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Chica joven en el Parque Gorki de Moscú. Fuente: ITAR-TASS

Chica joven en el Parque Gorki de Moscú. Fuente: ITAR-TASS

La tendencia de moda este otoño en Rusia es el ‘look’ que combina las gafas de pasta con la asistencia a conferencias cultas

Cada vez, en cuanto llega el mes de septiembre, empiezan las llamadas de colegas de trabajo, amigos, compañeros de estudios, pidiéndome que tenga una charla, aunque sea muy breve, con sus hijos o los hijos de sus conocidos, que ya tienen edad de ir a la universidad.

 

Yo les ayudo encantado: en su momento a mí también me echaron una mano con estas cosas. Además, las preguntas que hacen los adolescentes entre 16 y 18 años, sobre todo los que llegan a Moscú desde las provincias, suelen ser un indicador infalible de las tendencias en boga del momento.

 

Por ejemplo, hace unos ocho años mostraban gran interés por el comienzo de la temporada de rebajas de otoño: por aquel entonces esta práctica comercial apenas se conocía en las provincias. Más tarde, lo que despertaba la mayor curiosidad de los jóvenes eran los bares y clubes de moda, y los castings para la televisión.

 

En cambio, este año, Iliá, un joven de 20 años, me planteó tres preguntas esencialmente distintas de las que se me suelen hacer. En primer lugar, me preguntó a qué conferencias públicas le recomendaría asistir en Moscú ahora que ya estaba cerrado el Centro de Conferencias Públicas de Verano en el Parque Gorki

 

Su segunda pregunta fue sobre la montura de sus gafas: que si a mi parecer sus gafas de empollón, de montura de pasta gruesa, estaban de moda, pues los ‘hipsters’ las llevaban así. La tercera pregunta… pero bueno, mejor espero un poco con la tercera pregunta, no sea que os quedéis tan pasmados con ella como me quedé yo.

 

Lo más fácil fue responder a su pregunta acerca de sus gafas: “¡Todo en orden! ¡Estás in, chaval!” Pero resultó que allí había un truco: las gafas de Iliá estaban sin graduar. A mi pregunta: “¿Para qué llevarlas?”, vino sin titubeos la respuesta: “Bueno, las gafas son señal de que eres un cerebrín, ¿no?” Me eché a reír, pero la risa me duró bien poco. Resultó que la primera pregunta, acerca de las conferencias, también tenía que ver con el cerebro.

 

Cabe señalar que el Parque Gorki de Moscú, lejos de ser simplemente un parque más, es un sitio que crea y fija tendencias de moda. ¿Quieres entender qué está de moda, qué ‘look’ hay que lucir, a qué juegos jugar, qué temas debatir? Entonces, ve pitando al Parque Gorki. Allí descubrirás, que ahora el juego al aire libre en boga es la petanca, y que es más in un picnic en la hierba que una cena en un restaurante ‘fashion’. Que está más de moda ir en bici que en un coche de lujo, y que se ha puesto de moda hacer el bien de manera gratuita.

 

 

Pues eso, entre los demás temas de moda en el parque, ha surgido un tema nuevo: el de la educación. Es justamente en este parque donde durante los meses de verano tienen lugar por la tarde conferencias públicas y por la noche se proyectan las películas más selectas. Las entradas tanto para asistir a las conferencias, como para ver el cine se venden en un santiamén .

 

Por cierto, muy cerca del parque se encuentra el instituto Strelka, donde se celebran constantemente conferencias públicas y talleres. E igualmente cerca se encuentra el Centro Tecnológico 'Digital October', donde se puede oír, por ejemplo, a John Barlow, autor de la famosa 'Cibernómica'.

 

No es que antes no hubiera conferencias públicas. Las hubo, incluso en la Unión Soviética. Las hubo también cuando del régimen soviético no quedó nada. Pero una cosa es oír una conferencia sobre 'Las escuelas de arte en Italia del siglo XV: Ferrara, Bolonia, Venecia', donde el público está formado por tres alegres jubiladas, y otra muy distinta es ir a la conferencia del poeta y novelista Dmitri Bikov sobre el escritor Iván Bunin. Allí está garantizada la asistencia de 'nerds' en zapatillas de color rosa, tejanos teñidos de verde y iPods.

 

Es decir, que el fenómeno de conferencias públicas ha renacido en nuestros tiempos, pero en un formato distinto. El nombre del conferenciante ha cobrado mayor importancia que el de la institución a la que éste pertenece. Los temas se han empezado a elegir por los propios conferenciantes y sus conferencias han pasado a ser interactivas.

 

En opinión de algunos, la razón de este auge radica en que la época del consumismo material se ha agotado a sí misma, dejando paso a la demanda por los pasatiempos intelectuales. Además, los primeros en crear esta demanda fueron justamente los ricos, sólo que no teníamos la información necesaria sobre el tema en el inicio de este fenómeno. Un conocido mío, historiador de San Petersburgo, me confesó que ganaba un buen dinero con las conferencias privadas. Le pagaban el avión hasta Moscú, donde le recogían y lo llevaban a una villa de lujo en los suburbios y allí varios millonarios y sus familiares le oían hablar sobre Pedro III y Catalina la Grande. Tras la conferencia venía la cena, el Bentley, el aeropuerto y los honorarios que se calculaban en cifras de cinco ceros.

 

Otra posible razón para la demanda de las conferencias es la crisis que están sufriendo las bibliotecas, a las que ya no tiene sentido ir en nuestra época de libros electrónicos y textos digitalizados, a no ser por… ¡Ciertamente¡: a no ser por los encuentros con escritores, las clases magistrales y las conferencias. En base a este nuevo principio de Club-Biblioteca, funciona, por ejemplo, la biblioteca de Mayakovski en San Petersburgo, así como todo un abanico de librerías: desde la enorme librería moscovita 'Moscú' hasta la librería 'Borges' en San Petersburgo, orientada casi exclusivamente a los intelectuales.

 

Existe también una razón tecnológica trivial: tras haber copiado de Occidente las tecnologías de venta de productos de consumo, en los negocios rusos ha llegado el turno de venta de 'cerebros'.

 

En cuanto a su tercera pregunta, ¿sabéis lo que me preguntó? ¡No os lo podréis creer! “¿Tío Dmitri, tú eres judío?” Yo casi di un brinco de asombro, pues hacía ya muchos años que nadie me hacia esta pregunta. Le pregunté: “¿A santo de qué se te ha ocurrido algo así?” Iliá balbuceó tímidamente: “Pues, bueno, los judíos son todos listos, ¿no? Eso es lo que opina toda la gente progre en mi pueblo…”


Las modas…

 

Dmitri Gubin, periodista y presentador de televisión, columnista de las revistas 'GQ' y 'Ogoniok' y del periódico “Kommersant”; comisario de la Fundación de la Radio Independiente “Nóvie Russkie Media” (“Nuevos medios de comunicación rusos”).

 

Artículo publicado originalmente en ruso en la revista Ogoniok.

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