a generación de jóvenes nacidos a principios de los años 80 es la última generación soviética, además de ser capaz de realizar cambios de gran calado en el país. Fuente: Alamy / LegionMedia
Según datos de Rosstat, el Servicio Federal de Estadística, el grupo de edad más numeroso de Rusia son los que tienen más de 70 años. Son casi 13 millones.
En el año 2010, cuando se llevó a cabo el censo de la población, el segundo lugar lo ocupaban los que tenían de 25 a 29 años (cerca de 12 millones). Es decir, los que ahora tienen entre 27 y 31.
No solo se trata de un grupo numeroso sino que también es una parte muy activa de la sociedad. Son aquellos que ganan dinero, tienen niños, pagan impuestos, piden hipotecas, van a los mítines y son el objetivo de los publicistas.
Estos jóvenes están al frente de redacciones y de agencias de noticias, editan libros, fundan fondos benéficos, presentan programas de televisión, enseñan en centros de enseñanza superior e intentan crear negocios.
Seguramente, no hay nada sorprendente en el hecho que los treinta años para muchos esté en la cumbre de su actividad profesional. Pero lo que no deja de sorprenderme no es que seamos muchos sino que además seamos influyentes.
Podemos recordar, por ejemplo, las protestas del invierno pasado, los jóvenes de 25 a 30 años eran gran parte de los manifestantes, o la afluencia de observadores-voluntarios en las elecciones o el despegue de LiveJournal y de Facebook.
¿De dónde ha salido toda esta gente? El baby boom de la década de los 80 en parte fue un eco de la subida de la natalidad que tuvo lugar después de los cambios en la política demográfica.
En otras palabras, somos los niños del Decreto del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética del año 1981 “sobre las medidas para reforzar la ayuda estatal a las familias que tengan hijos”.
Entonces empezaron a pagar prestaciones infantiles para el primer hijo, introdujeron la baja por maternidad pagada, un periodo que continuaba contando en la cartilla de antigüedad laboral de la madre.
Somos la última generación soviética y no tenemos idealiazada a la URSS. Recuerdo perfectamente las colas para comprar pan o macarrones con cupones. Éramos demasiado pequeños cuando asaltaron la Casa Blanca y, a diferencia de nuestros hermanos mayores, que nacieron a finales de los años 70, los 90 no nos trajeron ni esperanza ni decepción.
A principios de los 2000 pasábamos los exámenos de ingreso en los centros de educación superior y mi tía, profesora de la Universidad Estatal de Moscú, entonces dijo pensativamente: “Ahora ingresa en la universidad la primera generación que ha crecido con los dibujos animados de Walt Disney”.
Podría ser que precisamente esa fe, surgida de los juegos, en que los buenos sin falta vencerán y que la amistad es más valiosa que el dinero, nos salvó de muchas tentaciones.
Las exorbitantes cantidades de dinero de principios de los 2000 nos pasaron de largo, y por eso no tuvimos que elegir entre “ser uno mismo” o “ir en Porshe”, o entre casarse con un rico o con el hombre amado.
Al principio, los niños del baby boom ruso se expresaban únicamente a través del consumo, pero se hartaron y empezaron a mirar hacia los lados y a sorprendrese. ¿Adónde van mis impuestos? ¿Por qué hay colas tan horrorosas en las policlínicas? ¿Qué puedo hacer yo para que la situación sea distinta?
A partir del año 2008 la gente de mi edad empezó a tener hijos. Del 2007 al 2011 la natalidad creció en un 20% y el Ministerio de Sanidad se lo atribuyó como un mérito propio, olvidando añadir que este crecimiento era una consecuencia del anterior baby boom.
Empezaron a tener una postura cívica más activa: las protestas de embarazadas ante el Ministerio de Educación para el recuento de dinero de la baja, los mítines de los padres cuyos hijos no entraron en el jardín de infancia, recogida de firmas para que se suprima la alimentación vitaminizada.
¿Qué ocurre, antes a todos los niños les aceptaban en los jardines de infancia? ¿Qué pasa, necesitamos más que el resto? Pues sí, parece que mi generación necesita más que el resto. Además, sabemos unirnos.
Me parece que la aspiración a hacer las cosas de manera consciente, con sentido, es una característica que distingue los hijos del baby boom ruso. Una elección a conciencia, una actividad a conciencia, una vida a conciencia.
La carrera y el éxito se entienden de una forma distinta a cómo la entendían nuestros padres. El éxito es la expresión de uno mismo. La carrera es la sensación que algo depende de ti.
Es de aquí desde donde surgiron las protestas y la participación en el voluntariado y los proyectos benéficos. Estos procesos empezaron a ser visibles gracias a que participaba gran cantidad de gente de la misma edad, unidos por las comunicaciones sociales.
Pasó lo mismo que con los baby boom estadounidenses de los años 60: la revisión de la estética y de valores de la generación anterior se convirtió en una lucha por los derechos civiles, a favor de los derechos de los homosexuales, de las mujeres y de los afroamericanos.
¿Qué pasará más adelante? Dentro de unos años aquellos que hoy tienen entre 27 y 31 años serán el grupo de edad más numeroso de Rusia. Si se unen con los que hoy tienen entre 22 y 27 años serán una fuerza enorme, capaz de realizar cambios extraordinarios.
Artículo publicado originalmente en RIA Novosti.
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