El Ayuntamiento de la segunda ciudad de Rusia
decidió no renovar el contrato de obra con la empresa Transstroi,
propiedad del oligarca ruso Oleg Deripaska, investigado en España,
después de que fuera visitada el pasado sábado por el primer ministro
del país, Dmitri Medvédev.
El expresidente ruso, natural de la
ciudad sobre el río Neva, comprobó que desde su última visita al campo
hace dos años y medio "los trabajos no han avanzado", algo que calificó
de "vergüenza", según el diario ruso.
El contrato con
Transtroi, que es de hecho la segunda empresa que había asumido el
proyecto de obra hace cuatro años, expira el próximo 15 de noviembre y
no será renovado, aseguró el vicegobernador de la ciudad, Igor Metelski.
La empresa del multimillonario oligarca ruso señaló que es "del todo
incorrecta" la apreciación que han hecho de su trabajo las autoridades
de la ciudad, a las que responsabilizó de no remitir a la constructora
la documentación sobre los trabajos del nuevo proyecto remodelado del
campo ni tampoco sus precios revisados.
Mientras ayuntamiento y
contratistas se echan las culpas, el coste de la obra del estadio ha
pasado desde los 23,7 millones de rublos (758 millones de dólares)
fijados en 2007 por una comisión municipal a los 44 millones de rublos
(1.408 millones de dólares), en los que valoran el nuevo proyecto
expertos del mercado de construcción.
San Petersburgo deberá
afrontar los costes de la obra con sus propios recursos, como dejaron
claro el sábado el primer ministro ruso y también Alexéi Miller,
presidente del monopolio gasístico Gazprom, propietario del Zenit.
"La ciudad ya ha recibido recursos para una decena de estadios
modernos y debe cumplir honestamente con su compromiso de construir el
campo para ya luego financiar otros proyectos de la ciudad", dijo
Miller.
Deripaska es el centro de una investigación por parte
del Ministerio del Interior ruso, que en abril empezó a estudiar los
expedientes facilitados por la Justicia española, que le acusa de
presunto blanqueo de dinero en España.
Según el auto de la
justicia española, Deripaska y sus exsocios controlaban varias de las
empresas de aluminio de Rusia que la organización criminal habría ido
"conquistando" presuntamente mediante la extorsión y el asesinato, y de
las cuales obtenían el dinero que luego blanqueaban
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