Bondarenko reconoció que "la legislación
prohíbe residir en la zona de exclusión" de 30 kilómetros de perímetro
en torno a la planta y que fue creada tras el accidente.
"Creo
que es hora de pensar que parte de la zona puede abrirse para su uso
sin restricciones. Se trata más bien de la zona sur", dijo, citado por
las agencias locales.
Para empezar, el experto considera que
debería autorizarse la residencia al personal que se encarga de
supervisar la seguridad del sarcófago que cubre el averiado cuarto
reactor.
"De ser sinceros, ya hay mucha gente que vive y
trabaja allí, pero a escondidas. Existe una situación de facto y otra
legal que están desligadas y hay que unirlas para devolver la situación a
la normalidad", señaló.
Bondarenko también cree que en un
futuro en la zona podrían permitirse actividades económicas como la
explotación de ganado o el cultivo de lino.
Recientemente, 35
antiguos residentes en la zona se han dirigido por carta al primer
ministro ucraniano, Nikolái Azárov, para que el Gobierno les permita
regresar a sus antiguos hogares.
Los signatarios de la carta
mantienen que los niveles de radiación en la zona son menores que en la
capital, Kiev, y se mostraron dispuestos a reconstruir la ciudad y sus
empresas.
Bondarenko y otros expertos insisten en que los
niveles de radiación en la zona de exclusión difieren de unas zonas a
otras, por ejemplo entre la ciudad de Chernóbil y la de Prípiat, la más
afectada por la catástrofe al encontrarse a apenas 4 kilómetros de la
planta.
Las autoridades locales sí han abierto las puertas del
considerado uno de los lugares más inhóspitos de la Tierra a los
turistas extranjeros.
No obstante, antes de obtener el permiso
para viajar a la zona, los visitantes deben firmar un contrato por el
que la administración se exime de toda responsabilidad por cualquier
perjuicio a la salud del visitante.
La estancia en la zona no
supera las 6 horas, período durante el que no se puede fumar, salirse
del itinerario oficial, beber alcohol, encender una hoguera y, por
supuesto, tocar o llevarse ningún objeto, sean trozos de chatarra,
plantas o simples pedruscos.
El pasado 26 de abril, con
ocasión del 26 aniversario del accidente, se inició la construcción del
nuevo sarcófago que debe garantizar durante el próximo siglo la
seguridad del averiado cuarto reactor.
La radiación
desprendida por la central continúa afectando a miles de habitantes de
Bielorrusia, Ucrania y Rusia, donde se halla el 70 % de los casi 200.000
kilómetros cuadrados de terrenos contaminados.EFE
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