Chubais, uno de los políticos más odiados en
Rusia por dirigir a comienzos de los noventa la privatización de las
empresas estatales de la URSS, la reforma más polémica de la Presidencia
del Boris Yeltsin, cree que las demandas políticas de la población no
van a cesar.
"Este tren no tiene vuelta atrás. Puede frenar a
causa de múltiples factores, empezando por el clima o la estación del
año y terminando por la crisis económica. Pero ya es una realidad, que
aunque puede que se desarrolle muy lentamente ya se mueve", apuntó el
actual dirigente de la corporación estatal de nanotecnologías.
Chubais cree que los avances económicos y la estabilidad que se han
conseguido en la etapa del actual presidente ruso, Vladímir Putin, serán
un asunto secundario para los ciudadanos.
"Los principales
frenos no están en la economía, sino en la política. La corrupción, una
Justicia injusta y otras desgracias bien conocidas. La Bolótnaya (plaza
que congregó las protestas en Moscú) no es una excepción, sino la
manifestación de profundos cambios sociales en el país", agregó.
El padre de la privatización, que siempre estuvo al lado de Yeltsin y
nunca dejó de ejercer cargos públicos, incluso con Putin, explica el
cambio con la aparición de una clase media en las ciudades más
cosmopolitas de Rusia.
No está seguro no obstante de que los actuales líderes de las protestas ciudadanas lo sigan siendo en un futuro próximo.
"Todo es posible, desde una evolución tranquila de las instituciones
democráticas hasta las agitaciones sociales de los noventa. A pesar de
la clara apuesta de las autoridades por la dureza, me inclino a pensar
que las posibilidades de una evolución no están agotadas", concluyó.
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