El arquitecto José Antonio Acebillo. Fuente: Tatiana Anbreeva.
La tendencia de los nuevos tiempos no es ni siquiera una 'casa inteligente', sino una 'ciudad inteligente'. En opinión del profesor José Antonio Acebillo, exarquitecto jefe de Barcelona, las megalópolis modernas deben desarrollar, a partir de la infraestructura existente, unos parámetros que puedan atraer a la gente debido a su promesa de posibilidades ilimitadas y a las favorables condiciones de vida. La infraestructura, por muy avanzada que sea, es insuficiente por sí sola. También es necesario el 'Urban software', los 'factores inteligentes' de la planificación urbana. Se trata de zonas Wi-Fi gratis, espacios multifuncionales, de la optimización de rutas de transporte, el uso de medios de transporte ecológicos (vehículos eléctricos y transporte a pedales), y así sucesivamente.
En el mundo hay 22 parámetros de eficiencia de suelo urbano: desde la densidad de población y la esperanza de vida de los habitantes hasta el Producto Interior Bruto. En ranking mundial de ciudades eficientes está liderado por Copenhague, Estambul y Oslo; ciudades que no son ni de lejos las más grandes del mundo. Para los europeos, el modelo a seguir es Singapur, capital de la investigación y centro financiero del Sudeste Asiático. Con una población de tan sólo tres millones de personas, la influencia de Singapur supera la de Shanghái y Tokio, debido a que tiene bajo su control una sólida parte de las vías marítimas del mundo.
“El principal indicador de la efectividad de una ciudad es el tráfico bien regulado”, comentó el profesor Acebillo. Según él, Milán y Barcelona han logrado buenos resultados en este aspecto. En estas ciudades, el número de coches es comparable al de Moscú, pero la densidad de tráfico en ellas en las horas punta es dos veces menor de la que sufre la capital rusa. Además, gracias a la construcción de carreteras de circunvalación en Barcelona, se ha asegurado que cada día cerca de 200.000 vehículos puedan evitar pasar por la ciudad. Eso ha permitido reducir el nivel del ruido en la urbe a 70 decibelios. “En un futuro cercano, la gente se moverá en coches pequeños, diseñados para un máximo de dos personas”, augura el arquitecto. Por lo tanto, es hora de ir transformando el sistema de movilidad urbana del transporte público colectivo al transporte privado.
Los expertos han prestado una atención especial a la cuestión de la movilidad urbana y a las infraestructuras de transporte. El profesor del Barcelona Institute of Architecture (BIArch), Aleksandar Ivančić, declaró que en Barcelona, uno de cada diez habitantes está renunciando al coche a favor de la bicicleta. Por lo tanto, en estos momentos se está trabajando seriamente sobre la introducción masiva de vehículos eléctricos a pedales en el sistema de movilidad de la ciudad.
Franco La Cecla, profesor de antropología de Italia, puso la nota final al debate, diciendo: “Cualquier ciudad puede cambiar su rostro adaptándose a las exigencias de los tiempos. Nosotros en Italia tenemos el ejemplo de la ciudad de Turín, que era una ciudad industrial. Pero cuando sus plantas de automóviles se pararon, la ciudad no se convirtió en una ciudad muerta o potencialmente muerta. Al contrario, fue capaz de cambiar y de encontrar su rostro: se convirtió en un centro cultural”.
Además de hablar sobre los aspectos intangibles de las megaciudades, Pep Subirós, comisario de exposiciones, escritor y filósofo, señaló que para mantener el “alma viva” de la ciudad es preciso desarrollar espacios públicos: deben ser hermosos y limpios los jardines públicos, las plazas y los parques y, lo más importante, en ellos se debe conservar una parte de la historia de la ciudad.
“Es importante proteger y conservar aquellas tradiciones artísticas y estéticas que, junto con el ambiente cultural, enriquecen vuestra ciudad”, comentó el filósofo. “Mientras haya sitios donde las madres puedan venir a pasear tranquilamente con sus niños, donde las parejas puedan disfrutar de las vistas de la ciudad o a bailar, donde la gente que trabaja duro pueda descansar de la rutina, vuestro pueblo no morirá. Sin embargo, estos espacios públicos deben ser polifacéticos y multifuncionales y no reducirse sólo a lugares de ocio y entretenimiento. Tienen que ser lugares que despierten en los habitantes de la ciudad recuerdos, emociones y sentimientos. Por eso, el acondicionamiento del espacio público no es algo puntual. No se puede dormir en los laureles. Es importante cuidar, mantener e ir mejorando el estado de estos espacios”, añadió Subirós.
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