"Los que más sufrieron las consecuencias de
la guerra fueron los niños mandados a la Unión Soviética. Los que fueron
a Francia o Bélgica sí pudieron volver. Estos niños no pudieron
regresar, nunca", dijo a Efe Dolóres Cabra, presidenta de la Asociación
Guerra y Exilio (AGE).
De los más de 30.000 niños españoles evacuados durante la Guerra Civil poco más de 3.000 fueron a parar a la Unión Soviética.
"Tuvieron que esperar a la muerte de Stalin para poder regresar. Aún
así muchos se quedaron en los campos del Gulag, murieron en la guerra o
por el hambre, o quedaron desaparecidos. Además, estos niños tuvieron
una presión muy grande por parte del Partido Comunista de España (PCE)",
explicó la dirigente de AGE.
Francisco Mansilla, presidente del Centro Español, lamenta no haber podido regresar.
"Perder la patria es horrible.Teníamos que haber regresado en 1939.
No nos dejaron salir. En cambio, mis hermanos que estaban en Francia
volvieron todos. Cuando los soviéticos nos dieron permiso para volver,
en 1956, yo ya estaba casado y me quedé", dice.
Dos o tres
decenas de "niños de la guerra" y varias decenas más de sus
descendientes llenaron la sala y el escenario del Centro Español,
situado a poco más de un kilómetro del Kremlin.
"Muchos están
enfermos, no ven bien, no pueden andar, y otros son muy mayores, por lo
que no podrán venir. Todos tenemos entre 70 y 90 años", explicó
Mansilla.
Los asistentes recordaron hoy sus vivencias de hace
75 años, de cómo legaron entonces a la URSS y la cordial acogida que les
dieron los soviéticos.
"Cuando teníamos que bajar del barco
en Leningrado había muchos rusos que venían a recibirnos. Tantos, que
parece que (las autoridades) tuvieron miedo de que alguien viniera a
cogernos que nos hicieron volver al barco y pasamos allí la noche. Nos
recibieron con flores y con mucho cariño", recuerda Antolina Etxeberría.
Tres expediciones en barcos, que salieron de los puertos de Valencia,
Santurce y Gijón, fueron organizadas para salvar a los niños de los
combates y bombardeos.
En la URSS, los niños, principalmente
vascos y asturianos, fueron distribuidos en 14 casas de niños, donde les
esperaban maestros españoles y manuales en español.
Sin embargo, pocos años después la II Guerra Mundial atrapó a los refugiados que habían huido de la Guerra Civil Española.
Los que para entonces alcanzaron mayoría de edad, 256 en total, partieron voluntarios al frente.
En total, 206 españoles caídos en combate, otros 216 que murieron en
la retaguardia a causa de los bombardeos, el hambre, las enfermedades y
otras penurias de aquella larga y cruel guerra fue el precio que pagó la
comunidad republicana española por la independencia de la URSS.
Las tumbas españolas, cuando las hay, están diseminadas por el vasto
territorio de la ex URSS, desde el Báltico hasta Crimea y el Cáucaso, y
desde Bielorrusia hasta los Urales, Asia Central y Siberia.
Tras terminar la guerra, los jóvenes españoles fueron abandonando las
casas de niños para empezar a trabajar o estudiar carreras.
De
ellos, 746 recibieron enseñanza superior y se licenciaron
principalmente en Ingeniería y Medicina, pues, según los dirigentes del
PCE, "España necesitará médicos e ingenieros".
Luego, una
primera ola de repatriación se hizo posible en los 50, que continuaría
después a cuentagotas en los 60, 70, 80, 90...
"Nosotros ya no
volveremos, ni siquiera para que nos entierren en nuestra tierra", dice
uno de los "niños" que y prefiere no decir su nombre.
Ántolina le abraza y añade: "Espero que jamás, en ninguna parte del
mundo, pase lo que nos pasó a nosotros. Nunca más. Los hijos tienen que
vivir con sus padres. Y en su patria".
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