Hoy somos 20.000 pero pronto seremos 100.000,
y después un millón", exclamó desde el escenario uno de los
organizadores de la polémica marcha, el líder del movimiento "Rusos"
Alexandr Belov, citado por la agencia Interfax.
Al inicio del
recorrido, otro dirigente de "Rusos", Dmitri Démushkin, estimaba la
participación en "al menos 10.000 personas".
Los
nacionalistas, que se han sumado a casi todas las manifestaciones contra
el Kremlin que en el último año han recorrido las ciudades rusas,
exigieron a las autoridades la eliminación de las artículos del Código
Penal que persiguen a los extremistas.
Los oradores también
reclamaron que la etnia rusa sea definida en la Constitución del país
como el pueblo que articula el Estado.
Además, los
nacionalistas exigen al Gobierno la introducción de visados para los
inmigrantes procedentes de las antiguas repúblicas soviéticas del Asia
Central.
Por primera vez en cuatro años, la polémica "Marcha
Rusa" salió de la periferia de la ciudad, donde se había celebrado en
años anteriores, y se desplazó al centro a pesar de las airadas
protestas de políticos y movimientos civiles por la tolerancia.
Algunas organizaciones civiles y de derechos humanos han dejado claro
que denunciarán a los organizadores del acto por la exhibición de
consignas y pancartas de contenido extremista.
"Hemos sabido
que en la columna (de manifestantes) marcharon personas con esvásticas.
Sonaron proclamas xenófobas, nacionalistas y contra la inmigración",
lamentó Alexandr Brod, director del Buró de Derechos Humanos de Moscú.
El histórico activista recordó que sigue desde hace varios años este
tipo de actos: "En las marchas rusas siempre se oyen llamamientos a la
violencia, al extremismo, mientras que la reacción de las fuerzas del
orden es siempre tibia".
Poco antes del inicio del recorrido,
la policía de Moscú detuvo a 25 jóvenes que se disponían sumarse a
marcha ataviados con uniformes negros con la esvástica nazi.
Una decena de organizaciones civiles de Moscú, desde veteranos de la II
Guerra Mundial hasta el Consejo de las Madres de Familias Numerosas,
pidieron sin éxito al alcalde de Moscú, Serguéi Sobianin, que no
permitiera la "Marcha Rusa".
El presidente de la Federación de
Inmigrantes de Rusia (FIR), Muhammad Amín, manifestó que hace mucho que
las diásporas nacionales "perciben la amenaza de los nacionalistas".
"La permisividad con la que las autoridades autorizan a los
nacionalistas y cabezas rapadas marchar por la ciudad puede destruir la
frágil paz que existe en la sociedad", advirtió Amín.
El líder de "Rusos" no tardó en responder al presidente de FIR y le acusó de instigar el odio étnico.
"Una persona que vive en Rusia no puede hacer este tipo de
declaraciones en un país en el que el 80 por ciento de sus habitantes
son rusos", dijo Démushkin.
El anterior alcalde de Moscú, Yuri
Luzhkov, prohibió en 2006 la "Marcha Rusa" después de que en 2005 los
"cabezas rapadas" recorrieran las calles de la ciudad, enarbolaran
esvásticas, alzaran el brazo en el saludo nazi, corearan "Heil Hitler" y
acosaran a los extranjeros.
Un año más tarde, no obstante, volvió a permitir la concentración en medio de un aluvión de críticas.
El centro de derechos humanos Sova recordó la víspera que "once
personas han muerto y 149 han resultados heridas desde comienzos del año
como resultado de ataques racistas y neofascistas".
Las
víctimas más frecuentes de los cabezas rapadas son los inmigrantes
procedentes de las regiones y países del Cáucaso y del Asia Central,
además de jóvenes que pertenecen a distintas tribus urbanas y minorías
sexuales.
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