El acto, al que asistieron representantes de
las cuatro compañías que integran el consorcio operador del proyecto,
entre ellas la empresa estatal rusa Gazprom, tuvo lugar en la planta de
compresión de gas Rússkaya en la ciudad de Anapa, a orillas del mar
Negro.
El líder ruso destacó que South Stream, que pasará por
los territorios de Bulgaria, Serbia, Hungría, Eslovenia, Austria,
Grecia, Rumanía, Croacia, Turquía e Italia, es un proyecto
internacional, ya que "en la primera etapa participarán como mínimo seis
países".
"El proyecto ha recibido apoyo político de todos los
países participantes, se han suscrito todos los acuerdos
intergubernamentales y han sido adoptadas todas las decisiones
inversoras. Estoy seguro de que el proyecto será un éxito", indicó.
En realidad, Putin dio hoy el pistoletazo de salida al ramal marítimo
de South Stream, que tendrá una longitud de casi 900 kilómetros, más de
la mitad por zona económica turca y unirá la planta Rússkaya con la
costa búlgara.
El gasoducto, cuyo coste está estimado
oficialmente en unos 16.000 millones de euros, entrará en servicio
dentro de tres años, comenzará a suministrar gas a principios de 2016 y
alcanzará su máxima capacidad (63.000 millones de metros cúbicos) en
2018.
Por su parte, el presidente de Gazprom, Alexéi Miller,
salió al paso de las dudas planteadas en relación a la viabilidad del
proyecto, que algunos tachan de política, y la falta de suministros para
llenar sus tuberías.
"El proyecto es absolutamente demandado
por el mercado. La totalidad del volumen que será transportado, es decir
63.000 millones de metros cúbicos, ya han sido distribuidos", dijo.
Miller destacó que South Stream satisface la búsqueda de nuevas rutas
de tránsito tanto por parte de Rusia como por parte de la Unión
Europea.
Y destacó que se trata del mayor proyecto de
infraestructura del continente y que contribuirá al desarrollo no sólo
del ámbito de la energía, sino de otros sectores de la economía europea.
La infraestructura gasística nació como respuesta a las guerras del
gas con la vecina Ucrania, por donde pasa el 80 por ciento del
hidrocarburo ruso para la Unión Europea, y que obligaron a Rusia a
suspender el suministro con destino a sus clientes europeos.
Gazprom, promotor inicial junto a la italiana Eni del proyecto en 2008,
controla el 50 por ciento del consorcio operador, mientras que los otros
tres accionistas se reparten el resto de participaciones (Eni, 20 por
ciento; EDF, 15 y BASF, 15).
Uno de los tramos de South Stream
suministrará gas al centro de distribución regional de gas de
Baumgarten (Austria); mientras un tercero cruzará Grecia y el mar
Adriático hasta la ciudad italiana de Otranto.
La UE, que
recibe un 25 por ciento del gas que consume de Rusia, considera que
South Stream no podrá ser realizado hasta que la Comisión Europea no de
visto bueno para el tendido de las tuberías por territorio de los
Veintisiete.
Este proyecto es competidor del europeo Nabucco,
que pretende reducir la dependencia europea del gas ruso con un
gasoducto de 4.000 kilómetros desde el mar Caspio hasta Austria, pasando
por Turquía, Bulgaria, Rumanía y Hungría.
No obstante,
Nabucco parece estancado, tanto debido a su alto coste -más de 20.000
millones de euros-, como por la falta de interés mostrado por países
suministradores como Kazajistán o Azerbaiyán.
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