Dibujado por Nyaz Karim.
El documento firmado en la capital checa preveía una reducción igual para Moscú y Washington de los sistemas de defensa desplegados y no desplegados.
Sin embargo, Rusia ha cambiado de opinión en cuanto a desarmarse. Al firmar el START-3, Moscú preveía, en una clausula especial, la posibilidad de salirse del tratado si el sistema de defensa antimisiles de los EE UU amenazaba los intereses nacionales de Rusia. En aquel momento este punto parecía un "exceso de previsión" por parte de los militares. Pero hoy en día todo parece distinto:
¿Por qué Moscú considera que son inaceptables las iniciativas de desarme? ¿Cómo es que puede que llegue incluso a renunciar al START-3, uno de los símbolos de las relaciones ruso-estadounidenses?
La razón más evidente es que el sistema de defensa antimisiles global de los norteamericanos sigue en marcha. En opinión de los militares rusos este proyecto a gran escala no ofrece garantías de que no pueda ser dirigido contra el armamento estratégico ruso.
A diferencia de otras iniciativas conjuntas con Occidente, como por ejemplo acuerdo de armas convencionales en Europa, donde las obligaciones de las partes quedan establecidas en papel, en el caso del escudo la parte estadounidense propone un acuerdo exclusivamente verbal. Aunque es evidente que esta cuestión afecta directamente a la capacidad defensiva de Rusia y serían necesarias las más amplias y detalladas garantías por escrito.
La explicación de la Casa Blanca es que el Congreso no apoyaría un acuerdo escrito con Moscú que impusiera limitaciones al escudo antimisiles. Desde el punto de vista de Rusia, esta posición de los parlamentarios no hace más que confirmar de forma indirecta que la defensa antimisiles de los EE UU puede ser utilizada contra el armamento estratégico ruso.
Hace poco en Alemania se realizaron unos ejercicios tácticos por ordenador donde se calculaba el efecto conjunto de los potenciales de defensa de Rusia y de la OTAN en caso de amenaza de misiles por parte de un tercer país.
En opinión del viceministro de defensa de Rusia, Anatoli Antonov, el sistema conjunto con la OTAN demostró una alta efectividad a la hora de interceptar misiles de media y corta distancia. Pero las conclusiones del estudio no han sido ratificadas hasta el momento por la parte norteamericana.
En su intervención en la conferencia internacional "Armas nucleares y seguridad internacional en el s. XXI", en Moscú, uno de los expertos americanos afirmó que si continua el desarme Rusia daría un ejemplo positivo a sus vecinos con armas nucleares.
En primer lugar China, pero también India y Pakistán, se repensarían, inspirados por el ejemplo ruso, la reducción del arsenal.
¿Merece la pena explicarle hasta que punto es utópica esta propuesta? Especialmente teniendo en cuenta el rápido deshielo de viejos conflictos en la región asiática y en Próximo Oriente.
En Moscú están convencidos de que en el mundo va a comenzar, si es que no ha comenzado ya, una nueva carrera armamentística. Los ejércitos occidentales cuentan en su arsenal con sistemas de alta precisión, misiles capaces de pasar a velocidad supersónica que compiten en efectividad con el armamento nuclear.
Y Rusia está obligada a responder a las nuevas amenazas. El viceprimer ministro Dmitri Rogozin presentó cifras. Hasta 2020 Moscú gastará en la compra de nueva tecnología militar alrededor de 640 millones de dólares y unos 95 millones para modernizar el parque de apoyo de las empresas rusas.
El desarrollo del complejo industrial militar no solo es un importante proyecto económico, sino un proyecto de infraestructura e innovación, que está llamado a dar un impulso a las regiones situadas más allá de los Urales.
Hace poco, en una visita a Novosibirsk, Rogozin propuso crear en la ciudad un "Clúster de defensa". En el proyecto del presupuesto ruso para el año que viene está prevista una partida considerable de "industria militar", al mismo tiempo que se recortan los gastos en educación, ciencia y salud.
Pero el gobierno de Rusia considera que los gastos en defensa son tan indispensables que están dispuestos a sacrificar las partidas sociales del presupuesto. Rogozin propuso equiparar la corrupción en el complejo industrial militar a la alta traición.
Un militar, hoy en día en la reserva, recordó cómo se calculaba en la época soviética el número de cabezas nucleares necesarias en caso de ataque preventivo. Todos en el Ministerio de Defensa conocían las normas del juego.
Por ejemplo, si según los cálculos de los expertos, para una hipotética destrucción de Nueva York hacían falta ocho o diez misiles con cargas nucleares, en el papel se ponían cifras hasta diez veces mayores. Es decir 80 en lugar de ocho.
Si los generales hubieran escrito la verdad tendrían a su disposición miles de cabezas nucleares "de excedente" que en caso de guerra serían innecesarias. El Pentágono a la hora de planificar se enfrentó básicamente al mismo problema.
En el informe de la organización internacional 'Global Zero' que analiza el exceso de armamento de Rusia y los EEUU se da esta cifra: en los programas norteamericanos de respuesta a una amenaza nuclear por parte de Rusia, se destinaban 80 cabezas nucleares para la hipotética destrucción de Moscú. Los expertos afirman que el Pentágono había multiplicado por diez la cifra real.
Los autores de 'Global Zero' están convencidos de que los parámetros de reducción de armas nucleares incluidos en el tratado START-3, se podrían aumentar ligeramente sin que se resintiera la capacidad defensiva de las partes. Sin embargo, en Rusia estas iniciativas internacionales se toman con cautela.
Rusia no rechaza posteriores negociaciones sobre la reducción del potencial nuclear. Pero considera que para realizarse de forma conveniente deben ser multilaterales y contar con la participación de todos los países que las tienen. Y solo una vez que se hayan obtenido garantías del escudo antimisiles norteamericano y de que se hayan cumplido completamente las condiciones del START-3.
Por un lado, se le pide al Kremlin que se desarme, mientras que por otro se refuerza el escudo antimisiles y surgen nuevos países nucleares que aumentan sus arsenales. Todos estos factores impiden que Moscú participe en la la lucha por la eliminación de las armas nucleares.
Si Occidente, con tratados concretos, no convence a Rusia de que la construcción del sistema global de escudo antimisiles no amenaza su seguridad, Moscú comenzará, en un futuro cercano a introducir correcciones en el Tratado START-3, basándose en que la redacción del documento no recoge las exigencias del momento.
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