El puesto de embajador ruso ante la Alianza
Atlántica ha estado vacante desde el regreso el pasado año a Rusia de
Dmitri Rogozin, actual viceprimer ministro encargado de la industria de
defensa en el Gobierno, considerado un halcón en EEUU.
Desde
2009, Grushkó, cuyo nombramiento ya había recibido el visto bueno del
comité internacional de la Duma (cámara de diputados) en junio pasado,
ejercía de subjefe de la comisión de cooperación con la OTAN.
Según los diputados rusos, Grushkó se centrará durante los próximos
meses en hacer frente a los planes de EEUU de seguir adelante con el
despliegue en Europa -Rumanía, Bulgaria, Polonia y España- de elementos
estratégicos de su escudo antimisiles.
Rusia insiste en que el
escudo antimisiles mina su potencial nuclear y considera que la OTAN
exagera las amenazas de los cohetes de medio y corto alcance por parte
de regímenes denostados como Irán y Corea del Norte.
El
embajador ruso también prestará atención a los planes de expansión
aliada, especialmente en lo que se refiere a Georgia, pese a que su
presidente, Mijaíl Saakashvili, principal aliado de EEUU en el Cáucaso,
dejará el cargo en 2014.
Los parlamentarios advierten de que
Moscú congelaría o rompería las relaciones con la OTAN si ésta decidiera
poner sus botas en el patio trasero de Rusia, es decir, el Cáucaso o
Ucrania.
Otro de los asuntos que serán incluidos en la agenda
es la cooperación Rusia-OTAN en Afganistán, más aún cuando las tropas
aliadas deben abandonar el país centroasiático en 2014.
La
OTAN aplaudió hoy el nombramiento y se mostró abierta a trabajar con el
nuevo embajador ruso, con el fin de reforzar la cooperación con Moscú.
Grushkó, de 57 años, habla inglés y holandés y trabaja en la
Cancillería desde tiempos soviéticos (1977), donde dirigió los
departamentos de seguridad y desarme, y relaciones euroatlánticas
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