Angela Merkel llega a Moscú. Fuente: AP
Hoy se inaugura el foro de sociedades civiles de la Federación Rusa y de Alemania llamado “Diálogo de San Petersburgo” y mañana comienza la consulta entre el presidente Vladímir Putin y la canciller Angela Merkel.
Estas negociaciones no serán sencillas: mientras en el ámbito económico las relaciones entre los dos países se desarrollan positivamente, pasan por una crisis aguda en la política.
La causa principal del desacuerdo fue la dura crítica por parte de Berlín a la situación política en la Federación Rusa. Las autoridades alemanas criticaron el desarrollo de las elecciones parlamentarias y presidenciales en Rusia, después comenzaron a juzgar negativamente los cambios que se están dando en el país.
El encargado de dar voz a la crítica alemana fue el coordinador de la cooperación con la Federación Rusa, el vicepresidente de la CDU, Andreas Schockenhoff.
Este hizo declaraciones sobre la actividad del gobierno ruso, criticando las nuevas leyes sobre manifestaciones y ONGs, así como la recuperación de la criminalización de la difamación y el juicio de Pussy Riot.
“Las autoridades de la Federación Rusa no quieren establecer un diálogo con la sociedad y Putin apuesta por la represión y la confrontación”, declaró Schockenhoff en agosto en una entrevista para Tagesspiegel.
Además, expresó sus dudas sobre el futuro del foro 'Diálogo de San Petersburgo', si “no se facilita un intercambio transparente de opiniones entre los representantes de la sociedad civil”.
“Perro ladrador, poco mordedor”, declararon en el Ministerio de Asuntos Exteriores ruso.
En octubre, el conflicto alrededor de Andreas Schockenhoff derivó en un escándalo diplomático. En respuesta a los comentarios de este político sobre “la pérdida de influencia de Rusia en los asuntos globales”, el Ministerio de Asuntos Exteriores ruso puso en duda “su capacidad” y lo acusó de difamador.
El Ministerio declaró que Moscú “no considera a Andreas Schockenhoff una persona oficial capacitada para hacer declaraciones en nombre del gobierno alemán ni en cuestiones de política exterior ni en cuanto a las relaciones bilaterales”.
Entonces respondió el secretario de prensa de la canciller alemana, Steffen Seibert: “No todas las declaraciones o críticas suponen necesariamente una difamación. Los coordinadores del gobierno de la República Federal Alemana se nombran en Berlín y no en el extranjero”.
Tras recibir esta muestra de apoyo, Andreas Schockenhoff introdujo a finales de octubre en el parlamento alemán la resolución sobre la situación en la Federación Rusa más dura de los últimos años.
“El Bundestag constata con especial malestar que tras el retorno de Vladímir Putin a la presidencia se han tomado una serie de medidas legislativas y jurídicas en Rusia, con el ánimo de reforzar el control sobre los ciudadanos activos. Estas medidas evidencian el rumbo hacia la confrontación que están tomando las autoridades rusas”, apunta el documento aprobado por el Bundestag el viernes pasado.
Esta resolución solicitaba a Angela Merkel que expusiera estos temas en las negociaciones con Moscú y la instaba a reforzar sus contactos con las “élites liberales y de la oposición” en Rusia.
El gobierno de Alemania escuchó la opinión de los legisladores. El lunes, en el periódico Frankfurter Allgemeine Zeitung, se publicó un artículo del ministro de Asuntos Exteriores alemán, Guido Westerwelle, en el que comentaba que Berlín seguirá “muy de cerca” las acciones de las autoridades de la Federación Rusa en el campo de los derechos humanos.
“Los acuerdos de colaboración no consienten el rechazo de la crítica”, advertía el autor del artículo.
Moscú niega categóricamente la crítica de Berlín.
“Las valoraciones del Bundestag son completamente falsas. Es una reacción visiblemente exagerada, característica de la clase dirigente actual de Alemania”, declaraba el vicedirector del comité de la Duma Estatal de asuntos internacionales, Viacheslav Nikónov.
“En Rusia no se ha tomado ninguna medida legislativa que no figure ya en la legislación alemana”. Y en respuesta a las advertencias de Guido Westerwelle, Nikónov prometía: “Moscú también seguirá atentamente cómo Alemania y otros países de la UE respetan los derechos humanos”.
Artículo publicado originalmente en Kommersant.
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