En Moscú nadie duda del resurgir de la fe ortodoxa. Tampoco en España, donde sus cúpulas doradas se ven ya entre varios puntos de nuestra geografía. Fuente: Julián Jaén
Las obras del templo, que preveen además un edificio anexo para dar otros servicios a la comunidad de fieles, se levantan sobre una parcela de 756 metros cuadrados que cedió el Ayuntamiento de Madrid en 2010, con Alberto Ruiz-Gallardón como alcalde.
Pero no sólo la capital tendrá este templo ortodoxo, en Marbella se proyecta levantar otro aún mayor. Será en San Pedro de Alcántara, donde se está negociando con el ayuntamiento la cesión de una parcela de 2.519 metros cuadrados; allí contarían con el apoyo de importantes empresas rusas. Estos edificios y el incremento de los fieles que acuden cada domingo a la llamada de su Dios muestran que también en España la fe ortodoxa crece. Son los sucesores del que fue el primer templo ortodoxo construido en España, en 2007, la iglesia del Arcángel San Miguel, en Altea, Alicante.
De una vieja carpintería a rozar el cielo
Porque el salto en Madrid será olímpico. “El templo tiene que ser bonito. Debe ser la imagen del cielo en la tierra”, explica orgulloso Andrey Kordochkin, el párroco responsable de la que será la Iglesia del Cristo, el gran promotor de esta obra. El sacerdote, que llegó a España hace ocho años, pasea orgulloso por la obra, ya muy acabada, y cuenta cómo cuando llegó a Madrid recibió el encargo de que tendría que levantar un templo. Se trataba de abandonar el locutorio donde daba misa cuando aterrizó en España, o la abarrotada carpintería convertida en lugar de culto de un barrio del sur de Madrid de unos 50 metros cuadrados, donde actualmente se congregan. Allí se reúnen puntualmente los días de guardar unos 150 feligreses. Por fuera no hay ninguna señal de que en ese galpón se procese ningún culto. La única pista, los domingos, a las 10, antes de que se despierte el barrio. Los pañuelos que las mujeres empiezan a sacar de sus bolsos para ponérselo sobre sus cabezas hablan de fe. Franquear la puerta de metal es un viaje inmediato a cualquier iglesia rusa un día de fiesta: cánticos, incienso, misa en eslavo eclesiástico e iconos y símbolos dorados unen a rusos, moldavos, rumanos, georgianos, ucranianos y algún español y norteamericano en una ceremonia que por momentos se oficia en castellano e inglés.
Y para dar el salto del garaje a lo que será el nuevo templo, que contará hasta con un inmenso retablo que el conseguidor Kordochkin ha recuperado de una comunidad ortodoxa de Rosario (Argentina), el religioso ha sabido utilizar todos sus contactos divinos y terrenales. Porque el templo y el edificio anexo (donde se habilitará una biblioteca y varias aulas y oficinas) que finalmente lucirán en la Gran Vía de Hortaleza habrá costado algo más de tres millones de euros. Para ello, el párroco, que partía con una caja de 100 euros, ha contado con la ayuda de la embajada (en contactos y apoyos), de la Fundación Cultural Natividad de Cristo, de la propia Iglesia ortodoxa y de alguna empresa rusa, como la compañía estatal de trenes. Así y todo, todavía le falta algo de financiación, un tema que Kordochkin nos pide destacar mientras pasea por la obra, saluda a los obreros y responde a su teléfono (que suena a menudo y lo hace con el sonido de campanas de iglesia). Porque en su caso, distinto a la basílica que se proyecta en Marbella, los fondos no provienen de los fieles. “La gente que llega aquí los domingos son los emigrantes que trabajan en la construcción y no pueden aportar dinero”. Es más, el párroco se ha preocupado de que parte de los obreros que la levanten sean rusos, muchos de ellos afectados por la crisis del sector.
Tanto él como el secretario de la parroquia, Vladímir Pototski, consideran que sí hay un resurgir de la fe ortodoxa. No hay cifras. Imposible saber cuántos de los 60.000 residentes en España practican o no. Pero ambos coinciden en que el motivo por el que más fieles se acercan a la Iglesia (dentro y fuera de Rusia) es doble. Por un lado, la propia historia de su país –que con los asuntos religiosos ha ido de un extremo a otro-, y por otro, el vacío ideológico de sociedad, explican.
Mientras, en la que fue carpintería madrileña, que hace las veces de iglesia, no cabe un alma y los nueve párrocos que hay en España se reparten sus días para poder estar con los creyentes de los distintos puntos del país. Y cada vez son más los practicantes, señalan. Pototski no duda que cuando el templo esté terminado la procesión de ortodoxos será aún mayor. Sí, reconoce que la espiritualidad debería ir por dentro, pero ante esa iglesia serán muchos más los fieles que participen en la misa.
Una relación peligrosa
Sobre las críticas que ha recibido la Iglesia por parte de la oposición por sus opiniones en asuntos como el escándalo de las Pussy Riot o el matrimonio homosexual, Kordochkin le quita peso y se pregunta si no habrá intereses ocultos en destacar esos episodios. “Nuestra Constitución dice que Rusia es un país laico, pero si eres cristiano, nuestra fe afecta a todos los modos de nuestra vida”, apunta el párroco. No obstante, el religioso también reconoce que cuando la Iglesia y el Estado se acercan mucho es peligroso, como ocurrió en la época de los zares. Pototski cree también que se ha hecho mucho ruido con la actuación de las activistas en la catedral rusa: “Si lo hubieran hecho en una mezquita, no hubieran salido vivas”, advierte. Sobre la condena recibida ambos consideran que quizás ha sido excesiva, pero recuerdan también que quien las ha condenado ha sido la Justicia; y no la Iglesia.
Y sobre si ahora están muy cerca Iglesia y Gobierno en Rusia, reconoce Kordochkin que tienen más libertades que nunca, pero lo compara con España y anhela derechos que allí no tienen, como poder tener un capellán en las Fuerzas Armadas o estudiar teología en la Universidad.
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