La nota subraya que conforme a los resultados
de los observadores de la postsoviética Comunidad de Estados
Independientes, los comicios legislativos "transcurrieron en un ambiente
libre, abierto y tranquilo, con una alta participación".
El
informe de la OSCE subraya que los comicios a la Cámara de
Representantes del Parlamento bielorruso "desde un principio no fueron
competitivos", ya que "se restringió la capacidad de elección del
votante y esto ha sido un elemento clave de las elecciones".
Además, pone en duda el escrutinio realizado por la Comisión Electoral
Central, debido a la imposibilidad de los observadores de supervisar el
recuento de los votos emitidos en los colegios y, en particular, a falta
de "métodos de escrutinio apropiados".
El organismo europeo
acusa a Bielorrusia de incumplir sus compromisos en materia de defensa
de los derechos democráticos de los ciudadanos a asociarse, a
presentarse como candidatos y a expresarse con libertad.
Al
igual que en las anteriores legislativas de 2008, todos los diputados
elegidos, 22 de los cuales repiten, son "candidatos del régimen" del
presidente bielorruso, Alexandr Lukashenko, considerado por Occidente el
último dictador de Europa
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