El Estatuto de la ONU señala que los países
que lo refrendan reconocen la inviolabilidad de las fronteras
internacionales configuradas después de la Segunda Guerra Mundial.
La postura de Rusia implica que Moscú no está dispuesta a negociar
las reclamaciones territoriales de Tokio, que pretenden recuperar la
soberanía japonesa sobre las islas Kuriles, anexionadas por la Unión
Soviética en 1946.
La desavenencia por el control del
archipiélago, conocido como Islas Kuriles del Sur en Rusia y Territorios
del Norte en Japón, ha evitado que ambos países hayan firmado un
tratado de paz permanente tras la II Guerra Mundial.
"Por
supuesto estamos dispuestos a debatir todas las cuestiones que interesan
a nuestros colegas japoneses, incluyendo las cuestiones relacionadas
con la firma de un tratado de paz", apuntó Lavrov.
Menos de 20.000 personas residen actualmente en estas islas debido principalmente a la dureza del clima.
En 1993 el presidente ruso, Borís Yeltsin, y el primer ministro
nipón, Morihiro Hosakawa, firmaron la Declaración de Tokio, que dejaba
abierta la posibilidad de negociar la soberanía de las islas,
posibilidad que cierra la renovada postura de Moscú.
Las
cuatro islas Kuriles del sur (Kunashiri, Etorofu, Shikotan y Habomai
para los japoneses) y sus aguas son ricas en pesca y productos como oro,
plata, hidrocarburos y titanio
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