Rusia llega el crudo invierno, lo hace "con todo" y complica el día a día de los moscovitas. 

En noviembre de 2010, las temperaturas se desplomaron desde los cero grados hasta los 20 bajo cero en tan sólo 24 horas. Y en Moscú el invierno dura alrededor de cuatro meses, período en el que nieva aproximadamente 50 días. Cada noche caen hasta 40 centímetros de nieve. Esta situación se convierte en un auténtico desafío para que los quitanieves de la ciudad puedan cumplir con su trabajo. 

“Si hay entre tres y cinco centímetros de nieve, el trabajo de retirarla no supone ningún problema, para nosotros resulta una situación que está dentro de la normalidad”, comenta Piotr Biriukov, director de la Sección Económica de la ciudad de Moscú, organismo encargado de coordinar el servicio de las máquinas quitanieves. 

Arrancar el motor del auto con 35 grados bajo cero

La situación se complica cuando se producen nevadas intensas y se prolongan durante días. Entonces las máquinas trabajan a destajo, con salidas cada diez minutos. Una de estas máquinas limpia alrededor de 12 kilómetros de nieve cada hora. El servicio tiene además asignada la tarea de detectar los baches que se forman en la calzada y notificarlos al Servicio de Obras Públicas.

“¿Tienes webasta?”, es la pregunta más frecuente que hacen los vigilantes de los estacionamientos a los propietarios de los vehículos cuando éstos tienen la intención de dejar su coche al aire libre toda la noche. 

 Con esto, quienes estacionan los vehículos se refieren al sistema de calefacción de la marca alemana Webasto, que "precalienta" el motor y sin el cual resulta imposible arrancar en frío a una temperatura de 35 grados bajo cero. Es obligatorio que todos los neumáticos de invierno estén provistos de clavos. A eso hay que añadir ingentes cantidades de agua para el limpiaparabrisas. En un día de invierno, el consumo medio se sitúa en torno a los cinco litros. El líquido se puede adquirir en latas en cualquier esquina de la ciudad, aunque los conductores instalan en sus automóviles un depósito adicional para no llevarse sorpresas desagradables. 

Las "morsas", o cómo bañarse en aguas heladas 

El día más importante en la vida de una auténtica "morsa" es el 19 de enero. Las "morsas" son aquellos rusos que están convencidos de que bañarse con regularidad en agujeros practicados en el hielo fortalece el cuerpo y el alma. Para los cristianos ortodoxos rusos, el 19 de enero es el día en que fue bautizado Jesucristo.

Cada año, en torno a la medianoche de ese día señalado, varias decenas de "morsas" –que en Moscú llegan a alcanzar los miles– esperan a que los sacerdotes bendigan los ríos y lagos para zambullirse en sus gélidas aguas. Contrariamente a lo que se podría pensar no se han producido accidentes graves, ni siquiera cuando dos inviernos atrás las temperaturas en Moscú cayeron por debajo de los 20 grados bajo cero. Hay que conocer las reglas: zambullirse tres veces, secarse bien y luego abrigarse, o aún mejor: meterse en la ‘bania’ (sauna rusa).

Los ancianos y los niños también se divierten

En invierno, mientras los niños prefieren descender en trineo y patinar sobre hielo, los adultos se escapan al bosque a practicar esquí de fondo. 

En la pista todos son iguales, el adinerado hombre de negocios y el jubilado. No es raro que aquí sea el anciano, con sus tablas de madera de la época soviética, quien deje atrás a los jóvenes con sus esquís de fibra de vidrio. 

A los rusos que huyen del mundanal ruido se les puede encontrar en lagos helados. Con herramientas para atravesar el hielo, se abren paso hasta el agua. Luego, bien abrigados para soportar las bajas temperaturas y, de ser posible, al amparo de una tienda de campaña, aguardan durante horas ante unos agujeros de 20 centímetros de diámetro con la esperanza de que algún pez despierte de su letargo invernal y decida morder el anzuelo. Cualquier intento de entablar conversación con estos pescadores será del todo inútil. 

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