¿Cuál es la relevancia de Rusia en la política exterior de EE UU?

Dibujado por Elkin

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A pesar de la destacada presencia de temas relacionados con Rusia en la campaña del Partido Republicano y las declaraciones de sus candidatos, está claro que Rusia no tiene relevancia real en el contexto electoral estadounidense.

La sección dedicada a Rusia en el programa electoral republicano de 2012 comienza con una declaración sorprendente: "El heroísmo y el sufrimiento del pueblo ruso durante el último siglo exige el respeto mundial". Y continúa: "Como aliados nuestros en la II Guerra Mundial, perdieron 28 millones de vidas luchando contra el nazismo. Como aliados nuestros en espíritu, terminaron con el terror soviético que hizo que se perdieran muchas más. Merecen toda nuestra admiración y apoyo ahora que buscan restablecer su identidad nacional".

Esto está seguido por la habitual petición a los líderes rusos de que reconsideren la supresión de partidos opositores, la prensa y otras instituciones de la sociedad civil. Fuera de esta sección especial (que, por cierto, ocupa el doble que el párrafo dedicado a Europa), Rusia es mencionada dos veces. 

En primer lugar, en la lista de "las mayores amenazas para nuestra seguridad nacional", a las que los republicanos aseguran que la actual administración ha respondido "débilmente". Otras amenazas graves incluyen el aumento del terrorismo internacional, la continua beligerancia de una Corea del Norte con armas nucleares y un Irán en busca de su propio potencial nuclear.

En segundo lugar, Rusia es mencionada en las quejas republicanas: el desafortunado incidente del micrófono abierto, en el que se oyó al presidente Obama prometerle al expresidente Dmitri Medvédev tener "más flexibilidad" en la cuestión de la defensa antimisiles si ganaba su segundo mandato

Estos contextos no son, desde luego, los más halagüeños, pero vamos a mirarlos en términos relativos en lugar de en términos absolutos. Por ejemplo, el programa republicano de 2008 no contenía ningún tipo de mención a Rusia en absoluto, excepto una condena de la política interior del país y su actitud agresiva contra sus vecinos. 

La retórica del documento de este año es muy diferente también de la del candidato republicano a la presidencia, Mitt Romney, que ha etiquetado a Rusia en numerosas ocasiones como "el enemigo geopolítico número uno de EE UU", dejando perplejos no solo a sus oponentes, sino también a muchos de sus propios aliados.

A pesar de la relativa importancia de la presencia de Rusia y los asuntos rusos en la campaña republicana y las declaraciones de sus candidatos, está claro que Rusia no tienen ninguna relevancia real en el contexto electoral estadounidense. 

De hecho, no se trata de asuntos particulares, sino del papel que EE UU desempeña y debe desempeñar en el mundo. El título del capítulo sobre política exterior y seguridad nacional lo dice todo: "La singularidad de EE UU".

La misma sección del programa de 2008 tenía un título menos pretencioso y más pragmático: "Defender nuestra nación, apoyar a nuestros héroes, asegurar la paz". Esto se debía, quizá, a que por aquel entonces los republicanos habían estado en la Casa Blanca durante casi ocho años y habían sobrevivido a una ataque contra los Estados Unidos y empezado dos guerras. 

Entonces los republicanos tenían que buscar respuestas a asuntos de seguridad muy concretos; ahora, desde su posición de críticos al gobierno democrático, les es más sencillo entregarse a proclamar eslóganes a bombo y platillo. También hay otra explicación. Tradicionalmente, algún miembro del equipo presidencial tenía experiencia en política exterior o, al menos, afirmaba estar interesado en asuntos internacionales. Ahora, ni Mitt Romney ni el candidato a la vicepresidencia, Paul Ryan, puede presumir de tener esta trayectoria.

Romney se guía por una visión republicana típica de finales del XX y principios del XXI, una mezcla de ideas asociadas con Ronald Reagan y George W. Bush. Tiene poca sustancia, pero en su lugar se emplean innumerables llamadas a la resurrección de la incuestionable grandeza estadounidense y a dejar de llorar por su gloria en declive: esto es exactamente lo que los republicanos creen que está haciendo Barack Obama cuando dice que los Estados Unidos deben buscar puntos de intersección con los nuevos centros de poder. 

Romney hace gala de su compromiso con la dureza y la fidelidad a los principios porque hasta hace relativamente poco, menos de un cuarto de siglo, esta postura fue muy provechosa para los Estados Unidos.

Es esta "imagen ideal del pasado" donde  hunde sus raíces el sesgo de Mitt Romney hacia Rusia. El candidato, instintivamente, trata de volver al arcaico modelo bipolar, donde todo era sencillo y fácil de entender. Esto sucede porque la mayor dificultad hoy en día reside precisamente en la incertidumbre sobre la situación estratégica y el desgaste de los combatientes en primera línea de fuego. 

No está claro a primera vista quiénes son los aliados y quiénes los enemigos. O, más bien, sucede que tienden a cambiarse los sitios con bastante facilidad. Incluso tener fuerza no garantiza entender cómo usarla correctamente. 

La elección del candidato republicano a la vice presidencia es más llamativa que la visión política de Romney. Desde los años 80, los políticos que han ocupado este puesto solían ser pesos pesados de la política internacional. Pero Paul Ryan no tiene nada que ver con este ámbito; los críticos dicen que esta interesado únicamente en cifras y presupuestos. 

Ryan es un defensor acérrimo y apasionado del recorte del gasto público, dada la magnitud del problema con la deuda pública en los EE UU. Ese asunto es una de las armas de asalto en el ataque a Obama.

El nombramiento de un candidato a la vicepresidencia sin interés en política exterior es un dato revelador. Incluso los republicanos están empezando a asumir el hecho de que en el siglo XXI, EE UU simplemente no puede permitirse apostar por la fuerza para dominar la escena mundial.

La revista Foreign Policy señaló hace poco que, incluso si Romney hubiese querido continuar la tradición de una vicepresidencia de Asuntos Exteriores, no habría tenido muchas opciones. Los expertos en este ámbito van dejando la política al ser eclipsados por otros políticos de diferente naturaleza. 

Un ejemplo señero es el del legendario senador Dick Lugar: no se presentó a la reelección después de perder las primarias ante un candidato del ultraconservador Tea Party. 


Algunos analistas están interpretando incluso la disminución del interés republicano en la política internacional como un síntoma de su creciente mentalidad provinciana. Si gana Romney, tendremos la oportunidad de ver si esto es cierto.

Publicado originalmente en ruso en Gazeta.ru

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