Emery fichó en mayo por el Spartak procedente del Valencia. Fuente: Alexander Vilf / RIA-Novosti
Hacía semanas que el puesto de Emery al frente del banquillo del Spartak pendía de un hilo. La derrota 0-3 contra al Barcelona el martes y consecuente eliminación matemática de la Champions League le dejó al borde del abismo. No por el ‘qué’, pues no deja de ser un resultado lógica dada la plantilla, sino por el ‘cómo’, último de grupo con sólo 3 puntos y sin sensación de competir en la mayoría de partidos. Aquel día, el entrenador español fue ratificado en el cargo por el presidente del club, el oligarca Leonid Fedún, dueño de Lukoil: “Unai tiene dos años de contrato con el Spartak y los va a cumplir”. Pero ya se sabe que las ratificaciones son la antesala del despido. De hecho, puertas adentro el club dio un ultimátum al entrenador: “Hay que ganar los dos próximos partidos de liga rusa para remontar el vuelo, ante Dinamo y Zenit”. Y es que los resultados tampoco acompañaban al Spartak en la competición nacional, séptimo clasificado, a más de 10 puntos del líder, el CSKA.
La goleada 1-5 encajada este domingo en Luzhniki como local ante el vecino
Dinamo ha sido la gota que ha colmado el vaso. El director general del club,
Valeri Karpin, bajó del palco a los vestuarios nada más acabar el partido para
comunicarle la decisión a Emery. El español no compareció en la rueda de
prensa, pues ya no era el entrenador. De hecho abandonó el estadio por una
puerta de emergencia, para evitar cruzarse con prensa o aficionados. Fue el
propio Karpin quien excepcionalmente acudió a la sala de prensa para anunciar
la decisión mediante una escueta intervención que fue recibida con una sonora
ovación por la prensa rusa: “Los accionistas del club han decidido que Unai ya
no dirija más al equipo”. La pregunta obligada ahora es si será el propio
Karpin quién se haga de nuevo cargo del banquillo (entrenó al Spartak de 2009 a
2012). “No lo sé, en los próximos 2-3 días decidiremos los pasos a seguir”. Su
regreso parece el supuesto más probable, al menos a corto plazo y de forma
interina hasta el parón invernal, para el que sólo restan dos semanas.
La incorporación de un técnico ilustre como Unai Emery (que venía de cuajar
notables temporadas en Valencia) generó importante revuelo en Moscú en verano y
levantó grandes expectativas en el Spartak, el equipo más laureado y con mayor
masa social de Rusia, aunque hace 11 años de su último título. Con su presencia
el club buscaba una ‘españolización’ del estilo, la promesa de un fútbol diferente.
Durante estos meses, con Emery al cargo, el Spartak ha atacado con fluidez y
dominado la posesión de balón en casi todos los partidos.
El punto negro fue la fragilidad defensiva, con 40 goles encajados en 24
encuentros. El otro objetivo del club era que el prestigio de Emery sirviese
como imán para atraer talento extranjero, habitualmente esquivo al fútbol ruso.
Sin embargo, el plan se quedó cojo pues la inversión en fichajes fue discreta,
al menos en comparación con rivales directos como el Zenit o el Anzhi.
Unai Emery, cuya incorporación por el club moscovita se anunció el 9 de mayo, ha permanecido exactamente 200 días al frente del banquillo del Spartak, tiempo en el que ha dirigido al equipo en 22 partidos oficiales, con un balance de 10 victorias, 2 empates y 10 derrotas. Con su destitución se alarga la ‘maldición’ de los entrenadores españoles en el fútbol ruso: Juande Ramos sólo duró dos meses en el CSKA (2009) y Víctor Muñoz menos de un mes en el Terek Grozni (2011).
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