Los BRICS preparan su propia agencia de calificación

El expresidente de Rusia Dmitri Medvédev en la última cumbre de los BRICS en Nueva Delhi, India. Fuente: Reuters / Vostock Photo.

El expresidente de Rusia Dmitri Medvédev en la última cumbre de los BRICS en Nueva Delhi, India. Fuente: Reuters / Vostock Photo.

Economistas de la Argentina, Brasil y Rusia han comenzado a estudiar la posibilidad de crear, en el marco del grupo de países BRICS (Brasil, Rusia, China, India y Sudáfrica), una agencia calificadora de riesgo 'propia' que analice las perspectivas de desarrollo económico desde la óptica de los llamados países 'emergentes'.

En diversos encuentros informales, en algunos de los cuales ha participado el autor, se analizaron las posibilidades de trabajo a partir de la sistematización de datos y estadísticas suministradas por los propios países del grupo que, a día de hoy, es uno de los factores determinantes de la economía mundial. En la reciente cumbre del G-20 en la ciuada mexicana de Los Cabos, los BRICS presentaron una nueva estrategia para el desarrollo global que, desde luego, incluye como principal medida la reestructuración del sistema financiero internacional y los organismos que lo componen.

Esto, como primera medida, apunta a desmontar el pedestal de jurado mundial que se han auto-asignado las actuales calificadoras de riesgo, no sin el respaldo encubierto o explícito de los principales grupos financieros mundiales. Ellos, en definitiva, son los principales beneficiados con los dictámenes tonantes de esas agencias, que elevan o destruyen economías nacionales enteras. En los últimos tiempos los ejemplos de ello son obvios.

En el mundo económico actual y cada vez con mayor frecuencia, la opinión de las tradicionales agencias calificadoras de riesgo tienen la virtud de emitir sentencias que funcionan como criterios económicos de verdad revelada.

Sus informes pasan a ser sacralizados como en el siglo XX eran las opiniones de los operadores más reconocidos en Wall Street o en la City de Londres. La memoria de los mercados financieros todavía recuerda las predicciones de los gurús de la Reserva Federal de Nueva York que eran más determinantes del comportamiento de la inversión que los informes de los grandes bancos o del Fondo Monetario Internacional de las décadas de los 60 y 70 del siglo XX.

Las opiniones de extitulares de la Reserva Federal estadounidense como Paul Volker o Alan Greenspan o el actual Ben Bernanke  siguen impactando las modificaciones de las expectativas de inversión especulativa pero han perdido eficacia frente a la salida de la crisis del 2007-2008 y el siguiente estado recesivo  que se extiende desde finales del 2010 a la fecha.

El mito de los mercados dejó también de lado a los grandes ideólogos de los sistemas de opinión con base en determinantes racionales de largo plazo al estilo del húngaro George Soros o los neoliberales como Nial Ferguson o los neoestructuralistas como Paul Krugman, que tratan de insertar sus premisas sistémicas en la explicación de la realidad cotidiana.

Hoy, lo que deja su huella en la toma de decisiones financieras mundiales y genera enormes repercusiones en las economías es la información –con alta carga arbitraria- que proveen las tres agencias calificadoras, con datos que provocan estampidas de pánico colectivos, dignas de la psicología social y de los arquetipos nacionales para el movimiento de los capitales líquidos.

En la coyuntura más crítica del año 2008 actuaron para desmerecer los derivativos en poder de Lehman Brothers a favor de la especulación sobre esos valores securitizados, produciendo la desestabilización del mercado y llevando al pánico a los inversores privados individuales. Esto generó que en tres semanas el valor de las acciones de Lehman Brothers cayera estrepitosamente y una corrida bajo la forma de estampida surgió contra el más grande operador de estos fondos. El resultado fue la oferta ridícula que hizo J.P. Morgan en el último momento de la debacle, que produjo la eclosión del sistema financiero en agosto-septiembre 2008, con sus secuelas de incertidumbre y caos.

La crisis actual está marcada por las debacles que Standard and Poors, Ficht y Moodys inducen cada vez que expresan el nivel del spread de los bonos nacionales respecto al de los de referencia en la zona de influencia del bono más representativo.  El caso de Grecia, el actual de España e Italia respecto al bono alemán dan idea de la importancia y el relieve que tienen estos análisis. 

Tienen el carácter de verdad aunque están llenos de subjetividades liberales, con interpretaciones dogmáticas y hasta un uso de parámetros discriminatorios respecto a normas de consumo, políticas de protección o adicciones financieras de ciertas regiones o de ciertos grupos empresarios o inversores.

Cada vez con más frecuencia intervienen con actitudes informativas que son cercanas a las prácticas desleales o carentes de ética respecto a las medidas de políticas económicas que no son de su agrado o no forman parte de sus normas de interpretación de la coyuntura.

En los casos específicos de Rusia y Argentina, las condiciones materiales de los indicadores clave para analizar la coyuntura dan una valorización de estas economías que es muy superior que la forma de análisis a las que las evaluadoras las someten.

Es el caso de Rusia, novena economía actual del mundo y recién accedida a la Organización Mundial de Comercio,  que cumpliendo con todos los requisitos, las agencias la califican como 'inestable en la coyuntura'. Esta calificación no toma en cuenta que petróleo y gas están en aumento por un período que aparece de mediano y largo plazo. Que el PIB ruso crece con perspectivas de sostenerse en el tiempo y que posee reservas acumuladas muy superiores a las necesidades financieras de su endeudamiento.

Frente a esta situación, en la actualidad, con el crecimiento de los países emergentes y en especial de los miembros del grupo BRICS, se hace imprescindible la creación de otras calificadoras de riesgo, que apliquen criterios más inclusivos de las diversas realidades e influyan más positivamente sobre la psicología del inversor individual, permitiendo un criterio amplio en lugar de una compulsión al pánico y al estampido en el uso de los activos líquidos de alta movilidad.

Una agencia internacional de calificación de los BRICS en su conjunto o de alguno de sus componentes puede dar una opinión diferencial que tenga más fundamentación sobre la realidad e induzca a la inversión productiva y al riesgo regulado, para evitar así los bruscos cambios de humor del mercado financiero con sus secuelas de recesión y de no salida para la crisis.

Este proyecto se inscribe exactamente en los objetivos que se plantean para la próxima cumbre BRICS en Sudáfrica,  en marzo del año próximo. Los especialistas del grupo trabajan en dos grandes propuestas financieras: el Banco BRICS o Banco 'Sur-Sur' y la Alianza BRICS de intercambio de divisas. Estos propósitos superadores de la actual coyuntura financiera internacional sin duda necesitan un sistema de interpretación económica nuevo. La calificadora BRICS de riesgo puede ser el instrumento para organizar dicho sistema.

Mario E. Burkún es economista, prorrector de postgrado de la Universidad Nacional de La Matanza y consultor del gobierno en temas internacionales.

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