Leónov, profesor de historia que entonces
operaba como espía en México, recuerda que fue entonces cuando ambos
países comenzaron a hablar por primera vez de parangones estratégicos y
de poner freno a la carrera armamentista.
Los historiadores
rusos aseguran que lo que disipó cualquier duda sobre la necesidad de
acudir en ayuda de Fidel Castro fue la "Operación Mangosta", es decir,
los planes de sabotaje de la isla aprobados por el presidente
norteamericano, Jonh F.Kennedy
Cuando los dirigentes
soviéticos recibieron en abril de 1962 un informe del KGB al respecto,
Jruschov tuvo pocos problemas para recibir el apoyo del comité central
del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS).
"La razón
número uno para emplazar misiles en la isla fue la defensa de la
Revolución Cubana. Bahía Cochinos demostró que la URSS no podía
defenderla sin presencia militar en la isla. En Moscú sospechaban que
pronto se repetirían los intentos de EEUU de atacar Cuba", señaló
Leónov.
La URSS se había negado durante los primeros años de
la revolución a respaldarla económica y militarmente, al considerar que
un régimen comunista no podría sobrevivir a apenas cien millas de la
costa norteamericana.
No obstante, Jruschov llegó a la
conclusión a mediados de 1964 de que el régimen castrista presentaba una
oportunidad inmejorable para que la Unión Soviética revertiera su
desventaja estratégica.
La operación "Anadir", la primera vez
que la URSS desplegaba misiles fuera de sus fronteras, consistía, entre
otras cosas, en la instalación de cohetes nucleares R-12 (2.000
kilómetros) y R-14 (4.000 kilómetros), capaces de alcanzar Washington.
"Jruschov buscaba reducir un poco la disparidad en la correlación de
fuerzas nucleares. La URSS contaba con pocos misiles intercontinentales y
la presencia de cohetes de corto alcance cerca de las costas de EEUU
corregía un poco esa desventaja. Años después se alcanzaría la paridad
nuclear", señaló Leónov.
La jugada le salió bien, ya que
Kennedy, a cambio de la retirada de los misiles soviéticos de Cuba,
ordenó el desmantelamiento de los cohetes Júpiter, que EEUU tenía en
Turquía e Italia.
No obstante, Leónov matiza esa victoria
estratégica, ya que esos 45 misiles de medio alcance (2.400 kilómetros)
que portaban ojivas nucleares y apuntaban contra la parte europea de la
URSS, no eran la principal amenaza para Moscú.
"Enviar los
misiles a Cuba fue una aventura de Jruschov. Pero, según se desprende de
los documentos oficiales, no pensaba usarlos. Simplemente quería
asustar a EEUU y obligarle a dialogar con la URSS de igual a igual",
asegura el historiador Alexandr Fursenko.
Poco sabía el
dirigente soviético que su voluntarismo diplomático en Cuba le acabaría
costando el cargo dos años después, aunque él mantuvo hasta el final de
sus días que Moscú salió ganando con la crisis.
El órdago de
los misiles lanzado por Jruschov fue considerado por la cúpula comunista
como una muestra más del irresponsable voluntarismo del líder
soviético, que no sólo puso en peligro la paz mundial, sino que acarreó
graves problemas para la economía del país.
"Los dirigentes
soviéticos consideraron que la crisis había sido una aventura muy
peligrosa. A mi juicio, Jruschov pagó su responsabilidad con el cargo.
La crisis fue la última gota que colmó el vaso. Los americanos
asesinaron a Kennedy. Nosotros no matamos a nuestro líder, pero lo
apartamos del poder", comentó Leónov.
La crisis también tuvo
un gran coste económico, ya que casi todos los equipos y el armamento
que se envió a Cuba, se acabó quedando en la isla (tanques,
helicópteros, piezas de artillería).
"Se le regaló todo a los
cubanos para suavizar las tensiones. A Fidel le concedieron la orden de
Héroe de la URSS, algo inusual", indicó el general del KGB, que es amigo
personal del líder cubano, Raúl Castro.
En su opinión, el
gran derrotado de la crisis fue EEUU, ya que "tuvo que aceptar la
Revolución Cubana y comprometerse a no atacar la isla, lo que suponía
reconocer su primera gran derrota en el hemisferio occidental y un gran
revés para la doctrina Monroe".
Leónov opina que no es
exagerado hablar de que el mundo estuvo "al borde de un conflicto
mundial, ya que en Cuba había más de un centenar de bombas atómicas y
los 42.000 soldados soviéticos desplegados en la isla no estaban
dispuestos a dejarse aniquilar en caso de agresión norteamericana".
"Los informes que yo envié desde México decían que EEUU estaba
dispuesta a atacar la isla. El peligro era muy grande y el
enfrentamiento era posible. Aunque yo pensaba que Cuba no justificaba un
holocausto mundial y creía que el sentido común prevalecería", dijo en
un perfecto castellano.
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