Evguenia Kanáyeva en una de sus intervenciones. Fuente: AP.
De niña, a Evguenia Kanáyeva le gustaba mucho la sonrisa de la princesa Diana y coleccionaba pósters y pegatinas con su imagen. Hoy, ella misma se ha convertido en una imagen a imitar: guapa, perseverante, con éxito y popular. Las niñas se inclinan sobre las tribunas y gritan hechizadas, "¡Zhenia! ¡Zhenia!" (diminutivo de Evguenia), acercándole fotografías y cuadernos para que les firme un autógrafo.
El año que viene Kanáyeva cumplirá una década en el deporte de alta competición. El camino de la deportista hacía el éxito fue tan rápido y fulgurante como sus actuaciones.
Final de clubes del mundo Benidorm 2008: 3 medallas de oro
Juegos Olímpicos de Pekín 2008: medalla de oro (primera en categoría individual)
Campeonato del Mundo de Mie: 6 medallas de oro
Campeonato del Mundo de Moscú 2010: 4 medallas de oro y una de plata
Campeonato del Mundo de Montpellier 2011: 6 medallas de oro
Juegos Olímpicos de Londres 2012: medalla de oro (primera en categoría individual)
Zhenia creció en una familia deportista: el padre era árbitro de lucha grecorromana y la madre, gimnasta a nivel nacional, que abandonó la carrera deportiva a los 18 años por una lesión de espalda. Sin embargo, no fueron sus padres los que la llevaron a los seis años a la escuela de gimnasia rítmica de Omsk, sino su abuela, a la que simplemente le gustaba esta disciplina. Lo cierto es que la perseverancia de Zhenia no tenía límites: en una sala vacía repetía una y otra vez complicados ejercicios. Y después de un entrenamiento agotador, volvía a hacer todo el programa con pasión para la abuela.
También la suerte tuvo algo que ver. En Omsk Zhenia se entrenaba con Irina Chaschina, medallista de plata de las Olimpiadas de Atenas, bajo la dirección de la entrenadora Vera Shtelbaums. Kanáyeva alcanzó su primera victoria internacional en categoría junior en Japón en el año 2003, fue en el campeonato mundial de clubes, la Copa Aeon. Entonces se fijó en ella la entrenadora de la selección nacional rusa de gimnasia rítmica, Irina Viner, que la invitó a entrenar en el centro de entrenamiento y estudios 'Novogorsk', donde entonces reinaba la campeona Alina Kabáyeva.
La selección rusa de gimnasia nunca ha tenido carencias en sus filas, por lo que el debut de Kanáyeva en la categoría más alta tan solo tuvo lugar cuatro años después en el campeonato de Europa en Bakú. Debido a una grave lesión Kabáyeva, líder del equipo ruso, se tuvo que retirar y Zhenia fue incluida en el equipo a última hora. Viner confió en la joven gimnasta para que realizara un ejercicio con la cinta. En la final Kanáyeva venció a las competidoras con más experiencia y obtuvo el oro.
Mientras que a las Olimpiadas de Pekín, Kanáyeva asistió como la líder de la selección rusa. Ganó la medalla de oro en categoría individual con una increíble distancia de 3,5 puntos sobre sus rivales. Sin embargo, hasta las Olimpiadas de Londres había cuatro largos años de duro trabajo. En este tiempo Kanáyeva llevó la gimnasia rítmica hasta un nuevo nivel.
El año después de Pekín, en 2005, brilló sobre la pista: cinco medallas de oro en el campeonato de Europa celebrado en Bakú, todos los oros en los juegos mundiales de Taiwan y en la Universiada de Belgrado, donde la llamaron la "heroína de los juegos". Y finalmente, seis victorias en el Campeonato del Mundo en la ciudad japonesa de Mie. Con estas marcas superó el récord establecido por otra rusa, Oxana Kostina, en 1992 que era de cinco oros. Kanáyeva se convirtió en la deportista con más oros en un solo campeonato del mundo.
Parecía que tras bajar del podio Kanáyeva se olvidaba por un instante de sus victorias y continuaba trabajando con tesón demostrando que era la mejor del mundo. No la detenían ni los cambios en la normativa, ni las lesiones. Incluso le sacaba partido a las raras ocasiones en que las que no conseguía ganar, entrenando más en los aparatos que se le resistían.
Así, en el campeonato del mundo de Moscú en 2010, debido a un error en la clasificación Zhenia no llegó a la final de cinta y fue segunda en cuerda. "¡Por supuesto que me enfadó muchísimo! Pero no por no haber ganado yo. Al revés, siempre me alegro por las otras chicas. Trabajan mucho, como yo, y se merecen la victoria. Al contrario, me lo reprocho a mí misma por fallar ante la gente que tanta confianza había depositado en mí", dice Zhenia. “En las Olimpiadas de Pekín, en la primera salida para la clasificación, se me cayó la cuera en el primer ejercicio. Pero aún así entré en la final. Parece que tenía que pasar para que en el día importante estuviera más atenta y no cometiera el mismo error. Son señales, signos que te ponen a prueba y te hacen más fuerte".
Kanáyeva reconoce que el camino hacia las Olimpiadas de Londres no fue sencillo. Conseguir el título de campeona olímpica es una cosa y confirmar ese puesto una segunda vez es otra completamente distinta. "Hay que mantenerse constantemente en forma durante cuatro años, obtener unos resultados altos en todo momento. Más aún, hay que seguir desarrollando los ejercicios, superarse a una misma, aunque sea difícil y haya cosas que no salgan. En Pekín subí al podio y me latía el corazón de manera desenfrenada, parecía que se me iba a salir del pecho. En Londres, sin embargo, sentí como si se me cayera una piedra del pecho", cuenta la gimnasta.
¿Se presentará Kanáyeva en Río de Janeiro 2016? "Todavía no sé si se ha acabado para mi esta etapa o no. Necesito descansar. Después tomaré una decisión", reconoce la campeona.
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