Pussy Riot: perdonar y comprender

Dibujo de Natalia Mijailenko.

Dibujo de Natalia Mijailenko.

La presentadora de televisión, periodista y política da su opinión sobre el caso Pussy Riot.

Hace mucho que quería expresar mi opinión sobre la forma en que el poder actual se comunica con sus ciudadanos. Últimamente ha habido tantísimos motivos que casi no se sabe por dónde empezar. Aunque el motivo más importante e internacional es, sin duda, el caso Pussy Riot.

Tras la sesión de investidura de Vladímir Putin, la oposición rusa se perdió en un pantano profundo sin ninguna clase de perspectiva. Ningún 'Occupy-Abay' podía aspirar a una actividad política seria. A decir verdad, hasta la oposición, de lo que se convencieron incluso los admiradores más fervientes de la plaza Bolótnaya, se fue de vacaciones tan feliz. Y allí se habrían quedado de no ser por el culebrón en espiral “Pussy Riot entre rejas”.

Parece que las autoridades rusas tienen una facultad sorprendente: muestra mal lo que hace bien, pero muestra tan mal lo que hace mal que atrae la atención no solo de Rusia, sino de todo el mundo. Digámoslo así, sabemos amplificar nuestra vergüenza. Y además con tanto jugo y gracia, que ahora mismo quizá el único que no ha dicho nada sobre Pussy Riot es Barack Obama. Pero creo que si el caso sigue su camino, lo hará sin duda.

Vayamos por orden. Cualquier especialista político que esté interesado un poco en acciones de este tipo conoce perfectamente la fórmula para prepararlas y el guión mediante el cual se desarrollan a continuación. La utilización de performances y de la cultura con fines políticos es la última tendencia. Las formas pueden ser de lo más variadas.

Incluso la contaminación del aire y lanzar ositos desde un aviónpuede llamarse arte, lo importante es conseguir gritar el eslogan. El efecto de tal acción depende directamente de la estupidez del adversario. A mayor severidad en la reacción, mayor repercusión tendrá la acción más absurda realizada a veces por simples idiotas. Si en el papel de idiota actúan madres jóvenes y sexis, entonces tendremos un hallazgo al nivel del de Mónica Lewinski.

Las jóvenes sentadas tras el cristal del juzgado de Jamóvnicheski son la clásica girlband, compuesta por la inteligente, la fea, y la guapa.

Y por mucho que las autoridades rusas intenten ahora demostrar al mundo que ellas no saben ni cantar ni bailar y que no son representantes de ningún interés cultural, ya no es posible. Son el principal descubrimiento musical que ve Rusia desde los tiempos de las temporadas de Diáguilev. Y me temo que no lo veremos durante mucho tiempo, a escala musical seguro.

En lo que atañe a Pussy Riot, está absolutamente claro que no tienen talento. Y no han podido tenerlo. Pero nuestras autoridades tienen el talento infinito para convertir un grano de arena en una montaña. Solo ellas, en un periodo de ausencia de héroes en nuestro país, podían crear el grupo más popular de Rusia.

Ahora ya es completamente seguro que productores occidentales, que se han apoderado de esta historia, van a ayudar sin falta a promocionar a las jóvenes. Lo más importante es que el reality-show 'Jóvenes entre rejas en Rusia' ahora se retransmite en todo el mundo. Y todo el mundo sigue encantado el desarrollo de los acontecimientos.

Lo más absurdo es que la decisión tomada el 17 de agosto se podía haber tomado hace unos meses. En mi opinión, estaría bien si hubieran sido sentenciadas a hacer algunos trabajos a la comunidad. Eso habría sido más que suficiente tanto para los ciudadanos como para los creyentes ofendidos.

Aunque a los auténticos creyentes no les importan nada las Pussy Riot, y si les importan, es como una tentación contra la que luchar, pues Jesús dijo: “Amad a vuestros enemigos, bendecid a quienes os maldicen, haced el bien a quienes os odian y rezad por quienes os ofenden y os persiguen”.

Es una pena que las personas responsables de exagerar toda esta historia no fueran capaces de dominar esa tentación. Si representan un peligro para la iglesia ortodoxa, ¿no será un problema de la Iglesia? Merece la pena que el patriarca Kirill medite sobre la necesidad de hablar con todos, independientemente de sus creencias religiosas y de sus actos, comentar lo ocurrido es imprescindible para que la gente comprenda la actitud de la Iglesia.

Estoy segura de que el patriarca posee el talento oratorio suficiente como para explicar lo sucedido y, a la vez, proteger a los espíritus más débiles de repetir actos de este tipo. Predicar es lo importante para un hombre que ha elegido una carga tan pesada como es ser guía espiritual para las almas perdidas. Simplemente un encuentro. Simplemente una conversación del patriarca con las jóvenes hubiera puesto el punto final a esta historia. Comprender y perdonar,porque todos quieren creer en lo mejor.

Tina Kandelaki es periodista, política, presentadora de televisión y productora.

La opinión de la autora no coincide necesariemante con la de la redacción.

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