"Hoy recordamos el legado de Anna como
periodista y como defensora de la dignidad humana", señaló la portavoz
del Departamento de Estado, Victoria Nuland en un comunicado, en el que
aseguró que no se habrá hecho justicia "hasta que todos los implicados
en su asesinato sean identificados y procesados".
La
periodista, nacida en Nueva York en 1958, fue asesinada el 7 de octubre
de 2006 cuando preparaba un artículo sobre las torturas sistemáticas en
Chechenia, que fue publicado por sus compañeros cinco días después de su
muerte.
"Con su muerte, los rusos perdieron la voz que
valientemente trató de informar la verdad", lamentó Nuland, que aseguró
que su gobierno continuará recordando éste y otros casos de periodistas
asesinados, como el estadounidense Paul Klebnikov, que había denunciado
durante su carrera vínculos entre el Kremlin y la mafia chechena y murió
a balazos en julio de 2004 en Moscú.
La portavoz aseguró que
los periodistas de todo el mundo que denuncian los abusos y trabajan
para asegurar las libertades fundamentales de sus ciudadanos "deberían
ser protegidos"
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