En Buenos Aires hay una magnífica colección de miniaturas de Zubov. Fuente: El Museo Nacional de Arte Decorativo.
Historia de los Zubov
La historia familiar de los Zubov coincide con la de otros grandes apellidos -los Onassis, los Grimaldi o los Kennedy-, en aunar en sus vidas la fortuna y la desgracia; con la guadaña de la muerte cobrándose el precio de su creciente riqueza.
Serguéi Zubov (1881-1964), hijo de Platón Alexandrevich, amante de Catalina, tuvo que huir de Rusia junto con su familia antes de que triunfara la Revolución bolchevique. “La familia Zubov se tiene que exiliar de Rusia cuando muere Catalina La Grande, porque Pablo, el hijo de Catalina, persigue a la familia que se había enriquecido con el favoritismo de la zarina”, cuenta Elida. “Se van a París y allí afrancesaron el apellido.”
Posiblemente fue en París donde conoció a la argentina Rosario Schiffner de Larrechea, ya que se daba la coincidencia de que el hermano de Serguéi tenía una casa de antigüedades y ella vivía buscando obras de arte para su colección.
Rosario (1892-1987) era hija de uno de los hombres más ricos de Argentina. “El señor Schiffner, dándose cuenta de que tenía dos herederas mujeres las formó para que la fortuna familiar no se fundiera”, nos cuenta Elida Masson, “cosa rara que hayan formado a las mujeres en ese tema y ahí estuvo inteligente Schiffner porque en general esperaban que se casaran con alguien que les administrara la plata”. Tal es así que las hermanas Schiffner lograron convertirse en importantes empresarias, “llegaron a tener una fortuna importante y mantenerla, porque la construcción del Hotel Lancaster de Buenos Aires la hacen ellas, no lo heredan”.
Pero la gran pasión de Rosario era coleccionar arte. Educada con institutrices que les enseñaron varios idiomas y pasando buena parte de su vida en Europa, “Rosario llega a ser una gran conocedora del arte de la miniatura y en su colección hay muy pocos baches, pocas cosas que no sean buenas.”
Serguéi y Rosario se casaron en segundas nupcias en Cologny (Ginebra) en 1922 y dos años más tarde tuvieron a su única hija Tatiana. Los dos habían tenido matrimonios anteriores (el se divorció y ella quedó viuda) sin haber tenido descendencia.
Según las investigaciones de Elida Masson, “Rosario manejaba la fortuna y Zubov ponía el título nobiliario de conde. Sospecho que Serguéi era una persona de gran conocimiento artístico, extremadamente refinado pero la familia se había comido las riquezas de antaño”.
El director del Museo Alberto G. Bellucci recoge algunos datos en su libro sobre los Zubov que según los cuales el conde “era conocido como el ‘beau Serge’, por su refinamiento . En los años 40 se hablaba de sus constantes visitas al Plaza Hotel junto a sus amigos y el infaltable pocillo de café”.
A lo largo de su vida Rosario fue comprando muchas obras de arte ruso que iban saliendo a remate, al tiempo que Serguéi consigue mantener alguna parte de la colección personal de pinturas y miniaturas de su patrimonio personal. Aunque para Masson “algunas obras es posible que vinieran de Serguéi pero no están registradas”.
La desgracia familiar llegó en 1957 cuando Tatiana muere en un accidente de coche en Uruguay sin dejar descendencia. Siete años más tarde murió el conde y es entonces cuando Rosario se da cuenta de que “el día que desaparezca esa colección no le va a interesar a nadie”, nos cuenta Masson “y ella quiso dejar todo listo para que la colección no fuese a para sus sobrinos-nietos que no tenían interés”. Es así como decide hacer la donación de sus miniaturas a un museo de su tierra natal en memoria de su hija.
Para Masson “el cuidado que nosotros ponemos en esa sala y en sus obras es la mejor retribución que podemos hacer en memoria de esta donación.”
La colección
La colección Zubov consta de 232 obras europeas que abarcan desde el siglo XVI al XX y que incluye porcelanas, óleos de prestigiosos retratistas y muebles Luis XV y Luis XVI además de 160 valiosas miniaturas. Según Elida Masson “esta colección tiene todas las técnicas representadas: aguadas, guasch, sobre pergamino –que son las más antiguas-, sobre marfil o sobre cartón, tiene esmaltes maravillosos, algún óleo e inclusive una pintura de Josefina, la esposa de Napoleón, sobre porcelana”.
La importancia la estableció el experto a nivel internacional Vodo Hostetter. “Le preguntamos con qué colección podíamos comparar ésta y nos respondió que estaba a nivel del Louvre.”
La página del Museo Nacional de Arte Decorativo. .
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