El penal Nº 14 donde ha sido recluida
Tolokónnikova, la más carismática de los miembros del grupo, está cerca
de una pequeña aldea y acoge a reas que cumplen sentencias por primera
vez.
Según informaron fuentes penitenciarias de Mordovia, que
se encuentra a más de 600 kilómetros al este de Moscú, en esa prisión
las presas se dedican a confeccionar uniformes de trabajo para
condiciones extremas.
La ciudad de Perm, que acoge el penal
adonde fue enviada Aliójina, en su momento formó parte de la red de
campos de trabajo o GULAG soviéticos y está a más de 1.400 kilómetros de
la capital rusa.
Esa prisión también cuenta con una fábrica
de confección, pero ofrece a las internas la posibilidad de aprender a
hacer películas de dibujos animados.
El marido de
Tolokónnikova, el también activista Piotr Verzilov, las prisiones a las
que han sido enviadas las dos mujeres "son las penitenciarías más
crueles".
El grupo Voiná, famoso por sus acciones artísticas
de protesta contra el Kremlin, comparó la prisión de Mordovia con "un
infierno" sobre la Tierra.
Tanto Tolokónnikova como Aliójina
había solicitado cumplir sus penas en la región de Moscú para poder
estar más cerca de sus hijos, ya que la primera tiene un hijo de cinco
años y la segunda una hija de cuatro.
Según la prensa local,
las prisiones rusas están atestadas y las condiciones de vida son duras,
especialmente durante el invierno, debido a las bajas temperaturas.
Habitualmente, los presos se levantan diariamente a las 6 de la
mañana, realizan ejercicios físicos al aire libre, dedican casi toda la
jornada a trabajar y apenas tienen tiempo libre.
Activistas de
los derechos humanos denunciaron que las jóvenes han sido enviadas a
penitenciarías lejanas para dificultar que sus familiares y los medios
de comunicación puedan informar sobre su suerte.
Los jueces
informaron de que las mujeres de Pussy Riot hubieran sido condenadas a
siete años, como solicitaba la Fiscalía, si no hubieran tenido hijos.
El pasado 10 de octubre una de las tres miembros de Pussy Riot
condenadas a prisión en agosto pasado, Yekaterina Samutsévich, recibió
la libertad condicional, pero sus dos compañeras vieron rechazados sus
recursos.
Tolokónnikova y Aliójina mantienen su inocencia e
insisten en que su acción en la catedral Cristo Salvador de Moscú tenía
fines políticos y no estaba dirigida contra los creyentes ortodoxos.
"Madre de Dios, echa a Putin", decía la canción cuyo vídeo fue
ampliamente difundido en internet y en el que se criticaba a la Iglesia
por pedir el voto para el líder ruso, Vladímir Putin, en vísperas de las
elecciones presidenciales de marzo.
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