Acto seguido el asesino se adentró en el cuartel, donde tiroteó a otras cinco personas antes de morir bajo fuego cruzado.
Otros tres soldados del puesto fronterizo próximo a la localidad de Belidzhi resultaron heridos en el tiroteo.
Según Interfax, el homicida "se apellidaba Alíyev" y tenía 31 años.
Un suceso similar sacudió recientemente la vecina Kazajistán, donde
un guarda fronterizo confesó el asesinato de catorce de sus compañeros y
de un cazador en un puesto montañoso situado en la zona limítrofe con
China, aunque su confesión suscitó dudas de haber sido arrancada bajo
presión.
Según la Fiscalía general kazaja, el asesinato tuvo
lugar el 28 de mayo pasado en el puesto fronterizo de Arkankerguen,
cuando Vladislav Chelaj, de 19 años, hacía guardia frente al barracón de
madera situado a más de mil metros de altura y donde vivían un oficial,
tres militares profesionales y once reclutas.
Según la
versión oficial, primero mató al centinela que le acompañaba y le
arrebató el fusil automático, tras lo cual regresó al barracón y
acribilló al resto de guardas fronterizos, que dormían plácidamente y
desarmados en sus camastros.
Seguidamente, mató al cazador que
vivía en una casa de madera en las inmediaciones, quemó todas las
instalaciones del cuartel, se vistió de paisano y abandonó el lugar del
siniestro.
Ante la pérdida de comunicación por radio con el
puesto, el servicio nacional de guardafronteras envió a la zona el 30 de
mayo a un grupo especial de investigación, que informó de lo sucedido a
las fuerzas de seguridad.
El 4 de junio la policía encontró en un refugio a Chelaj, quien confesó pocas horas después haber cometido los asesinatos.
La prensa local aludió a las novatadas o abusos recibidos por el
asesino por parte del resto de guardias como posibles motivos del
asesinato
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