China, donde los rusos ya construyen la
planta atómica de Tianwan, es uno de los países que mostró desde un
principio un mayor interés en participar en el ambicioso proyecto, que
consiste en construir plantas móviles con dos reactores y una potencia
conjunta de 70 megavatios.
"La tecnología es totalmente rusa.
No tenemos intención de transferirla a otro país, pero sí estamos
abiertos a la licitación", aseguró a Efe Serguéi Nóvikov, portavoz de
Rosatom.
En realidad, agregó, "la planta debería llamarse
móvil, más que flotante, ya que se desplazará por el mar, pero no será
emplazada en el agua, sino en la tierra, donde puede permanecer hasta 15
años sin necesidad de repostar combustible".
Según los
expertos, la planta podrá suministrar energía eléctrica a una ciudad de
un cuarto de millón de habitantes, funcionar también como desalinizadora
de agua y proveedora de calefacción, y permitirá ahorrar 200.000
toneladas de carbón y 100.000 de petróleo al año.
La planta
rusa, que utilizará uranio enriquecido a menos del 20 por ciento, es
ideal para las regiones remotas, donde el coste del carbón y el
combustible es muy alto debido a la carestía de su transporte.
No obstante, según las agencias rusas, el proyecto está estancado
debido a la bancarrota declarada por los astilleros Baltíyskiy Zavód de
San Petersburgo, encargados de la construcción de la primera planta
flotante de la historia.
Greepeace ha descrito las centrales
flotantes como auténticas "bombas de relojería" y "un regalo para los
terroristas", ya que, aduce, éstas almacenarán casi una tonelada de
uranio, y advierte de que se necesitará una flota de guerra para
garantizar su seguridad.
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